Por Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Independientemente de que las madres de estos y estas individuos e individuas no sean putas, independientemente de que hay putas, la gran mayoría que son gente honrada, llamar hijo de puta a alguien es una expresión soez y que se utiliza habitualmente como insulte, aunque tiene también otras connotaciones en función del contexto en que se pronuncie. Según la RAE es una forma vulgar de denominar a alguien «mala persona».
Para mí las personas que van en contra de los derechos fundamentales de la gente, o boicotean las leyes que su puesta en marcha supondrán avances en la sociedad en términos cualitativos y cuantitativos, en sanidad, educación, trabajo, vivienda, etcétera, son sin paliativos ni milongas, aunque me tachen de mal educado, unos hijos de la grandísima puta, ni más ni menos. Y esto es lo que diariamente estamos viendo que ocurre con la oposición al gobierno de coalición votado con mayoría parlamentaria en el parlamento español. Los 137 diputados del Partido Popular más los 33 de la ultraderecha de Vox, votan en contra o boicotean al mejor estilo mafioso todas las leyes que presenta el gobierno para mejorar la vida de los españoles, así es y así lo vemos día tras día, van en contra de sus votantes, da lo mismo si son pensionistas y de lo que se trata es de revalorizar las pensiones acorde al índice del coste de la vida, da igual si de lo que se trata es de mejorar la vida laboral de los trabajadores, que también son sus votantes, e ídem de lo mismo si es para una mejora de la sanidad pública, o la lay de viviendas que pueda acabar con la escasez de vivienda pública y lograr alquileres sociales, todo parece importarle una pajolera mierda. De lo que se trata es de echar, sea como sea, aun a costa de los españoles, a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Respeto el juego democrático, respeto que la ultraderecha al igual que los partidos independentistas hayan decidido entrar en la tupida red de la democracia y jugar con las mismas cartas que los partidos tradicionales, es más me congratulo. Lo que no puedo ni debo respetar es que vayan en contra de mis intereses y pongan en peligro el futuro de mis hijos y nietos. Porque no me merece ningún respeto que estos 170 diputados, que cobran de nuestro dinero, muy bien pagados, estén tocándose y tocándonos los cojones un día si y el otro también.
El bochornoso espectáculo que nos ofrecieron los presidentes de las comunidades gobernadas y cogobernadas del PP y VOX fue lamentablemente asqueroso. Una reunión que no sirvió para nada y que los planteamientos para llegar a un acuerdo en cuestiones tan importantes como el reparto de 7 mil millones de euros entre las distintas autonomías del estado para la construcción de miles de viviendas sociales, me parece aberrante y dignos de una manada de hijos de la grandísima puta.
¿Qué estarán pensando aquella gente que se encuentra ante un desahucio y a la espera del lanzamiento dictado por el juez? ¿Aquellas personas que se declaran en vulnerabilidad por perdida del empleo u otras cusas y que estarán pendientes del juez para plantear una demora del desahucio? ¿Los jóvenes que están viviendo en casa de sus padres a la espera de poder acceder a una vivienda que les permita emanciparse?
Si son sinceros pensarán igual que yo, que son una manada de hijos e hijas de la grandísima puta, por abandonar la reunión sin siquiera abrir el dossier y debatir, punto por punto, la citada ley y no levantar el culo de sus asientos hasta no llegar a un acuerdo.
Por lo visto la excusa de los peperos y sus socios fachas fue el uso del pinganillo para traducir las palabras de los presidentes de las comunidades bilingües, Cataluña, Euskadi y Galicia, tenían la opción de utilizar su lengua vernácula y la consecuente traducción aquellos que no conocieran esos idiomas recogidos como lenguas oficiales en la Constitución Española.
Aun hay algo que cabrea por encima de todo, y es que además de boicotear, estos hijos de la grandísima puta no proponen nada de nada, es decir la negación total al avance de la sociedad española, toda la sociedad, incluidos sus votantes, vamos a ver, señores y señoras lectoras si no es para… ( lo dejo a su elección ) pero conmigo que no cuenten jamás de los jamases, para dar mi voto a esta caterva de mal nacidos hijos de la grandísima puta.