Por: Santiago Pérez
Aquí quiere decir, en este planeta aldeanizado por la globalización, en todos lados.
Reaparece por doquier. Y da lo mismo que su genética proceda del capitalismo occidental que del capitalismo de Estado de los regímenes del Telón de Acero y ahora en manos de oligarcas.
Reconozco que a mí me inquieta especialmente el nuevo fascismo de aquí/aquí, el español. Porque regresa reivindicando el legado de una dictadura sanguinaria, la franquista, de designios genocidas: los de exterminar a media España, que ejecutaron implacablemente, al menos, hasta la derrota de las potencias del Eje Berlín-Roma-Tokio por los Aliados. Y porque las querencias fanáticas y represoras de muchos sectores de la derecha española están históricamente acreditadas.
Esa reafirmación de su filiación con la Dictadura la escenifican cada vez más descaradamente: oponiéndose a la aprobación y al cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática, votando en contra de cualquier medida de carácter social que proponga el Gobierno de España, a la derogación de la Ley mordaza (que aprobó el Gobierno de M. Rajoy para dejar inermes a los afectados por los drásticos recortes sociales impuestos con la coartada de superar la Crisis financiera 2008); a la derogación de la contra-reforma laboral que impuso el propio Rajoy ¡por Decreto-Ley!; no digamos a la reducción de la jornada laboral. Y, de último, anunciando que suprimirán el “ingreso mínimo vital” (proclama Tellado) porque produce el “efecto llamada” de más inmigrantes. O el rechazo a la Proposición de Ley legislativa promovida Cáritas para la regularización de cientos de miles de inmigrantes que ya viven y trabajan en España.
Quede claro que, cuando digo “ya está aquí”, me estoy refiriendo al binomio formado por Vox y por un PP arrastrado al ultraderechismo un día sí y el otro también.
Decía Stephan Zweig en un artículo sobre los primeros compases de Hitler (“Incipit Hitler”) incorporado a su libro “el Mundo de ayer”, que “detrás de aquellas bandas surgidas de repente debían esconderse fuerzas económicas poderosas”…”manos más fuertes que impulsaban aquel nuevo movimiento” y les proporcionaba a las tropas de asalto nacionalsocialistas, “en unos tiempos de miseria”, “flamantes uniformes” y un “sorprendente parque de automóviles, motocicletas y camiones nuevos e impecables”.
Tantos días me pregunto ¿quiénes son las “manos más fuertes” de este fascismoSigloXXI?
Porque, por ahora, en este País no proveen de equipamiento a “tropas de asalto” que aún no han aparecido en el escenario, más allá de la barbarie de la caza del hombre de piel oscura en Torre Pacheco, un episodio y un antecedente estremecedores; de los ataques a las sedes del PSOE, con cortes de tráfico patroneados de Esperanza Aguirre incluidos; de las manifestaciones y hostigamientos ante los juzgados, en días y horas cuidadosamente elegidos por los peinados de turno para facilitarles la tarea; en amenazas y vejaciones a periodistas…
El equipamiento en esta hora de la tecnología de la información consiste en una acorazada mediática y almadrabas de redes sociales intoxicadoras, al servicio directamente de los esbirros políticos de esas “manos más fuertes”. Al servicio de los ayusos, feijóos o abascales, eso sí, siempre que desplieguen perrunamente la hoja de ruta establecida por sus amos: fuego graneado de mentiras contra el Gobierno legítimo, aplauso de decisiones judiciales descaradamente prevaricadoras, xenofobia y racismo antiinmigración a tutiplén… Y puesta en sordina, cómo no, de cualquier escándalo o contradicción de estos personajes estelares…Sin ese “flamante e impecable” y costosísimo equipamiento mediático, el resurgimiento del fascismo sería poco más que simbólico.
Sin embargo, no tienen la “técnica cínicamente genial de Hitler” , que durante años había hecho promesas a diestro y siniestro y se había ganado importantes prosélitos en todos los partidos (S.Zweig). Lo que en estudios posteriores se conoció como “prometer todo a todos”, aunque lo que se dice compromisos fueron los que firmó con sus patrocinadores del gran capital de la industria y las finanzas. Y luego ejecutó sangrientamente desde el poder.
Y no tienen el genial cinismo del cabo Adolf Hitler porque vienen mostrando desde hace tiempo todas sus cartas sobre la mesa. Y la sociedad española, a pesar de la escandalera propagandística y desinformadora, puede acabar teniendo pleno conocimiento de a dónde van y a qué poderes económicos sirven detrás de sus proclamas patrióticas. ¿A pesar de ello el bloque ultraderechista podría llegar al poder a través de las urnas? Peores cosas hemos visto en los últimos años.
Y aunque haya que responderles dialécticamente “fuego con fuego”, como un poco tardíamente exclamaba Kampala Harris -a la vista de la devastación trumpiana que asola la sociedad norteamericana y, de paso, a más de medio Mundo- los demócratas no podemos dejar de combatir con información veraz y argumentos racionales la mentira, la irracionalidad y el fanatismo: la democracia no es posible si el ser humano, individual y colectivamente, no es capaz de regirse por la razón. Sin un cierto optimismo antropológico, sin un pequeño resquicio de esperanza sobre la condición humana, todas las ideas de Civilización, Libertad, Democracia, Justicia… no son más que meras ensoñaciones. Y, como durante miles y miles de años, el poder del más fuerte y la ley de la selva serán las únicas reglas de juego.
Y debemos preguntarnos: si están dispuestos a hacer lo que están haciendo (y lo que te rondaré morena) para echar como sea al Gobierno legítimo y volver a concentrar en sus manos todo el poder: el de la economía, que ya lo tienen, y el poder del Estado, ¿qué no estarán dispuestos a hacer después para no perderlo para siempre jamás?. Pues a destruir la convivencia democrática y degradar al límite los derechos políticos y sociales.
Reconozco que una de las cosas que más me jeringa es que, para mayor recochineo, se reclamen del liberalismo.
Ni siquiera respetan el imaginario régimen de mercado y de “libre competencia”, porque cada vez que pueden disfrutar de un negocio financiado con dinero público y bajo el manto del poder político, ¡que vivan las prácticas quironesas (en cualquier clase de contratos públicos, desde la sanidad y las infraestructuras a la defensa) y que vivan los oligopolios!.
Y no digamos la mejor herencia del liberalismo político, su mejor aportación cultural y civilizatoria: la idea de que la concentración de poder en las mismas manos ahoga la libertad. De esa inquietud nació el principio y la técnica de separación de poderes, de la distribución del poder del Estado en departamentos diferentes y separados para hacer posible un contrapeso de poderes, colocando -como principal garantía de la libertad- dentro del propio edificio estatal un freno a la expansión sin limites a la que siempre tiende el poder político
Pero es que aquí y ahora no estamos hablando sólo del poder del Estado, aunque ya hemos comprobado y estamos soportando hasta dónde están dispuestos a llegar en el secuestro del Consejo General del Poder Judicial durante años para controlar los nombramientos de los jueces de los tribunales más importantes y con mayor incidencia en los asuntos políticos.
Estamos hablando, sobre todo, de que el objetivo -aquí y acullá- es concentrar en las manos de los mismos sectores y lobbys absolutamente todo el poder: el económico y el de las Instituciones políticas.
De forma que se desvanecería la principales razones de ser, las que dan legitimidad al Estado democrático: la de ser un contrapeso al poder de las oligarquías económicas y, por tanto, un dique de contención -por modesto que sea- a la insaciabilidad de esas oligarquías. La de defender el interés público y los intereses generales de los ciudadanos de hoy y de los de las generaciones venideras. Y la de ser la única protección que pueden esperar los que no tienen quién les proteja.