Por: Rafael J. Rodríguez Marrero (Docente jubilado)
Las grandes religiones ideadas por la humanidad coinciden en un principio básico; a saber, el de la protección, el cuidado de la vida humana.
El pasado mes de junio se publicó un informe, “De la economía de ocupación a la economía de genocidio”, que levantó enorme polvareda. Francesca Albanesa (1), en calidad de relatora especial de las Naciones Unidas para la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, nos vino recordar, implícitamente, que en pleno siglo XXI todas las religiones parecen estar hechizadas por un nuevo-viejo Dios: el Dinero.
Técnicamente, el dinero es un equivalente general del valor de cambio; es la medida de cuánto valen unas mercancías en relación a otras; así nos los enseñaron autores como D. Harvey (2).
De la lectura del informe de Albanesa podríamos indicar que, sin riesgo a equivocarnos, en el conflicto en Palestina, es el comercio lo que prevalece al objeto de convertir el genocidio en un canto a la obtención de beneficios; a la acumulación de dinero.
El colonialismo que practica Israel en Palestina es de asentamiento; ello genera, para los sionistas, la necesidad de expulsar a la población palestina de los lugares que ahora ocupan; mediante cualquier medio. Israel no podría estar realizando su genocida obra (viene expulsando a la población palestina desde 1936) si no dispusiera de apoyos de Estados constituidos y de sus respectivos gobernantes. Estos, mientras tanto, para mantenerse en posiciones de poder político, dependen de quienes están detrás manejando en la sombra los hilos: los detentadores de capital. Y aquí, los sionistas cuentan con notabilísimos apoyos.
Allá por 1948, en los tiempos de la al-naqba -el “Desastre”- el presidente norteamericano, Truman, que apoyaba a los sionistas, le decía a los consejeros que le aconsejaban prudencia -como recordaba J. Fontana (3): “Lo siento caballeros pero he de atender a cientos de miles que asían el triunfo de los sionistas; no tengo a centenares de miles de árabes entre mis votantes”.
Por aquel tiempo, Stalin creyó que apoyando la emigración sionista a Palestina le permitiría disponer de fuerte sustento a su causa en aquel territorio. Craso error.
Mientras, los dirigentes árabes de la época se plegaron a los dictados de las potencias (anglosajones y soviéticos). Hoy en 2025, los gobernantes de los países árabes han vuelto a dar la espalda a Palestina.
Ahora que viene emergiendo un mundo multipolar hay personas que albergan esperanzas respecto a la resolución óptima de este conflicto. Argumentan -con razones- que instituciones como los BRICS vienen a modificar el status quo internacional poniendo en jaque al hegemón anglosajón que durante los últimos ochenta años viene marcando (a sangre y fuego) los designios del planeta. Esa perturbación “civilizatoria” podría ayudar también a modificar sustancialmente la situación en ese sensible territorio que es Asia occidental.
Para esos “creyentes”, la realidad se muestra majadera. Los BRICS originarios y los países adheridos no parecen hayan cambiado de religión; siguen creyendo en aquel Dios de ficción que engullirá al planeta (si antes no nos volvemos ateos): el dios Dinero.
En las declaraciones finales de los encuentros BRICS (tanto en Kazan durante 2024 como en Tianjin -OCS/BRICS- en 2025) se critica el uso de la fuerza por parte de Israel contra la población palestina; pero no se ha señalado a Israel como responsable de genocidio al pueblo palestino.
Bien es verdad que fue el gobierno de Sudáfrica quien presentó, en diciembre de 2023, una demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el tribunal de las Naciones Unidas encargado de solucionar los problemas entre Estados. Pretoria acusa a Israel de violar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en su asalto militar a Gaza. Un gesto memorable el del gobierno sudafricano. Y, sin embargo, Sudáfrica -de forma creo absolutamente incoherente- continua comerciando con Israel; algunas fuentes señalan que casi un 15 % del carbón que consume Israel proviene de Sudáfrica (4)
China, Rusia, India y Brasil también comercian con Israel; y lo hacen de manera “generosa”: transporte, energías, alta tecnología, infraestructura logística, productos agrícolas, telecomunicaciones,… (5)
La inhumanidad que diariamente vemos expuesta en Palestina por parte de los sionistas genocidas y el apoyo que reciben de gobernantes diversos -tras cortinas de hipocresía y silencios- es muestra fehaciente de la ruina de esta civilización capitalista que, por encima de la vida y la muerte, reverencia al Dios-Dinero.
NOTAS:
(2) Harvey, David (2014): “Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo”. Traficantes de sueños, Madrid.
(3) Fontana, Josep (2011): “Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945.” Ediciones de pasado y Presente, Barcelona.
(5) https://www.cadtm.org/Por-que-los-BRICS-no-denuncian-el-actual-genocidio-en-Gaza
Fuerteventura. Septiembre de 2025