Por Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Siempre he dicho y sigo pensando lo mismo, que la ilusión es la llave que abre la puerta de la habitación del pánico.
Levantarse de la cama con ilusión supone enfrentarse a los problemas cotidianos con ganas de resolverlos, sin temores y con la certeza de la positividad, que te ofrece un paraguas que sirve para soportar chubascos y tormentas.
Porque no es lo mismo tener ilusiones que vivir ilusionado. Vivir de ilusiones es ser un iluso. Vivir de ilusiones es estar viendo constantemente el espejismo de un oasis inexistente, tener ilusión es vivir la realidad del presente con perspectiva de futuro.
En definitiva, la ilusión forma parte de nuestra vida de manera positiva. Aunque te produzca frustraciones al no alcanzar la ansiada meta, el objetivo marcado, no cabe la menor duda que si la renuevas día a día será como el renacer del ave Fénix, volver a empezar con las mismas ganas de ayer.
Nunca ha sido tan necesaria la ilusión. El primer cuarto del siglo XXI ha sido brutal, está siendo terrible en todos los sentidos, pandemias, crisis económicas, guerras, genocidios, emigraciones masivas, terrorismo, la violencia nos rodea de una manera inaudita y solo es superada por la segunda guerra mundial del siglo XX. Los medios de comunicación social no dejan de dar noticias que en el pasado nos hubiera producido una profunda preocupación, en la actualidad pasamos olímpicamente del sufrimiento ajeno, la empatía se pierde haciendo un zaping en el televisor o cambiando el dial de la emisora de radio. Estamos desilusionados, descorazonados, y no parece que exista nada ni nadie que nos pueda volver a ilusionar.
Los últimos acontecimientos relacionados con la corrupción política en nuestro país ha vuelto a poner en entredicho la democracia y la desconfianza en los políticos ha aumentado al 80% de los ciudadanos españoles. O sea 80 españoles de cada 100 no confía en los políticos y el 70% de los jóvenes entre 18 y 30 años votaría partidos de derecha rancia o ultraderecha, y el 25% de los votantes de la izquierda se abstendrían en unas próximas elecciones. Con estos datos, escalofriantes datos para la democracia, la ilusión, el proyecto más ilusionante para el mundo, parece ser que gobierne de nuevo el nazismo, el fascismo, acabar con los derechos fundamentales que contiene la carta magna de los derechos de los humanos es la consigna que ilusiona a buena parte del mundo.
Claro que esta gente no tuvo la “oportunidad de vivir” una dictadura fascista.
Porque hace más daño la corrupción (que produce el desapego del pueblo con la clase política y sirve para que la ultraderecha tenga argumentos para hacer valer su teoría fascista) que la política inepta de los mediocres.
Es posible que en política el partido ideal no exista, pero si existe el partido opuesto a tus ideales. Ese es el quiz de la cuestión. En una hipotéticas elecciones, no es cuestión de ilusionarse con tu partido, es cuestión de tener ilusión por vencer a los que no piensan como tú.
El proyecto ilusionante es la lucha contra el fascismo y la derecha rancia y carca de nuestro país. El proyecto ilusionante de los próximos años es no dejar que gobiernen aquellos que se oponen al progreso a tus ideales.