Por: Santiago Pérez
Estuve pensando presentar alegaciones, a título individual. Al final no lo he hecho. Porque ya estoy un poco mayorcito para que ni Clavijo ni Bermúdez me tomen el pelo. Supongo que nos veremos en los tribunales. Porque del estricto cumplimiento de la legalidad se trata. De la Ley de Memoria Democrática, de la que tuve el honor de ser ponente en el Senado.
Y, cuando me estudié las más de 500 enmiendas del PP, VOX y Ciudadanos -porque oponerme a esas enmiendas fue mi cometido-, hice el ejercicio de “imaginación legislativa” que aconsejaba Jiménez de Asúa y llegué a la conclusión de que la Ley que habría resultado si se llegan a aprobar aquellas enmiendas no habría sido de Memoria Democrática, sino de exaltación de la magnificencia del franquismo. Y así se los reproché desde la tribuna parlamentaria. Sin que hubiera respuesta. Claro.
Pues exactamente eso es el Monumento a Franco, al “Ángel salvador”, que esa ATI que nunca ha dejado de existir (aunque se disfrace de nacionalista y hasta de progresista) quiere salvar a toda costa. Incluso resignificando lo que es imposible de re-significar: porque a un personaje canonizado como ángel salvador de La Patria, a pesar de su comportamiento e instinto genocidas, seguramente aprendido en las racistas y sanguinarias guerras coloniales, es imposible conciliarlo con una sociedad y un ordenamiento constitucional sustentados en las libertades públicas, la democracia y el pluralismo político. Por mucho que la jerarquía eclesiástica de entonces lo paseara bajo palio, en una degradación infinita de todo lo que pueda ligarse con los valores predicados por Jesús de Nazaret.
Pero ATI es indisociable del franquismo sociológico. Tanto como las editoriales y “cartas pastorales” del inolvidable PepeRodríguez (el ideólogo insularista de cabecera), que llegó a calificar “los tiempos del General” como tiempos de “beatitud, paz, progreso y decencia política” “comparados con los de hoy” (29-enero -2010, entre otras).
No fue ATI en sus orígenes puro, ni sólo, franquismo sociológico; pero las actitudes políticas, los poderes económicos y buena parte de sus apoyos sociales que se aprovecharon o sustentaron la Dictadura estaban muy presentes en sus momentos augurales. La dirigencia de ATI siempre lo ha sabido. Y lo han proclamado de vez en cuando. Y saben también que si no cuentan con esos apoyos no ganan las elecciones en Tenerife, que es lo que verdaderamente les importa. Se los disputan con el PP, que se los suele arrebatar en las elecciones generales. Y, en los últimos tiempos, también con VOX.
De ahí sus proclamas xenófobas cuando toca, sus pactos donde haga falta con los herederos-explícitos y apologistas del franquismo. Sobre todo si se trata de desalojar a los socialistas de cualquier gobierno. Y por eso su desobediencia obscena a la Ley de Memoria Democrática, a cuenta del Monumento a Franco.
España se rompió a raíz del levantamiento de los generales golpistas contra la legalidad republicana. Durante el otoño e invierno “calientes” de 1936 se cometieron crímenes horrendos por ambos bandos.
Y el Gobierno legítimo se desmoronó. Y, como ocurre siempre, el vacío de autoridad republicana lo llenaron revolucionarismos de todo tipo, hasta que el Gobierno pudo recuperar el control de la situación. Y ni aún así.
En el caso de los militares sublevados , siguiendo una instrucción reservada (de 25 de abril de 1936) del general Mola,”El Director” de la conspiración, luego “Duque de Mola” por concesión del Generalísimo. La orden a los conjurados subrayaba que para “la conquista del poder””…”la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo”. Y así operaron durante toda la contienda.
Crímenes abominables todos, en cualquier caso.
Pero después de la Guerra, con la República y sus defensores derrotados, el “Ángel Salvador” del monumento que Clavijo y Bermúdez quieren conservar, intentó sencillamente exterminar cualquier vestigio humano de la República. Empleando sin contemplaciones todo tipo de violencia criminal y toda la fuerza del Estado. Con absoluta alevosía sobre miles de españoles y españolas completamente indefensos.
En mi opinión, la actitud de Clavijo, Bermúdez y de toda su caterva de acompañantes es de absoluto desprecio hacia todas y cada una de las víctimas de la represión franquista, desde las arrojadas vivas al mar por la borda de los barcos prisión en la costa santacrucera hasta las fusiladas detrás de cualquier tapia y arrojadas a fosas comunes. Y a las personas que, por defender la recuperación de la democracia, sufrieron secuestros, torturas, cárceles y hasta perdieron la vida -como el recordado Antonio González Ramos- a manos de la banda de pistoleros de la Brigada Político Social, “La Social”, hasta el último hálito del Dictador y su Régimen.
Por eso el Monumento a Franco no puede ser objeto de resignificación alguna. De modo que si no lo demuelen por respeto tanto a las víctimas del franquismo, a su dignidad y a la de sus familias, como a la propia democracia, al menos háganlo por acatamiento al imperio de la Ley.
La Laguna, abril de 2025.
Santiago Pérez.