Por: Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Como dice mi buen y admirado amigo, noi de Poble Sec, Joan Manel Serrat, de vez en cuando la vida te gasta una broma…
Pues sí, la vida gasta bromas muy pesadas, demasiado pesadas, y duraderas, pero la cosa de vivir es así, y hay que tomar los problemas con filosofía, no queda otra, o eso o acabas matando tus neuronas buscando explicaciones a lo inexplicable, en un laberinto sin salida.
La historia que les voy a relatar es propia realidad:
El pasado jueves, 3 de abril, al salir del baño, resbalé, perdí el equilibrio y me fui al suelo como un pesado saco de 84 kilos. Enseguida sentí un dolor intenso en mi cadera derecha, no tenía duda que algo se había roto, fracturado. Como pude llegue al sofá e inmediatamente llamé al 112, la voz de la señorita, preparada para estas lides, trato de tranquilizarme, le dije lo sucedido y al momento, no pasaron 10 segundos, me estaba llamando la doctora del servicio de emergencia que me dio instrucciones para no hacer movimientos hasta que no llegase la ambulancia, así lo hice. No más de 7 minutos estaba llegando dos ambulancias a mi domicilio, creo que eran la 43 y la 34. Reconozco que la atención fue lo más profesional que se pueda ser en tales circunstancias. Me inmovilizaron y en poco tiempo estaba llegando al Hospital Universitario Residencia Nuestra Señora de la Candelaria.
Viernes por la mañana, las urgencias estaban, yo creo, como deben estar, fluidas sin aglomeración. Me asombró ver con la celeridad que empezaron las pruebas, radiografías, dolor insoportable que transmitía a mis familiares, mi hija estaba pálida y mi hijo no paraba de darme ánimos, pero si alguno de ustedes, queridos lectores, han pasado por un trance similar, sabrán de qué clase de dolor les estoy relatando. Antes de seguir quiero decirles que, observando, entre radiografías de un lado y de otro, el trajinar del personal de urgencias, pese a que se había duplicado el número de pacientes, todo parecía funcionar, el personal estaba muy preparado para solucionar con contundencia los problemas. Llegas a preguntarte; ¿ cómo es posible que, entre tanto caos de gemidos, lagrimas, alaridos de dolor, este personal se compagine tanto que parezcan bailar la danza de los malditos a un compás perfecto? Pues sí, aunque las quejas existan, es así, el personal de urgencias funciona perfectamente “engrasado”, como en una maquinaria cuyos engranajes permanecen en constante funcionamiento las 24 horas del día y los 365 días del año.
En las radiografías no se apreciaba la rotura, pero el dolor continuaba, la solución era acudir el Tac, un aparato que detecta aquello que las radiografías normales, por lo visto, no pueden detectar. En definitiva, una “minúscula fractura de cadera”. Una vez obtenido del resultado del Tac, les puedo decir que en menos de 5”, apareció el Dr. Pablo Corrales, un cirujano traumatólogo al desuso, o sea, un tipo joven y que solo hablar dos palabras con él supe que había estudiado medicina vocacionalmente, nada del clásico oportunista que ve en el ejercicio de la medicina un chollo pesetero. El Dr. Corrales me dijo lo que había que hacer con una cirugía que no supusiese la implantación de prótesis de cadera.
El Dr. Corrales sabía perfectamente lo que hacer y cómo hacerlo, en definitiva, preparó la operación ipso facto, el problema que le cabreó un … y parte del otro es que había tomado un zumo y se tuvo que aplazar la cirugía. En la zona 0 de urgencias no se presiente lo que ocurre en los alrededores, esa zona es la destinada a los pacientes que van a planta. Estuve esperando una media hora antes de que me trasladasen a mi habitación, al salir vi lo que presentí con antelación, la urgencia estaba colapsada, pacientes en camilla, en sillas de ruedas a la espera de someterse al diagnóstico de su dolencia. Sin embargo, la cuestión era que, pese a esa deficiencia de infraestructura, el personal sanitario funcionaba, pero el problema es que salían para otra zona hospitalaria tres pacientes, se les daba de alta a otros 3 y entraban doce pacientes por la puerta de entrada. La pescadilla que se muerde la cola, un bucle interminable del que nadie parece no tener soluciones. Esto no es nada nuevo, en todos los hospitales que he estado preguntando, hablando con médicos y enfermeros especializados en las urgencias médicas, me dicen lo mismo; “el problema de la masificación es común en todos los hospitales del mundo, no hacen falta epidemias ni pandemias, para colapsar la urgencias en un hospital solo hace falta unas fiestas, un fin de semana, una gripe fuerte, y una población hipocondriaca”. Asi que por mucha infraestructura que tengas, deduzco, si la población no tiene posibilidades de acudir al médico de familia, antes de “cabecera”, porque la cita de la consulta telefónica puede tardar de 15 a 20 días y la presencial otros tantos, si la gente no acude antes a las urgencias ambulatorias y que estás sean las que decidan la gravedad del enfermo para trasladarlo al Hospital de referencia; las urgencias hospitalarias seguirán masificadas, hagan lo que hagan. Ahora tengo entendido que existen planes de reforma, esperemos que funcione mejor.
De vueltas a mi historia, la operación de cirugía de cadera se realizó el martes 8. La Dra. Siverio fue la cirujana encargada de arreglarme la cadera.
Pues uno que ha criticado la sanidad pública canaria, la he puesto a parir desde la perspectiva política, tengo que reconocer que el personal, desde el servicio de limpieza, pasando por celadores, enfermeras, ayudantes, es perfecto, no se puede pedir más dedicación vocacional a estos profesionales que parecen dejar sus problemas personales en el reloj de entrada y con una nueva sonrisa y una gran profesionalidad tratan a los pacientes, estoy seguro, mejor que en ningún hospital del mundo.
En cuanto a la atención posoperatoria no se puede pedir más, desde el equipo de traumatología, pasando por rehabilitación, reumatología, fisioterapia, hasta el personal de planta de trauma es un equipo conectado y sumamente profesional.
Creo que sería cínico por mi parte criticar de forma negativa aspectos de la sanidad canaria que habrá que mejorar, listas de espera masificadas, cirugías pendientes de realizar que se eternizan, muchas cosas se tendrá que hacer para acabar con ese aspecto negativo de la sanidad pública, pero no puedo dejar de reconocer el gran capital del factor humano que tiene el Hospital Universitario Residencia Virgen de la Candelaria en Santa Cruz de Tenerife, no en vano se encuentra situado en el puesto 31 entre los mejores 100 hospitales públicos de España, por delante del moderno Hospital Dr. Negrín de Las Palmas de G. Canaria.
Esta es mi experiencia, que siendo un ciudadano más, de esos que dicen “de a pie”, sin ser un famoso, sin utilizar ningún tipo de influencias, me han tratado, como tratan a todos los pacientes, con empatía, profesionalidad y humanidad, desde el más humilde empleado al doctor más renombrado.