Por Armando Marcos
Periodista
¿Qué es o qué fue del socialismo del PSOE? ¿Qué es o qué fue del socialismo, el marxismo y el comunismo de Izquierda Unida y de otros partidos de la izquierda tradicional y progresista?
Recuerdo cuando el ex secretario general del PSOE y ex presidente del Gobierno, Felipe González, renunció al marxismo. Lo dijo y lo reafirmó durante su intervención en el XXVIII Congreso del Partido Socialista Obrero Español celebrado el día 20 de mayo de 1979 en Madrid: «Hay que ser socialista antes que marxista».
¿Pedro Sánchez actúa como un ex socialista, un ex socialdemócrata o como un neoliberal capitalista? ¿La adicción al poder político es más peligrosa que la adicción al alcohol y a la cocaina?
Cuando un Gobierno supuestamente socialista entra en un estado de esquizofrenia política, todo es posible.
Los comportamientos de Pedro Sánchez son frívolos. Su excesiva vanidad lo hace actuar como un político petulante, presuntuoso y soberbio. ¿Cuál podría ser la etiología de sus «hábitos extraños» para llegar a un diagnóstico preciso?
Mientras el presidente genera desconfianza en la ciudadanía actuando como una veleta, el PSOE se muestra como un partido furtivo y poco confiable evadiendo sus responsabilidades.
En el PSOE, donde abunda la sumisión y el servilismo al «jefe y caudillo», nadie es capaz de llevarle la contraria a su secretario general que es Pedro Sánchez. El PSOE está dándole la espalda al socialismo. En su sede de Ferraz y demás agrupaciones del PSOE en toda España, se respira la duda de no saber diferenciar la izquierda y derecha. ¡Menuda dificultad!
Según la Real Academia Española (RAE), esa dificultad se llama dislexia espacial, que es un trastorno que afecta la percepción espacial y la capacidad de orientación de ciertas personas. Esa complicación o dilema es la patología que podría estar afectando a la propia identidad del PSOE.
En España, la ultraderecha de VOX y la derecha del Partido Popular (PP), tratan de escenificar con su conocido cinismo, que ellos y ellas no comen del mismo plato. Pero, en sus estrategias retorcidas, agresivas y crispadas donde siembran rencor y odio, representan la misma marca del fascismo como lobos y lobas disfrazados con piel de cordero.
¿Y qué decir de la izquierda? Lo poco o casi nada que queda de la izquierda socialista y comunista, está descompuesta y desnuda. Solo les une la desunión. En el caso de Canarias, la izquierda está muerta y enterrada en el olvido. ¿Qué fue de aquel proyecto ilusionante de Unión del Pueblo Canario (UPC) liderado por el histórico abogado y siempre recordado Fernando Sagaseta?
Lo que era la izquierda histórica como lo fueron el PSOE de su fundador, Pablo Iglesias, y el Partido Comunista de España (PCE) del inolvidable Santiago Carrillo, o aquella Izquierda Unida de otro gran líder político como Julio Anguita, está en estado catatónico y agónico.
La «izquierda» del siglo XXI no existe. Esta izquierda caducada es un cadáver que suelen exponer en los carteles electorales y en el Museo de Cera de Madrid. Esa izquierda de dentadura postiza es un sucedáneo de la izquierda tradicional de clase obrera y de intelectuales comprometidos con las libertades.
Las izquierdas en España han sido arrinconadas por la ultraderecha. Les separan los egos y el hambre por alcanzar y controlar el poder ejerciendo como caudillos del denostado socialismo al servicio del neoliberal capitalismo como es el caso del PSOE y del Gobierno o desgobierno que preside Pedro Sánchez.
Frente al retrato de la pseudoizquierda dividida, destaca el cuadro en blanco y negro de las dos Españas cuyos pintores de brocha gorda son una derecha crispada y destructiva y una ultraderecha matona, provocadora, pleitista, navajera, fascista y golpista.
Estamos ante una obra pictórica-política derechosa que representa a golfos y mafiosos políticos sinvergüenzas capaces de dirigir bandas criminales organizadas. Así están actuando los herederos y los nostálgicos del franquismo más feroz.
Como es y debe ser de Justicia porque nunca debemos generalizar, todavía contamos con ciertos políticos inteligentes, honrados, serios y muy responsables. Es de Justicia, repito, defender públicamente a los políticos que son honorables y merecen todo nuestro respeto.
El Gobierno y el PSOE están podridos; pero la oposición, no ofrece alternativas viables. El Partido Popular (PP); y su presidente, Alberto Nuñez Feijóo, no transmiten confianza. Feijóo parece un jefe de planta de El Corte Inglés.
VOX y el PP solo repiten y repiten el discurso cansino del insulto, la difusión de bulos, la mentira, la publicación de fakes news o noticias falsas salpicadas de injurias y calumnias que amplifican ciertos medios de desinformación con sus «mercenarios de la pluma» y periodistas palmeros, babosos y adulones sin escrúpulos vendidos al mejor postor y a la voz de su amo.
El único pseudo programa electoral más conocido del PP y de VOX -que son sus «primos hermanos»-, está dirigido con rencor contra la izquierda aplicando la banalidad del mal. Forman una secta donde se conjuran necios y vividores de la política de la mentira y el odio. Gestionan sus partidos y sus descompuestos discursos como una güisquería.
Empieza a dar pánico comprobar el estilo político «caníbal» del PP y VOX que, en sus mensajes y discursos, muestran sus graves síntomas de la patología desestabilizadora de intento de golpismo con sus discursos ebrios y militarizados.
Esa peligrosa sociopatía o sicopatía que padecen la derecha y la ultraderecha, se extiende como un virus contagioso que amenaza la estabilidad democrática.
La derecha y la ultraderecha española, así como la europea, redactan sus sermones y sus sucios discursos epistolares utilizando la descalificación directa y personal del adversario político, la crispación que no cesa y una desafinada sinfonía de mentiras. Es el resultado de un excesivo culto al santo beodo adulterado que les provoca trastabillar.
Esta oposición asirocada huele a cuartel y está ansiosa para escuchar el ruido de los sables en los cuarteles. Sus debates en el Congreso de los Diputados y el Senado no están exentos de violencia verbal con estilos desafiantes propios de matones y borrachos de barrios bajos. Sus arengas del odio empobrecen la democracia y hacen crecer la desconfianza en la clase política.
Hasta que los partidos de izquierdas no logren formar un bloque homogéneo y unido; mientras la izquierda se mantenga en su fracasada división existente tan vergonzosa y poco inteligente por culpa de una borrachera de egos y otros intereses personales y económicos, todos los partidos de la izquierda progresista estarán al borde del abismo y de su más que inevitable triste desaparición y olvido.
Queda claro que los partidos llamados de izquierdas se han desintegrado.
Ante este panorama tan enfangado, ¿qué Gobierno necesita España si tenemos en cuenta que la izquierda política está coja y parapléjica y no da señales de resurrección?
Para que la ultraderecha y una parte de la «familia» de la derechona del PP no nos roben nuestras conquistas democráticas, en España urge un Gobierno como la inolvidable UCD de Adolfo Suárez. Es cierto que fue un Gobierno de transición. Pero que, por consensuar con pragmatismo, sentido común y una enorme responsabilidad de Estado un pacto con todas fuerzas políticas, nos cambió el rumbo histórico de nuestro país para conquistar la democracia y reconstruir la nueva España.
Es saludable repasar nuestra Memoria Histórica para no olvidar que, el dictador y asesino Franco y su dictadura criminal y fascista, acababa de morir el 20 de noviembre de 1975 dejando a España y a los españoles sumidos en un mar de incertidumbres.
Es justo un reconocimiento unánime a modo de homenaje, recordar aquí, ahora, que con la UCD de Adolfo Suárez; con el apoyo del PCE de Santiago Carrillo; el PSOE de Felipe González y otros partidos de ideologías liberales, progresistas y democráticas, el presidente Suárez logró una transición pacífica, la legalización de los partidos políticos y organizaciones sindicales y otras asociaciones que, entre todos y muy unidos, reivindicábamos una nueva España con vocación europea y abierta al mundo. Un nuevo país con una Constitución moderna y progresista. Una nueva España reverdecida en libertad, democracia, igualdad, Justicia y la defensa de los derechos fundamentales de todos los españoles. Una España de grandes horizontes.
Hoy por hoy, urge un Gobierno español integrado por tecnócratas liberales-moderados, demócratas y progresistas que procedan de la Universidad y de diversos sectores profesionales bien preparados con auténtica vocación de servicio público. Para hacer buena política, hacen falta buenos políticos.
España necesita una catarsis política para, entre todos, reverdecer un país nuevo con una nueva generación de políticos honrados sin antecedentes oscuros relacionados con la corrupción y sin «antecedentes penales». Tiene que ser una nueva clase política progresista, joven, transparente y sin manchas.
Lo que tenemos ahora es un «Gobierno sin sastre, pero con muchos ayudantes de sastrería».
Con todo lo expuesto, lo que sí está claro es que, el peor enemigo de la izquierda es la izquierda. Y más claro aún: cuando a los partidos y coaliciones de gobiernos de izquierdas les va mal y se «descuartizan» publica y políticamente entre unos y otros, a la ultraderecha y al fascismo les va bien y no paran de crecer en intención de votos. Lo estamos viendo en España y en diversos países integrados en la Unión Europea.
Mientras la izquierda se desintegra, la ultraderecha reverdece y golpea a las libertades y a las democracias más avanzadas. Si no frenamos su crecimiento, la ultraderecha puede finiquitar y tumbar el gobierno de España.
La izquierda en España está ciega y anestesiada. La izquierda es la principal responsable de que la derecha y la ultraderecha resuciten el fascismo y empiecen a proliferar los monstruos del nazismo que reivindican los métodos exterminadores del carnicero y asesino Adolf Hitler, el destripador del holocausto nazi.
Hitler fue un enfermo esquizofrénico y caníbal obsesionado en divertirse con su terrorífica máquina de picar carne humana.