Por Armando Marcos
Cuando un amigo te olvida o te aplica la ley del silencio creyéndose que te desprecia, es porque nunca fue tu amigo.
He aprendido que cuando la amistad se me hace casi imposible, es mejor decir adiós que seguir diciendo ¡hola! a regañadientes.
A mi lado no quiero ni admito «amigos» hipócritas que utilizan la amistad para sus intereses personales y profesionales.
Tener un amigo es como participar en una carrera de fondo corriendo juntos y sin abandonar la maratón hasta alcanzar la meta final.
La amistad tiene que ser interminable, leal, fiel, transparente, honrada y sin dobleces.
Una amistad auténtica y limpia no admite la deslealtad, la maldad, la envidia ni la falsedad.
Con el paso de los años he llegado a la siguiente conclusión: en este mundo tan deshumanizado, son muchos los conocidos y muy pocos los amigos.
Un amigo será siempre un amigo pase lo que pase. Y si hay que decirle un no, será un NO para siempre.
Quienes te olvidan no eran ni son amigos.