Por Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Dentro del amplio anecdotario que uno, yo, tiene de la radio, de mis amigos y de mis enemigos, de traiciones y puñaladas traperas con facas gitanas, de lisonjas y envidias, de chupatintas mierdosos y de mamones al acecho de tu bolsillo, de palmeros de hora de comer con café, copa y más copas, uno, yo, también tiene su lista de gente supercojonuda, sencilla, decente y cabal, currantes de la alcachofa o de la garita en guardia noche y día para dar información certera, brillante y veraz, de los de la radio de verdad, sin malas artes ni inventos con gaseosa, aquellos que me enseñaron la importancia de comunicar, de opinar libremente y dejar opinar y respetar igualmente a los que no son de tu “raza”.
Conozco el periodismo radiofónico como pocos lo conocen, desde las entrañas de la cueva de lo caótico de la desinformación hasta la claridad de la luz de la verdad subjetiva y objetiva.
Jesús Quintero, alias el “loco de la colina” en una de sus largas noches en Prado del Rey, en la colina de sus madrugadas radiofónicas, hablando sobre el periodismo y ante un par de Whiskys en vaso corto “on the rock” me dijo: “mira chaval, el buen periodista tiene que ser buena persona, si es mala persona es una caricatura grotesca del periodista, capaz de hacer daño a su puta madre, por tal de conseguir un plato de lentejas, no dudes que si eso se lo hace a su madre imagínate lo que hará con los demás” . Durante muchos años, y ahora mismo, he podido comprobar cuanta razón tenía el único loco con cordura que he conocido en toda mi existencia. Claro que Quintero hablaba desde su propia y gran experiencia, la fama le llegó a través de su honestidad y honradez profesional, por supuesto por su conexión, a través de la “alcachofa”, con los millones de oyentes que tuvo primero en al radio y después en todas las cadenas de tv donde tuvo oportunidad de demostrar que no solo con su voz cautivaba al público, también su “estampa” de poeta medio loco, medio romántico, medio bohemio, que lo enamoraba igual. Pero, antes que nada, antes que todo; Jesús Quintero, alias “el loco de la colina” fue una buena persona, una excelente persona.
Uno, yo, recuerda a mi gran maestro del periodismo en todas sus facetas, el estimado y recordado José Luis Balbín, el mago de la cachimba, el moderador de las mejores tertulias radio-televisivas que ha existido y que, me da la impresión, será irrepetible, me comentaba en una recepción en la SGAE, en el maravilloso edificio madrileño, y con Antonio Gala de testigo, alguna foto tengo que tener por ahí de aquel momento, y hablando de mi periplo de editor de revistas y como estaba la profesión, allá por los años 90, me dijo: “Joaquín, a ver cuando te enteras que en la profesión (periodismo) el 75% somos unos pringaos y el otro 25% unos muertos de hambre, o sea que tienes dos soluciones, o te pringas hasta el tétano y haces de “negro” o te mueres de hambre, eso sí, con tus convicciones integras, pero con el estómago vacío”.
Teniendo en cuenta las grandes verdades de ambos genios de la información, sería conveniente que, en las facultades de ciencias de la información, en el primer curso de periodismo, advirtieran a sus alumnos, desde el primer día, estas dos premisas:
Primera: Si no eres buena persona dedícate a la política que en ese espacio tienes el futuro más garantizado que en el periodismo.
Segunda: Si aun así persistes en el empeño y si eres mala gente, y tienes estómago a prueba de bombas, la carrera periodística te servirá para vivir muy bien, pero deberás tener el pantalón siempre en los tobillos, y el culo al aire. Es muy normal que en cualquier momento acabes sodomizado.
Al fin y al cabo, como decía el gran torero el Cordobés padre: “Más cornás da el hambre que el toro”
P.D.: Nunca me bajé los pantalones, pero si me disfrace de “negro” en más de una ocasión…