Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Si tenemos en cuenta que la mujer, hasta el concilio de Trento (1545/1563), para la iglesia católica no tenía alma, que era un animal al servicio del hombre, comprenderemos mejor la dominación de la mujer por el hombre. El macho, no es necesario que sea “alfa” u “omega”, siempre ha sometido a la mujer, desde Adán, hasta nuestros días, por muchas leyes del si o del no, la mujer ha sido y es la gran “criada” al servicio del hombre, y asi lo cuenta la historia.
En la antigua Roma, La mujer estaba sometida a un orden patriarcal, en el que eran los varones quienes controlaban su sexualidad y capacidad reproductiva. Para ello se aplicaban normas y leyes de gran dureza. Toda relación fuera del matrimonio, incluso si las relaciones las mantenían mujeres solteras o viudas, se consideraba delito y podía ser castigada por el cabeza de familia o paterfamilias sin necesidad de juicio. Si el marido sorprendía a la mujer cometiendo adulterio podía matarla impunemente, mientras que si es la mujer la que sorprende al marido no podía tocarlo a él ni siquiera con un dedo. Asimismo, aunque una mujer desease ser madre, si el paterfamilias no quería ese hijo podía obligarla a abortar sin que su comportamiento fuera jurídicamente reprochable.
En el Renacimiento, con el arte en todo su esplendor, la mujer estaba considerada como un ser humano de segunda clase, se consideraba un ser inferior al servicio de su “amo”, el hombre los que les decían como comer, vestirse y comportarse públicamente. Su misión principal era estar al servicio del hombre, si se quedaba soltera tenía dos opciones; o prostituirse o a un convento de monjas, la soltería en la mujer estaba muy mal visto, y la casada calladita, en casa y sin decir nada que pudiera molestar a su marido, a su hombre.
Es decir, desde tiempos inmemoriales, a la mujer se le ha tratado como “una mascota útil al servicio del hombre”
En los tiempos modernos también ha sucedido algo similar, parece que, con el paso del tiempo y las leyes a favor de la integración de la mujer en la sociedad, apartando el sistema patriarcal y hablando de igualdad, el hombre del siglo XXI sigue pareciéndose mucho al neandertal, utiliza a la mujer a su capricho y la sigue considerando un ser inferior.
El caso del alcalde de Ponferrada y Nekane, al igual de millones del mismo estilo de “violencia y supremacía machista” deja bien claro que la conciencia del hombre con respecto a la mujer como objeto de su “propiedad” sigue igual que hace 3.000 años.
Sin embargo, la historia también nos da lecciones sobre la mayor eficacia de las mujeres en todo el ámbito social, ya no solo en el entorno familiar, la mujer ha demostrado ser más inteligente y mejor mediadora que el hombre. La mujer representa el 49,7% de la población mundial, más de 4.100 millones de mujeres y según estudios recientes, la inteligencia de la mujer es superior a la del hombre. Existen diversas teorías que intentan explicar las diferencias de inteligencia entre hombres y mujeres. Una de ellas es la teoría de la selección sexual. Según esta teoría, a lo largo de la evolución, las mujeres han tenido que desarrollar habilidades cognitivas superiores para asegurar la supervivencia de su descendencia. Esto se debe a que las mujeres han sido las principales cuidadoras de los hijos, lo que requiere de habilidades sociales y emocionales más desarrolladas.
Otra teoría sugiere que las diferencias de inteligencia entre hombres y mujeres se deben a factores hormonales. Los niveles de hormonas como el estrógeno y la progesterona en las mujeres pueden tener un impacto en el desarrollo cerebral y en la cognición. Estas hormonas pueden mejorar la conectividad neuronal y promover el desarrollo de habilidades cognitivas específicas.
Mi experiencia en el campo laboral es que la mujer es mucho más eficaz que el hombre, no solo en habilidades manuales, que también, en el ámbito comercial y de relaciones públicas, en el educativo y sanitario y, últimamente, en la jurisprudencia, son mejore profesionales que el hombre.
En política los porcentajes de participación del sexo femenino son bajos en relación con el hombre, en el parlamento europeo solo el 37% son mujeres, esto quiere decir que en el seno de la democracia europea se discrimina de manera ostentosa la condición de mujer. Además, la brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza casi el 29%, según los últimos datos disponibles, correspondientes a 2023, lo que supone que una mujer tiene que trabajar 94 días más al año para ganar lo mismo que un hombre. El lema de los años 60 del siglo pasado; “la mujer en la cama y en la cocina están bien”, sigue de vigente actualidad en el primer cuarto de siglo del XXI, el derecho de “pernada” no solo lo hacen los reyes, la monarquia siempre ha estado sometiendo a la mujer, la ley sálica es un ejemplo de la discriminación de la mujer. Hoy en día se hacen ofertas de trabajo a cambio de sexo, se alquilan y comparten piso a cambio de dos o tres días de sexo semanales con el dueño.
Los jefes hostigan a sus empleadas más hermosas ofreciéndoles mayores “incentivos” a cambio de una felación o un coito en el baño del despacho.
¿Qué ha cambiado en estos miles de años?
El caso de Errejón, el de Donald Trump, el del alcalde de Ponferrada y tantos decenas de miles que se producen diariamente en todo el mundo, que pasan desapercibidos por el terror de la mujer a denunciar, tienen que terminar y ellas las mujeres son las más obligadas a denunciar sin esperas, sin demoras, sin miedos, a sabiendas que la sociedad, la mayor parte de la sociedad, estará a su lado, apoyándolas y tutelándolas en todo cuanto necesite. No basta las leyes, además se necesita la voluntad y la valentía de la mujer denunciando cualquier tipo de atropello que vaya en contra de su dignidad como ser humano.