El pasado 20 de abril aconteció la que hasta ahora es la manifestación más grande de la historia de Canarias. Esto nos haría pensar que unos meses después tendríamos, al menos, un cambio de rumbo por parte de los gobiernos al frente de las instituciones del archipiélago, pero nada ha cambiado. Muy al contrario: han ahondado aún más en el modelo desarrollista y depredador del territorio que llevan perpetuando desde hace
décadas.
Lejos de atender a las más de 200.000 personas que salieron a las calles exigiendo un cambio de modelo económico y social para las islas, los gobiernos insulares no han dudado en rechazar sistemáticamente sus reivindicaciones (una moratoria turística, medidas para la limitación de la compra de vivienda por parte de personas no residentes, una ecotasa y la paralización de proyectos que incumplen la normativa ambiental y urbanística), y lo han hecho tanto en votaciones parlamentarias como en sus declaraciones públicas. Han
continuado los abusos al territorio, tales como la aprobación de nuevas licencias de hoteles, la derogación de la Ley de Cambio Climático o el avance del modelo energético centralizado, como reflejo del modelo desarrollista que perpetúan; siguen viendo nuestros espacios naturales como lugares que explotar turísticamente, siguen adelante con las ampliaciones de los aeropuertos, continúan proponiendo más infraestructuras como trenes, carreteras y un largo etcétera. El 20A tampoco parece haber tenido impacto en la redacción de anteproyectos de Ley como la del Uso Turístico de Viviendas, una regulación irreal muy
permisiva en cuanto a los porcentajes de vivienda vacacional que permite y que ni siquiera prevé un régimen de inspección y sanción para hacerla cumplir. Tampoco han sido capaces de parar proyectos con claras irregularidades como Cuna del Alma, dejando caducar expedientes sancionadores y favoreciendo, además, una trama que permite que siga adelante.
La ciudadanía ha seguido moviéndose después del 20A y materializando un proceso participativo, Canarias Palante, enfocado a seguir recogiendo propuestas para la construcción del nuevo modelo. A pesar de haber solicitado formalmente una mesa de negociación con el gobierno autónomo, aún no se ha obtenido respuesta. En otros territorios del estado, las protestas del 20A han servido de ejemplo para poner límites, pero en Canarias nuestros representantes públicos siguen despreciando y ninguneando las reivindicaciones mientras continúan celebrando los récords turísticos mes tras mes. El 20A ha sido más escuchado por instituciones de fuera de Canarias que por las nuestras.
Para materializar los cambios que pedimos, es necesario que los gobiernos pongan el foco en la gente, en la naturaleza y en el patrimonio de estas islas, y no en seguir haciendo negocio a costa del territorio llevándose por delante la calidad de vida de la gente. Este nuevo modelo y las nuevas políticas que pedimos hacen tambalear los privilegios de unos pocos, pero con mucho poder. Por eso, una sola manifestación no es suficiente para conseguir el profundo cambio que necesitamos, debemos ser constantes y demostrarles
nuevamente algo que parece que han olvidado: somos más que ustedes.
Por todo ello, tras conversaciones con colectivos de toda Canarias y su diáspora, hemos decidido volver a salir a la calle después del verano, además de una agenda de acciones y protestas hasta ese momento. Saldremos a la calle en el propio centro de este modelo desarrollista: en las zonas turísticas.
Mientras tanto, pedimos a la gente que siga luchando desde cada rincón de las islas contra este modelo injusto y que está destruyendo nuestra vida y nuestro territorio. Volvamos a dar ejemplo una vez más y recuperemos lo que nos pertenece, con fuerza y dignidad: Canarias tiene un límite, y sigue sin respetarse.
Al Gobierno de Canarias, cabildos, ayuntamientos, al lobby turístico y demás personas y entidades que se benefician de la situación de las islas, les advertimos una cosa: no nos van a callar y nuestras protestas solo irán a más si no se toman medidas inmediatas para parar el profundo deterioro ambiental y social que está viviendo Canarias. Cuanto antes paren la degradación sociocultural, el empeoramiento de la calidad de vida y el ecocidio generalizado en el que vivimos, mejor saldremos de él. Pónganse a trabajar por el bien
común, y entiendan que no pueden seguir haciéndolo unilateralmente y de espaldas a la gente: vamos a estar presentes en el diseño del nuevo modelo que estas islas se merecen, de forma colectiva y con una participación real. No hay otra manera.