Joaquín Hernández
CUADERNO DE BITÁCORA
Llevo días leyendo, escuchando, viendo y riéndome de los gurús y políticos que hablan de Cataluña, de los catalanes, los xarnegos, los emigrantes, los independentistas y los constitucionalistas.
Todos tienen su verdad encima de sus hombros, todo quieren lo mejor para el pueblo catalán, y vuelve el discurso de siempre, en cuanto a que los recursos de los catalanes son para los catalanes, los emigrantes son okupas y delincuentes y hay que echarlos a patadas de Cataluña, la educación bilingüe y la discriminación del idioma español con respecto a la lengua vernácula y volvemos al referéndum de autodeterminación, a la república de Catalunya y siguen dando la vara con la escasa financiación e inversión del estado español en infraestructuras importantes, en fin, más de lo mismo pero con más acritud.
Llevo años diciendo que el problema del Procés catalán es un problema que tienen que resolver entre ellos, el resto de los españoles no deberíamos intervenir, excepto para hacer cumplir la Constitución española.
La jaula de grillos en la que se convirtió el parlament catalán antes y después del 27 de octubre del año 2017, la fuga de Carles Puigdemont en el maletero del coche de su guardaespaldas y su periplo en Waterloo no ha sido, precisamente, un asunto baladí. Mientras Oriol Junqueras y otros cómplices de la madre de la estupidez que convirtió Cataluña, de cara al resto del mundo, en una república bananera dentro del continente europeo, pagaban con sus huesos en la trena, Puigdemont vivía y vive a cuerpo de reyezuelo africano en el exilio en su palacete de Waterloo.
Las elecciones del próximo domingo en Cataluña tienen mayor importancia que las pasadas en Euskadi. Y la tiene porque los catalanes se juegan el todo por el todo, o sea, se pone encima de la mesa el progreso de los catalanes durante los próximos años, o progresan adecuadamente o se van al carajo y se convierten en otra cosa aun sin definir, pero cuyo futuro no es muy halagüeño y que, seguramente, salpicará al resto de la piel de toro, porque cuando se “quema” Cataluña, todos estaremos apagando fuegos.
El enfrentamiento entre los dos partidos secesionistas, JuntXCat y ERC, produce entre los que defienden la independencia, entre ellos, los militantes y simpatizantes de la república catalana, un verdadero laberinto sin salida y un decepcionante porvenir, porque ¿qué puede ocurrir si JuntXCat no se fía de ERC y viceversa?
Ya se ha comprobado que juntos no pueden viajar y para hacer lo que hicieron no hace falta llevar alforjas. Aunque entre los dos partidos pudieran gobernar, ninguno de los dos está dispuesto a ceder ni un ápice de poder a favor del otro. Seguro se morderían la yugular por la consejería de Hacienda, la del dinero, la que reparte la pasta gansa, nada nuevo bajo el sol, eso ya ha ocurrido y acabó como el rosario de la aurora.
El Partido Popular y Vox dispara con pólvora mojada, lo que para Castilla y León es un discurso deseable en Cataluña no tiene nada que hacer.
El Psc y su candidato Illa, representa la mejor opción para poner orden en el caos en que se ha convertido la política en Cataluña, más pendiente de la poltrona y salvar el culo del asiento en el talego que de hacer política social que repercuta en el bienestar de la población.
Cataluña, los catalanes y residentes saben muy bien de dónde vienen y adonde quieren ir, saben muy bien que fuera de fobias y filias lo único que les interesa, como a la mayoría de los mortales, es un trabajo digno con un sueldo acorde a esa dignidad, una vivienda adaptada a los tiempos modernos, una sanidad pública que pueda dar ejemplo al resto de Europa por su estupenda gestión, una educación bilingüe que permita que todo aquel que quiera aprender el idioma Inglés, español, catalán, chino mandarín o el arameo, lo pueda estudiar sin mayor problema que su deseo de hacerlo, sin trabas populistas que en el siglo XXI parecen caducas.
En definitiva; salud, pan, trabajo, educación, cultura y vivienda, mirar al futuro con optimismo y volver la mirada a Europa para demostrar que Cataluña puede ser uno de los motores económicos más importantes de la UE. El Procés deberá ser una intención futurible dentro de la España de los estados federales, allá para finales del siglo XXI primeros del XXII.
El PSC deberá pactar sin el condicionamiento del PSOE en el parlamento español, olvidarse del apoyo interesado de Puigdemont y gobernar sin lastres.
Convocar nuevas elecciones solo significaría el fracaso de la política y los políticos catalanes.