Antonio Aguado Suárez.
Mirándolo con perspectiva, tendremos que reconocer que la II República se configuró con muchas ilusiones y esperanzas, pero igualmente y desde sus inicios con bastantes y muy graves dificultades para que se pudiera consolidar y llegar a buen puerto. Antes de su constitución y a nivel externo, ya los fascistas españoles de la época estaban en contacto con sus homólogos italianos comandados por Benito Mussolini que, les prometieron apoyarles en caso de que en España se configurara un gobierno republicano, como así sucedió e incluso, con la participación de los nazis alemanes con Adolf Hitler al frente que, tanto drama y desolación causó en la II Guerra Mundial.
A nivel interno la reaccionaria oligarquía apoyó sin reservas al fascista y genocida Franco. De los ejemplos más significativos fue el del banquero Juan March, siendo uno de sus principales sostenes económicos. Ya junto con todos sus apoyos se iban preparando para afrontar la revancha y recuperar a “su patria”. Sin embargo, las organizaciones políticas democráticas y republicanas, antes de producirse el levantamiento nacional, desde la ingenuidad y rayando en la irresponsabilidad, no tuvieron en cuenta todas las acciones conspirativas que, se estaban sucediendo para que la II Republica no se hiciera realidad y de lograrse, que lo fuera por el menor tiempo posible.
Eran tan públicas y notorias las acciones protagonizadas por el Bando Nacional que se sublevó, haciéndose muy difícil pensar que los Servicios de Inteligencia del Gobierno de la II República no las pudieran captar. Empezando por el propio desplazamiento del avión Dragón Rápide, con el que saliendo desde el aeropuerto de Croydon al Sur de Londres el 11 de julio de 1936, tuvo varias escalas: Oporto, Lisboa, Cabo Juby en el África Occidental y desde aquí, se desplazó al aeropuerto de Gando en Gran Canaria a donde llegó el día 15 por la tarde, para llegado el momento recoger a Franco y trasladarlo a Ceuta, desde donde comenzaría su infame “alzamiento nacional”.
Por reticencias y desconfianza con Franco el presidente Manuel Azaña, lo había nombrado capitán general de Canarias, tratando de tenerlo alejado de la península. La Capitanía General de Canarias se encontraba (y encuentra) radicada en Santa Cruz de Tenerife y el día 16 de julio, Franco desde ésta se vio “obligado” a desplazarse a Gran Canaria, debido al “fallecimiento por accidente” del general Amado Balmes, mientras estaba efectuando prácticas de tiro en el Cuartel Militar de la Isleta. Según la versión oficial fue como consecuencia de un “accidente mientras cargaba la pistola que se le disparo y le produjo una herida mortal en el estómago”.
Esa referida versión fue ampliamente refutada por el historiador Ángel Viñas, en su libro: “El primer asesinato de Franco”, mediante un extenso informe redactado por el malogrado doctor de anatomía patológica Miguel Ull Laita, mediante el cual pudo demostrar que la muerte del general Balmes no fue por accidente y si por un premeditado asesinato. Todo concuerda para que, sin levantar sospechas, Franco pudiera desplazarse de Tenerife a Gran Canaria para asistir al duelo y desde ésta a Ceuta, para ponerse al frente del ejercito de esa zona que le era fiel y estaba suficientemente preparado para afrontar el cobarde y traicionero golpe de Estado.
Inconcebible, que con el clima prebélico público y notorio que, se había creado en contra de la II República, por parte de los poderes facticos, el gobierno no tuviera los informes pertinentes para adoptar las medidas necesarias y oportunas, cortando de raíz aquellas pretendidas (y lamentablemente logradas) intenciones, que nos hizo soportar durante 40 años una dictadura militar, con lo que eso significó de retroceso, falta de libertades y de justicia social.
Eso mas recientemente, ocurrió con el golpe de Estado del 23f de 1981. Como consecuencia de varias asonadas de sables previas, se tenía conocimiento de que iba a suceder y no se adoptaron las medidas necesarias para que no se hiciera realidad. Afortunadamente su ejecución no se produjo pues fue una auténtica chapuza, de lo contrario, posiblemente todavía estaríamos pagando las consecuencias.
La confianza de las organizaciones políticas democráticas en este tipo de situaciones, es realmente preocupante. Una de las más simbólicas y representativas fue la del golpe de Estado protagonizado por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, contra el gobierno legalmente constituido del presidente Salvador Allende. Éste tenía confianza plena en el general golpista y confiaba en su lealtad, pero miserablemente le traicionó y en contra de su pueblo, aprovechó el ambiente tenso y de crispación que había generado el Gobierno de los Estados Unidos de la época, con su ministro de Asuntos Exteriores al frente Henry Kissinger y, con el apoyo de la CIA y de los grandes empresarios del transporte que, para crear un ambiente de gran malestar en la población, se dedicaron a desabastecerla y al final les dio resultado.
En el documental la Batalla de Chile, quedó muy bien reflejada en la secuencia, con sendas intervenciones en una asamblea sindical las dos posturas enfrentadas. La primera fue expuesta muy sencillamente por un trabajador manual, quejándose y reclamando que el camarada presidente Allende, para defender a la Republica debería armar a los sindicatos. Y la segunda, fue expuesta por un trabajador intelectual, que empezó utilizando una frase reaccionaria: ”compañeros, hay que ser pragmáticos y realistas” (¿quién mide el pragmatismo y realismo?) y si hacemos caso a lo expuesto anteriormente, quedaremos aislados económicamente, pues el FMI, el Banco Internacional e incluso la Banca Suiza, nos cerraran sus créditos. De inmediato le contestó el primero y dijo: “para que queremos esos apoyos y créditos, si es que los fascistas ya están atacando en diversas zonas del país y no descansaran hasta llegar al Palacio Presidencial de la Moneda. Algo que sucedió con el resultado producido. Al final de los dos, ¿Quién fue el más pragmático y realista?.
Por supuesto, que estos casos son los más graves, pero también lo es ver la división y en muchas ocasiones enfrentamientos, de las organizaciones políticas de izquierda y con tamaña irresponsabilidad, se le suele hacer el juego en nuestro caso, a la reaccionaria derecha extrema del PP y fascista extrema derecha de Vox.