CUADERNO DE BITÁCORA
Pedro Sánchez, sin lugar a duda, se la está jugando a una carta. El órdago lanzado por Puigdemont ha dejado en una posición dificilísima al partido liderado por el presidente en funciones del gobierno de España.
Aunque sabía de antemano que tendría que ir a la investidura con el apoyo de los independentistas catalanes y vascos, no es menos cierto que no esperaba el “listón tan alto”. Pedro tendrá que repasar su manual de resistencia si quiere terminar la XVI legislatura en el palacio de la Moncloa. Porque el dilema se ha convertido en trilema, ya no es cuestión de pactar y pasar por el tubo de las exigencias de Puigdemont y su partido, ahora el tema es la incógnita de un futuro gobierno presionado y extorsionado por aquellos que te apoyaron para conseguirlo.
Porque, por un lado, le es muy difícil justificar una amnistía que no sea estrictamente política, donde se metan en el mimo saco a los “buenos y a los malos”, cuestión que no está dispuesto a consentir los otros independentistas de Ezquerra Republicana de Cataluña y que los malos del Psoe reclaman para ellos también. O sea que, si el proyecto de ley de la amnistía para los implicados en el procés se extiende a los corruptos de JuntXcat, a la familia Pujol-Ferrusola, y compañía, el golpe de estado lo tendrá Pedro Sánchez, nuevamente, en la sede de la madrileña calle de Ferraz.
Oriol Junqueras, líder de ERC, ha manifestado que quiere ver el documento pactado entre Psoe y JuntXcat antes de dar el visto bueno a la investidura, con toda chulería, dice que: “no consentiremos que la corrupción tenga salida por la vía de la amnistía”. De manera que, si Pedro traga con las propuestas de Puigdemont, el problema lo tendrá con Oriol, o viceversa.
Entre todo este maremágnum la solución no puede ser salomónica, aquí no se puede partir nada, sin embargo, si puede ser la de Pilatos, que es la más aconsejable, lavarse las manos y que se peleen entre ellos, ir a la investidura al pairo de lo que pueda suceder, pero si más pacto que el ya firmado con ERC; amnistía para los independentistas implicado en delitos del denominado proceso para instaurar la republica catalana, incluido Puigdemont. Los “otros” tendrán que seguir tal cual, unos reclamados por la justicia, otra pendiente de entrar en la cárcel y los demás a juicio.
La tercera parte del trilema es la más grave.
Pedro se ha cargado la confianza de aquellos votantes de izquierda, los que fueron a votar no a favor del Psoe, sino en contra del PP y de Vox, y que se cuentan por un par de millones de votos, que caso de ir a unas nuevas elecciones, se abstendrían y defraudados seguirán mirándose la pelusilla de su ombligo y mirando al suelo dejar que ocurra lo que tenga que ocurrir. Porque la actitud y aptitud del presidente en funciones es, hasta cierto punto, espeluznante. Porque no se puede y no se debe gobernar con el chantaje permanente, con la extorsión y la espada encima de tu cabeza. A estas alturas de la película, no es descabellado adivinar el final.
Ahora se ha hecho tarde para convocar nuevas elecciones para el mes de enero. En la calle de Ferraz tienen información del CIS que caso de convocarlas el PP/VOX gobernarían España los próximos cuatro años.
Pero si gobierna el Psoe contando con el apoyo de una jauría de lobos, lo más probable, más del 75%, es que se rompa el gobierno de coalición por el bloque de los PGE, o bien siguen cediendo a la extorsión “legalizada” y entonces pasará lo mismo, solo que ocurrirá en el 2028, el Psoe se hundirá.
Sin ser agorero ni adivino, esto es lo más probable que suceda, aunque preferiría equivocarme.