Entre Aznar y una parte de mi generación -en la que me incluyo- hay algunas diferencias:
que nadie tiene noticia del menor compromiso antifranquista por su parte (y edad tiene para haberse comprometido contra la Dictadura); y que no votó a favor de la Constitución. Supongo que porque estaba adscrito a la consigna de España Una, es decir autoritaria y centralista, ya que así la han entendido siempre los sectores conservadores, Grande y Libre.
La otra “diferiencia” tiene que ver con cómo nos embarcó en una Guerra de agresión, contraria al Derecho Internacional y basada en la mentira de la existencia en el Irak de Sadam Hussein de armas de destrucción masiva. En contra de la abrumadora opinión mayoritaria de la sociedad española y exponiendo “a los españoles a experimentar vejaciones en sus personas o en sus bienes”. Lo subrayo porque la expresión no es mía, sino del Código Penal al tipificar una de las modalidades del delito de traición. Ni siquiera se le ocurrió convocarnos a un referéndum, como ese que está reclamando sobre la amnistía un Feijóo tanto más groggy cuanto falto de escrúpulos.
Pero qué lecciones son esas que nos imparten el PP y la fundación FAES?. Son los mismos que montaron la Policía Patriótica, utilizando el poder del Estado para perseguir a sus adversarios políticos y para tapar las pruebas de su corrupción?. Es el mismo Partido que tuvo secuestrada la mayoría del Tribunal Constitucional, la misma que dictó una Sentencia aberrante sobre el estado de alarma o que irrumpió en la función legislativa -a instancias del PP y sin oír ni a las Cortes Generales ni a los Grupos Parlamentarios- para tratar de impedir la derogación del delito de sedición y modificar el de malversación de caudales públicos, con el único propósito de preservar el “cuanto peor, mejor” en relación a las secuelas de la Crisis política del Procés, que se desencadenó después de una larga incubación bajo gobiernos del PP.
¿Es el mismo PP de Ayuso, cuyo Gobierno dictó los “Protocolos de la vergüenza”, que abandonaron a los estragos de la Pandemia y a la muerte a miles de personas mayores en las residencias de Madrid?
El mismo PP que tiene secuestrado desde hace más de 5 años el Consejo General del Poder Judicial con el propósito descarado de seguir controlando los nombramientos de los jueces de los tribunales más importantes (más de 20 del Tribunal Supremo, ya saben para qué) hasta que les cortaron las alas.
El mismo Consejo General del Poder Judicial cuya mayoría, completamente deslegitimada constitucionalmente por haber transcurrido largamente el período para el que fueron nombrados sus integrantes, acaba de incorporarse hoy como fuerza de choque en una guerra preventiva contra la posibilidad de que el candidato a la designado por el Jefe del Estado logre la investidura. Han publicado hoy un panfleto que reproduce literalmente las consignas de Génova, calificando como “degradación, cuando no de abolición del Estado de Derecho en España” la aprobación de una Ley de Amnistía cuyos términos aún no se conocen y cuya iniciativa no ha sido presentada. Y pretenden que ese libelo se convierta en una declaración del Consejo, al margen completamente de sus competencias constitucionales.
No todas las estrategias de deslegitimación de un Gobierno, como en la pasada legislatura o del que pudiera formarse si Pedro Sánchez es investido, acaban en golpe de Estado; pero todos los golpes de Estado han partido, como primera y esencial premisa, de esas estrategias de deslegitimación que el PP (y lo que el PP representa) vienen desplegando desde hace años cada día y todos los días.
La democracia española está en riesgo. La derecha, desde que se reagrupó -remontado el desconcierto que les supuso la desaparición del General y el deterioro de la Dictadura- detrás del PP de Aznar, cada vez que no gobiernan les vale todo para recuperar el poder. Aunque lo de estos últimos años es una escalada cualitativa. Hay una parte muy influyente del poder económico y de los poderes fácticos que sólo aceptan la democracia “accidentalmente”. Es decir siempre y cuando ellos controlen el Gobierno, a través de su agencia institucional: el PP. Un PP tanto más sometido a esos sectores poderosos cuanto más mediocres sean -como es el caso- sus líderes. Porque el nivel de Casado fue, y el de Feijóo es, de traca.
Secuestro del Tribunal Constitucional, del Consejo General del Poder Judicial, establecimiento de una nueva modalidad de censura informativa 2.20, pura innovación en este sórdido oficio, que insiste en que una gran parte de los medios informativos desprecian los logros del Gobierno, exageran hasta la náusea sus errores reales o inventados y, sobre todo, silencian las contradicciones flagrantes de la dirigencia conservadora, que puede pasar en 24 horas de llamar golpista a Puigdemont, a elogiar la “tradición y legalidad, que no está en duda” de Junts o a implorarle al “prófugo” que ”deje caer a Sánchez”.
Con todo eso, lecciones de Aznar, de Feijóo y sus lugartenientes… ¿Lecciones de qué, de constitucionalismo, de democracia, de patriotismo?
Permítanme: ni una sola.
Santiago Pérez.