SB- Noticias/Estefanía López.- Tras el incendio que ha asolado parte de la isla de Tenerife, César Rodríguez Placeres entrevista en Radio San Borondón a José Garcia Casanova, doctor en Ciencias Biológicas, técnico superior del servicio de biodiversidad de Gobierno de Canarias y miembro del Patronato del Parque Nacional del Teide.
P: ¿Se puede afirmar que históricamente ahora tenemos muchos más incendios en Canarias?
R: Los incendios forestales han existido, existen y seguirán existiendo, algunos provocados por un rayo, otros por una erupción volcánica -aunque en el reciente incendio de La Palma hemos visto que no se han producido incendios, sí pinos carbonizados- y sobre todo provocados por el hombre Y el fuego es una herramienta con un poder destructivo tremendo.
Está claro que en épocas aborígenes en Canarias el fuego fue utilizado por los guanches para aclarar algunas zonas que pudieran después dedicar al pastoreo o para una agricultura primitiva. En el S XV con la conquista de Canarias, el hambre de tierras de cultivo aumenta muchísimo y muchas zonas fueron intencionadamente quemadas para obtener esas zonas para la agricultura. Eso no solo sucede en Canarias. En Madeira se dice que cuando los portugueses llegan para instalarse, incendian los bosques y cuentan las crónicas que los bosques estuvieron ardiendo siete años. Esto nos indica que el uso del fuego era una práctica común para obtener tierras de cultivo, para el asentamiento humano, etcétera.
Mas recientemente los bosques de Canarias fueron muy utilizados, en realidad prácticamente todos han sido intervenidos. No solo los bosques, también los matorrales tanto los costeros como los de cumbre. Aquí en Canarias, en particular en Tenerife, después de las grandes talas y quemas del pasado, en los años 50 del pasado siglo XX los ingenieros de monte Ceballos y Ortuño llegan aquí con la idea de la silvicultura y comienzan a reforestar.
P: Ha sido muy polémica esa reforestación ¿Fue positiva para los montes de la isla?
R: Tuvo aspectos positivos y otros no tanto. Por un lado se plantaron pinos en la zona que corresponde ecológicamente al pinar, pero también se plantaron pinos por debajo, talando incluso masas de monte verde, y por encima de los 1.800, 2.000 metros también donde ya no le correspondía ecológicamente a dicha especie, pues ahí estaría el retamar. Además se plantaron pinos con una tremenda densidad: en cada hectárea plantaban mil pinos, pensaban que no todos los pinos que se plantasen podían medrar, que muchos se podrían perder o no “pegar” y entonces quedaría un pinar equivalente al pinar natural. Pero no fue así, la mayoría de pinos salieron para adelante y crecieron. Pasó el tiempo pero no se hizo una entresaca y eso dio como resultado que los pinos tenían que competir entre sí por el agua, por los nutrientes pero también por la luz. Hay muchas especies que necesitan luz y que ahí no pueden crecer y por otro lado los pinos que crecieron, al hacerse la competencia feroz, lo hicieron muy delgaditos, no desarrollaron una corteza gruesa que es la que facilita al pino canario que cuando llegue el incendio se queme la corteza pero al interior no le haga daño.
Un ejemplo de esto lo vemos en los pinares que había en Las Lagunetas que era casi una selva oscura donde la luz apenas llega al suelo.
P: ¿Qué otros factores influyen en que hoy tengamos este tipo de incendios tan grandes?
R: Además de lo dicho, está la acumulación de la pinocha, la materia orgánica es cada vez mayor porque la velocidad con la que actúan los hongos, las bacterias, los insectos etc en el proceso de descomposición es mucho menor que la acumulación de la materia sobre el suelo. El resultado: mucha materia inflamable en unos montes con una gran densidad de pinos y entonces cuando llega ahí el fuego, lógicamente tenemos un problema importante que no se da tanto en los pinares más naturales, como los que nos encontramos en las cumbres del sur, en Vilaflor.
P: ¿Cuáles serían los principales problemas que más han influido en el último incendio ocurrido en Tenerife?
R: Son muchos, en los incendios que ha habido y los que por desgracia va a haber de forma más frecuente, el principal problema es que no se ha hecho la gestión adecuada para renaturalizar esos pinares, porque además de lo dicho anteriormente, si nos fijamos, todos los pinos son iguales, con la misma cohorte, se han plantado en unos pocos meses o años y todos son de la misma estatura y eso no es normal. En un ecosistema tiene que haber muchos pinos jóvenes, menos medianos y muy pocos ancianos.
La estructura y la composición florística actual de los pinares no es la que tiene que ser, esto es un riesgo importante para los incendios y también para que otras especies propias de la cohorte de los pinares puedan desarrollarse.
No se puede tampoco obviar el hecho de la piromanía, aunque en este caso no sabemos de manera oficial como se ha producido y hay que esperar a los resultados de la investigación de la guardiacivil.
Y por último el gran problema es el cambio climático, que no tiene mucha solución.
P: Háblenos de la influencia del cambio climático en los incendios
R: El cambio climático está aquí, lleva tiempo, vemos el ascenso de las temperaturas en los registros que se hacen todos los años. Hemos tenido el verano en el hemisferio norte más caluroso de toda la historia, desde que existen registros meteorológicos. Hay un enorme desequilibrio en el clima. Igual se producen sequías pertinaces, como vienen tormentas, ciclones y tifones… Y no olvidemos que toda esta desregulación ha sido provocada por la actividad humana.
Por supuesto que siempre ha habido cambios climáticos, pero a unas escalas muy largas, sin embargo ahora estamos viendo que en pocas décadas las temperaturas suben varios grados, los fenómenos de desregulaciones son más frecuentes, etcétera. Esta es la cosecha que estamos recibiendo de años y siglos -desde la revolución industrial a hoy- de emisiones de muchos gases de efecto invernadero. Y aunque a partir de ahora no emitiéramos más CO2 o de otro tipo a la atmósfera, esto va a continuar porque lleva una inercia detrás muy importante. Por supuesto que hay fenómenos naturales que también aportan gases a la atmósfera. Me temo que cada vez lo tenemos más difícil para prevenir, luchar y adaptarnos a todos estos cambios.
P: Como biólogo ¿cuáles son las consecuencias del incendio que más le preocupan?
R: La pérdida de especies endémicas. Algunos territorios del planeta tienen como característica albergar muchísimas formas de vida diferentes a las que aparecen en otros lugares, por tener una alta biodiversidad endémica. Las islas volcánicas en general y Canarias en particular son lugares donde al haber llegado animales o plantas procedentes de otros sitios y al estar aquí aislados y no volverse a cruzar con sus ancestros continentales, han ido evolucionando fruto de la presión ambiental. En Canarias tenemos una altísima biodiversidad. Nuestra biodiversidad vegetal es la más alta de la Unión Europea. Y si nos fijamos en la fauna, en especial los invertebrados endémicos de Canarias son muchos más en número, en formas de especies exclusivas… Toda esa biodiversidad es muy importante pero a la vez muy frágil. Por ello cuando en nuestros territorios se nos quema un kilómetro cuadrado puede hacer que desaparezcan decenas o centenares de especies.
P: ¿Somos conscientes como sociedad de la excepcionalidad de nuestra biodiversidad?
R: No. Precisamente durante este incendio he observado, en la mayor parte de declaraciones que se han hecho desde la administración o desde otros ámbitos -quizás por ignorancia- una especie de desprecio hacia algo que tiene una importancia crucial en el funcionamiento de los ecosistemas, porque el pinar como cualquier otro ecosistema tiene un montón de relaciones internas y todas son complementarias.
Normalmente en los incendios las pérdidas que más se ven son las especies más grandes, en el caso de la fauna se habla de los mamíferos, las aves…, en el caso de la flora los árboles. Pero eso es la punta del iceberg, porque debajo de todos esos elementos llamativos hay todo un conjunto de muchos otros seres que son los que permiten la existencia de esos de los que más hablamos.
Eso es lo que me preocupa: que cuando se quema el pinar, posiblemente si caen unas aguas volvemos a tener un paisaje verde. Si llueve los pinos a las pocas semanas volverán a tener algunas hojitas… pero si el suelo se quema severamente, con las altas temperaturas y si el incendio es de larga duración, muere y se hace un territorio estéril durante mucho tiempo. Si desaparecen los hongos, las bacterias o los pequeños invertebrados que están descomponiendo la materia orgánica y que los pájaros llevan a sus nidos para alimentar las crías, se rompe toda una cadena fundamental, hasta que poco a poco vuelva a regenerarse.
El problema es que hay muchas especies, tanto animales como vegetales, que fruto de esas reiteradas afecciones han quedado relegadas a poblaciones muy reducidas. Por ejemplo, en el barranco Añavingo en Arafo hay una población de una especie con florescencia de color rosado, el cabezón de añavingo que solo vive en el mundo ese barranco y en un punto por Las Hiedras en Arico. Si desaparece esa población tan local, desaparece toda una especie.
P: ¿Es crítico con el mensaje transmitido a través de los medios en el pasado incendio de la isla?
R: Somos conscientes de que los incendios seguirán produciéndose y nadie pone en cuestión que lo primero es garantizar la vida de las personas y sus bienes. Pero no nos olvidemos de nuestra flora y fauna. Sinceramente no he visto en los medios de comunicación canarios una referencia a este tema que tiene una importancia crucial.
P: ¿Qué podemos hacer los ciudadanos?
R: Canarias tiene recursos naturales extraordinario tanto desde el punto de vista de la gea como de la biota, y una cultura importante. Hay que poner en valor la natura y la cultura. Es lo que hace que estas islas sean ese mítico ‘jardín de las Hespérides’. Por desgracia el modelo económico imperante apunta a todo lo contrario, a explotar de forma literal y metafórica el territorio. Tenemos que poner un freno urgente a todo esto y hacer moratorias en un montón de sectores económicos, porque este territorio no aguanta más. Las costuras de la biodiversidad y de la habitabilidad están a punto de saltar.
Hay que frenar este loco ritmo de crecimiento y de ocupación del territorio. Es preciso avanzar en una relación armoniosa y sostenible del ser humano con su medio.
P: ¿Qué opina del recurso del pastoreo y de la vinculación de los pastores con los montes?
R: En algunos sitios el pastoreo ha funcionado y se ha convertido en un elemento más del ecosistema. Es el caso de lo que ha ocurrido en las dehesas mediterráneas, donde tras milenios de actividad de pastoreo y ganadería se ha originado un paisaje nuevo que ha demostrado tener un equilibrio, eso no es cuestionable.
Otra cosa es el caso de Canarias donde la situación es diferente y cambia en cada isla. Por ejemplo en Gran Canaria la naturaleza fue mucho más alterada históricamente que en Tenerife. Allí la gente llegó a habitar en la cumbre donde vivían del pastoreo, la ganadería y la agricultura.
En Tenerife, el pastoreo que hubo en las zonas de pinar y cumbres, también pudieron haber provocado cambios severos en el ecosistema y en la biodiversidad. En los años 70 del pasado siglo, el botánico Sventenius comienza a descubrir y describir casi un centenar de especies que no se conocían para la ciencia. Él escribió por los años 50 que la retama estaba muy escasa en las cumbres de Tenerife o que el rosalito de cumbre, que hoy es casi una plaga, él consideraba que de continuar los ganados subiendo iba a desaparecer. Cuando se crea el Parque Nacional del Teide en 1954, una de las primeras medidas que se toman es retirar el ganado que en decenas de miles estaban en las cumbres. Y en pocas décadas, ya sin la presión del pastoreo, se fue recuperando de manera importante. Eso permitió recuperar muchas especies que corrían riesgo de desaparecer.
P: El pastoreo ¿una herramienta para prevenir los incendios?
R: El pastoreo hay que verlo desde una perspectiva compleja. Depende en que isla, en que zona, cuando… Además el pastoreo tiene un peligro y es que los herbívoros comen todo, no diferencian una planta en peligro de extinción de otras que no lo están. Considero que debido a la cantidad de plantas en situación crítica que tenemos con muchas especies amenazas y protegidas, no se pueden exportar a todas las islas las recetas que funcionan en alguna de ellas.
Por otro lado, no olvidemos que Canarias no siempre existió la ganadería. La ganadería fue traída a Canarias por las primeras culturas que llegaron del noroeste de África, hace unos 2000 o 2500 años. Para nosotros eso es toda la vida, pero en la escala geológica, el pastoreo llegó muy recientemente. Nosotros tenemos una visión antropocéntrica, de que somos el centro del mundo y pensamos que lo que conocemos es lo que ha existido siempre, pero no es así, Los sistemas son dinámicos, son procesos enormes en el tiempo.
P: ¿Se habrán perdido especies endémicas?
R: Totalmente no, pero muy afectadas sí. Es posible que por ejemplo la pajonera de cumbre que no estaba catalogada, seguro que habrá que hacerlo ahora, pues las únicas poblaciones de esa especie endémica de Tenerife exclusivamente vivían justo en esa zona entre la Orotava y Güimar afectada por el fuego.
Manuel de Durbán director del Parque Nacional de Teide, nos hablaba de que entre Izaña y el Portillo el incendio fue saltando. En los observatorios del astrofísico se vieron cercados, en esa zona hay como mínimo tres especies que pueden haberse visto afectadas. Una de ellas es la que conocemos como bencomia de cumbre o rosal del guanche, es una planta de la familia de las rosas, descrita por Sventenius el pasado siglo, una especie que solo vive en las cumbres cimeras de la isla de Tenerife y de La Palma. Su población es muy reducida. Desgraciadamente habían plantado algunos ejemplares del rosal guanche para ampliar la población y se quemaron debido al incendio.
Además, en el Centro de visitantes hay un jardín muy bonito donde están todas las plantas del Teide para ofrecer una muestra al público y para tener un reservorio para proteger las especies. Pues el incendio también afectó a algunas de las especies de este jardín… Es una pérdida importante al ser tan escasa la población.
Esto no se suele comentar. Quiero romper una lanza por estas especies valiosísimas pero que no se nombran, que están en un estado conservación extremo…