Con motivo del 50 aniversario del golpe de estado en Chile, un grupo de profesionales y ciudadanos canarios suscriben un Manifiesto recordando la “tropelía fascista alimentada desde Washington” del general Pinochet, contra el gobierno democrático de la Unidad Popular así como la trascendencia del compromiso heroico con el pueblo de Salvador Allende.
Homenaje a la Unidad Popular Chile:
I.- El 11 de septiembre de 1973, desde el palacio de La Moneda, bombardeado y acribillado por la tropelía fascista alimentada desde Washington, el Compañero Presidente Salvador Allende, a través de Radio Magallanes, endosó a la cruel jauría y sus amos sanción moral, reforzando eternamente la amenaza de justicia que persiste sobre los sicarios y sus deudos. Otras justicias.
II.- En su discurso ante el pueblo de Santiago de Chile, el 5 de septiembre de 1970, tras el triunfo electoral de la Unidad Popular, el compañero presidente dejó claro su compromiso y papel en el esfuerzo de la patria chilena. Sin caudillismos populistas, sin concesión alguna a las pretensiones mitologizante e individualizadoras de los medios de comunicación que intentan banalizar el esfuerzo colectivo, Allende reivindicó su compromiso de representación del afán popular rehuyendo vanidades y excentricidades, mercadeos programáticos o interesada opacidad. Desde la transparencia ideológica y programática, burlando las triquiñuelas del parlamentarismo liberal, pero exigiéndose el máximo vigor y respeto a los principios democráticos de dialogo, afrontó las
soluciones exigidas por la revolución en Chile programadas por la Unidad Popular Chilena.
III.- El programa político defendido por Allende fue el configurado por las fuerzas políticas chilenas representantes del afán popular democrático. La solución a los problemas de Chile exigía una revolución, necesidad reconocida por la derecha chilena, la democracia cristiana. Reforma agraria.
Regulación de la propiedad de los medios de producción en aras de paliar la desigualdad, reforma educativa, recuperación de los recursos propios en manos del imperio yanqui y eliminar los monopolios interiores. Un programa hacia el socialismo como fase de transición: no aniquilar el capitalismo sino edificar una nueva sociedad donde este no tuviera lugar ni preponderancia.
IV.- La bicha traicionera y miserable, alimentada por Washington aprovechó la confianza depositada por la Unidad Popular en la vía electoral al socialismo, confianza de otros muchos en Europa (PC italiano, PC francés, PC España, PC Norteamérica…). Allende tenía en mucho lo que el consideraba tradición de respeto a los procedimientos democráticos en su país, su ejército y resto de poderes del Estado. Cómo en la España de 1930, confiar en gorros con
visera, togas y bonetes, no comisaría lealtades y, a precio de saldo, sus generales ensangrentaron sus manos y conciencia con la sangre de todo/a chileno/a que presumieran enemigo presente o futuro.
V.- La actuación de los sicarios chilenos y sus amos imperialistas dejaron claro algo con trascendencia (menor que cada una de las muertes de los y las represaliados/as por Pinochet y sus aliados militares, sociales y políticos). Su actuación evidenció que el conjunto de actos sociales y económicos, en su influencia política que llamamos capitalismo basa en su autoconvicción de que el poder reside sólo en su fuerza y que los procedimientos democráticos que faciliten la presencia de los productores en el parlamento y en el gobierno son meros obstáculos en la legitimación de sus imposiciones. El Capitalismo es incompatible con la Democracia y el “mientras tanto” no es justificación de actuación, social y política, que olvide o enmascare tal maldición objetiva.
VI.- El gesto heroico que hoy podemos aplaudir y homenajear de Salvador Allende y la Unidad Popular de Chile no aconteció al momento de su muerte. Se inició en su compromiso en la Unidad Popular, en su continuo reconocer a las fuerzas políticas que la constituyeron, alentando su existencia aun tras su aniquilación. Su gesto, expresión ética y moral y sobre todo de sus convicciones políticas sobre los agentes del cambio social, eligiendo no sobrevivir a la indigna masacre perpetrada por la Bicha fascista y sus amos imperialistas, confirmaron su grandeza personal y su compromiso con la verdad.
Sin duda iluminan las alamedas de libertad que crecen en el Chile de hoy y en el reconocimiento de muchos/as.
1.- José Ramón Pérez Meléndez – Abogado Laboralista
2.- Agustín Millares Cantero – Historiador
3.- Iván Alvarado Castro – Profesor de Antropología UAM
4.- Orlando Rodríguez Peñate – Profesor de Historia
5.- Manuel Sánchez Romero – Trabajador y Sindicalista Sector Metal
6.- Paula Núñez Peraza – Auxiliar de Seguridad Portuaria
7.- Diego León Socorro – Abogado Laboralista
8.- Arturo Borges Álamo – Médico
9.- Juan Andrés Tiburcio Herráez – Secretario General Sindicato Elevación.
10.- Alejandro Pérez Peñate – Abogado Laboralista
11.- Holger Peña Luna – Trabajador y Sindicalista Sector Metal
12.- Juan Pedro Vega Sánchez – Trabajador y Sindicalista Sector Industria
13.- José Molina Ramírez – Profesor Jubilado
14.- Isabel Lecuona Fernández – Abogada Laboralista
15.- Germán Santana Pérez – Profesor de Historia de la Universidad de Las Palmas de GC.
16.- Adrían Ubach Scholz – Politólogo
17.- Carlos Álvarez – Escrito y Cineasta
18.- José Rivero Pérez – Abogado
19.- Víctor Caro Zamora – Profesor
20.- Javier Marrero Santana – Activista Social
21.- Teresa Báez – Abogada
22.- Isaías González Gordillo – Abogado Laboralista