Interesante entrevista en Radio San Borondón al catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna Pedro Luis Pérez de Paz, en la que nos da sus impresiones sobre el incendio que ha asolado la isla de Tenerife, sus causas y consecuencias.
SB-Noticias/Estefanía López.- El destacado botánico canario difiere de ciertas declaraciones realizadas en los medios de comunicación estos días, que califica de ambiguas, amparadas a veces en tecnicismos “y a veces en proyectos que se subvencionan”, pero que poco tienen de ciertas. En este sentido, discrepa de quienes han afirmado que las consecuencias de estos incendios están aún por estudiar. Asevera que sabemos perfectamente que estos incendios, de manera reiterada, empobrecen los ecosistemas y acaban con muchos de nuestros mejores y más valiosos endemismos. El hecho de que algunas especies, entre ellas el pino canario, puedan mantenerse, no nos debe tranquilizar, porque a pesar de lo que se ha dicho, no todos los pinos sobreviven, los jóvenes se pierden porque no han desarrollado una corteza suficientemente suberosa para evitar arder, y los mayores, que ya tienen heridas de guerra de otras incendios anteriores, arden como ‘antorchas vivas’ porque se les prende el corazón de tea, se encienden y se quedan por el camino.
Además nos recuerda que, cuando vemos después de un incendio de nuevo el monte verde pasados 8 o 10 años -si los inviernos son moderados y generosos-, con lo que nos encontramos es con especies ‘banales y cosmopolitas’, que están lo mismo en Canarias que en el Mediterráneo, en California o en Sudáfrica. Es decir, que estamos perdiendo nuestra singularidad, nuestro patrimonio genético “y eso hay que decirlo con claridad, con contundencia y de modo expreso porque eso es lo que va quedando tras el marrón de los incendios”, afirma.
El Catedrático reclama de las autoridades competentes, contundencia y agilidad a la hora de actuar contra estos incendios, sobre todo a los que son provocados y ponérselo difícil a estos incendiarios que actúan en modo de terrorismo ambiental, “porque una cosa está clara, una vez que se desencadena un incendio de estas características, en el apagado y control hemos tocado techo pues el fuego se para prácticamente cuando queda poco o nada por arder, cuando lo acorralan y lo echan al monte y se encuentra con los arenales en el Teide donde ya no queda más vegetación”.
“Si los pinos votaran”…
Asimismo se muestra crítico con las principales autoridades regionales e insulares que han coordinado el incendio, vendiendo la gestión como un éxito por el hecho de que no ha habido pérdidas humanas y se hayan salvado animales domésticos, cuartos de aperos -en un elevado porcentaje ilegales- y viviendas. “Por supuesto que esto es fundamental, pero ¡por dios!, no minusvaloremos nuestros montes. Hecho de menos que no hayan salido miembros de las áreas del Medio Natural y Biodiversidad del Gobierno de Canarias, para trasladar el reconocimiento y la preocupación por la pérdida de millones de pinos que se han visto afectados, estos seres vivos que no hablan y no votan”, ironiza.
Las reforestaciones no se hicieron mal
También rebate el botánico a algunos expertos que han afirmado que las reforestaciones en Tenerife se han hecho mal, porque los pinos se plantaron muy juntos. En este sentido responde: “Gracias a los ingenieros de montes D. Luis Ceballos y D. Francisco Ortuño, así como otros antepasados que se dejaron la piel no solo en Tenerife sino en La Palma, El Hierro o Gran Canaria plantando pinos en la posguerra, para sobrevivir trabajando de sol a sol, tenemos hoy la corona forestal que tenemos”.
Explica que los pinos se plantaban juntos por el efecto de grupo, un factor importante en ecología, para que se protejan unos a otros. “Es verdad que se pensaba que pudiera haber más fallas y que a medida que fueran creciendo habría que introducir silvicultura y aclarar esos montes”. En esta línea recuerda que en Tenerife se intentó poner en práctica este proceso, para lo que se creó una empresa participada por el Cabildo Insular y CajaCanarias, aunque al final fracasó. Recuerda que el objetivo era convencer a la sociedad de que se trataba no de una deforestación sino una naturalización de los pinares y eso generó cierta polémica.
Lo cierto es que el pino canario tiene una cobertura que no es superior nunca al 70 u 80 %, pero en las zonas de reforestación la cobertura es casi del 100 % por lo que se hace necesario tratar esta situación. Y en este aspecto también es claro el veterano biólogo cuando afirma: “esto se puede y se debe hacer. Es una decisión de los responsables públicos. A mi edad no tengo problema en decir que hay que invertir, pagar sueldos y contratar personal de medio ambiente para tal efecto, pero también hay que hacer mucho control y seguimiento del trabajo, porque lo que no queremos es personal paseando en grandes land rover y jugando a las cartas debajo de los pinos”.