Se me acumulan los artículos, pendiente aún de terminar uno sobre la inflación y la subida de tipos de los herederos de Friedman que mandan en la Unión Europea, nos llegan dos noticias de calado (el reality y Txema Santana), que tienen que ver con la campaña a las Generales en Canarias que me obligan a salir al paso.
Efectivamente, tiene mucho que ver con el proyecto Sumar y su cabeza visible en Canarias, Alberto Rodríguez. Y créanme, este artículo lo escribo desde la tristeza y desde la decepción, tristeza y decepción que siento por una iniciativa en la que un día creí (llegué incluso a escribir varios artículos a su favor), creí yo y creyeron muchos en las izquierdas alternativas y soberanistas canarias. Y es que Alberto dispuso de una oportunidad de oro para aglutinar todo ese descontento canario que no se ve representado ni por los nacionalistas de derechas ni por los sucursalistas de izquierdas, oportunidad que ha tirado por la borda en apenas tres meses. No obstante tengo que decir que para algunos como yo ya empezó a tirar crédito muchos años atrás, todos los que pasó como diputado en Madrid y apenas se implicó en ninguna lucha de las que afectan a Canarias, más preocupado en asuntos internos de su partido por entonces. Pero lo de las últimas semanas es de traca, y difícilmente se puede hacer peor.
Solo por recapitular, Alberto es co-culpable de la debacle de las izquierdas alternativas en Canarias, a él le corresponde una mitad de la culpa por entrar a dividir sin ser capaz de aglutinar, la otra mitad es mérito propio de las responsables de Unidas Podemos en Canarias. Culpa de Alberto por ejemplo es que en Santa Cruz de Tenerife, la ciudad con más pobreza y más falta de lucha de toda Canarias, nos hayamos quedado sin representación “amiga” en el Ayuntamiento, porque apareció el Proyecto Drago para restarle votos a Ramón Trujillo y a Lola Espinosa, que tan mal no lo estaban haciendo, y uno por otro se quedaron los dos fuera. Tampoco supo en su campaña convencer para ir juntas a las distintas corrientes soberanistas, no pudo unirse al proyecto Reunir, y desechó a las primeras de cambio a los de Ahora Canarias. ¿Cuántos votos soberanistas, cuanto apoyo de muchos canarios, se fueron a la basura en esta mala jugada? Luego, sin tiempo para nada más, nos vemos en las Generales del 23J; lo de Alberto con Yolanda estaba cantado desde mucho antes, con lo del Pacto del Turia, pero Alberto asegura que concurren con Sumar porque Yolanda le ha dicho que van a respetar la autonomía y la libertad para decidir desde Canarias lo que es mejor para Canarias. Y ahí que tan solo cuatro días después colocan a Noemí Santana como cabeza de cartel del proyecto Sumar en Las Palmas, sabiendo Alberto que Noemí resta tanto o más que Irene Montero. Y como no fue capaz de abrir la boca frente a Yolanda su “obediencia canaria” se fue por el retrete. Después de esto ha tragado también con que Yolanda ponga de número dos a un embajador que siempre estuvo con el PSOE, desde Felipe González hasta hoy, un embajador que algo ha tenido que ver por cierto en la deriva del Gobierno de Sánchez hacia posiciones pro-marroquíes. ¿Acaso olvida Alberto el vínculo especial que tiene Canarias con el pueblo saharaui y su causa?, ¿cuántos votos se le han ido a Alberto con este tragar y callar continuado?
Y así llegamos a los dos últimos capítulos de esta película de terror. Uno es el paso que da el activista pro-Derechos Humanos y magnífico periodista canario Txema Santana, para concurrir al Senado con el partido Nueva Canarias, después de haber estado en la presentación de Sumar y haberse ofrecido claramente al proyecto. Ayer incluso escuchaba a Santana decir que el Proyecto Sumar no va a defender los intereses canarios en ningún lado, argumentándolo como el motivo principal que lo lleva a posicionarse con Nueva Canarias. No diré yo que Nueva Canarias sea una opción mejor, pero en sus alusiones a Sumar no va desencaminado. Y lo último es lo que aparece hoy, ese numerito lamentable del reality en esa plataforma americana de streaming, en el que parece que vamos a ver por unas cuantas semanas a Alberto Rodríguez. No sé si estará pensando en captar voto entre el público habitual de Telecinco que jalea a Belén Esteban, y visto así igual hasta le sale bien, pues ya sabemos con el criterio que vota la gente en España. Pero por favor, un poco de seriedad. ¿Es que nadie le ha dicho a Alberto, no tiene ningún asesor que le comente que los políticos que se apuntan a realities lo hacen ya cuando están de capa caída casi en retirada? A la mente me vienen Cristina Cifuentes, Olvido Hormigos o Juan Manuel Brito, los tres participaron cuando estaban ya políticamente acabados. Alberto no solo no está acabado sino que es para muchos todavía (no sé cuántos, para mí no desde luego) la gran esperanza de Canarias. Y si no lo quieren ver por la seriedad, porque la política se ha vuelto un circo desde hace tiempo y aquí ya todo vale, veámoslo al menos por la parte de la coherencia y de la ética, porque esa plataforma de streaming en la que va a aparecer Alberto es una empresa, que si tiramos del hilo y comprobamos, es parte del mayor conglomerado de telecomunicaciones del mundo, la norteamericana AT&T, uno de los máximos exponentes de este nuevo capitalismo financiero de las corporaciones, que todo lo controlan, y a la mayoría nos arruinan. Para muestra un botón, me voy a la red a investigar un poco, y tenemos al sindicato UGT denunciando que la empresa AT&T despide a 5.000 empleados*, a pesar de las rebajas fiscales del gobierno americano, traducidas en un aumento considerable de los beneficios de la empresa. Concluye el sindicato español con el siguiente texto, al hilo de la noticia: UGT Comunicaciones deplora la decisión de AT&T y rechaza este comportamiento empresarial mezquino, abusivo y antisocial. No es aceptable ni coherente que las empresas aprovechen las bajadas de impuestos, y la entrada de inversores ávidos de ganancias inmediatas y sin contemplaciones, para eliminar puestos de trabajo y destruir la economía de miles de familias, únicamente con el fin de engordar los bolsillos de unos pocos.
Y con esto creo que está dicho todo, difícilmente se puede hacer peor. ¿Obediencia canaria?: nada; ¿capacidad para aglutinar a otras corrientes y partidos del mismo ámbito ideológico?: muy poca; ¿seriedad?: no lo parece; ¿ética y compromiso con la clase trabajadora?: según y cuando; ¿carácter para decirle a Yolanda que por ahí no?: si lo tiene no lo he visto. Y esta es su carta de presentación, hasta ahora, con esto nos van a pedir el voto a la gente de izquierdas. El problema es que todavía nos queda más de un mes, y aunque he dicho que difícilmente se puede hacer peor, todavía es posible que se superen.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.