Y de repente, como por arte de magia, de chistera y varita mágica, aparecen los “brujos” y nos dicen que tienen la pócima, el brebaje de fierabrás que nos resolverán todos nuestros problemas.
Y así se repite cada periodo electoral. Se acabarán nuestros problemas de sanidad pública, de empleo, vivienda y educación si salen elegidos ellos, los brujos.
Lo más irrisorio de este aquelarre cuatrienal, es que repiten los mismos que hasta ahora nos han tenido sumidos, en el paro obrero, la pobreza severa, la mala salud y la pésima educación. No se les cae la cara de puta y ridícula vergüenza cuando nos dicen que; si salen otra vez elegidos los nubarrones se irán y aparecerá el sol, los pajaritos volverán a cantar y todos seremos felices.
Y volvemos a la misma rutina y nos lo volvemos a creer y volveremos a votar.
El día que nos decidamos, por lo menos el 90% del electorado, quedarnos en casa o irnos a tomar viento por ahí y no acudamos a ese aquelarre, les aseguro que se acabará el chollo. A partir de ese momento, cuando se tengan que repetir una y otra vez las elecciones por falta de quorum, se acabarán los cantos de sirena, las promesas incumplidas y empezará la verdadera democracia participativa.
No es nada extraño el aumento de poder de la extrema derecha en toda Europa. En Italia están gobernando, en Francia todos los datos indican que Marine Le Pen puede ser presidenta del país vecino en los próximos comicios franceses. En el norte de Europa los ultraderechistas se frotan las manos y suben como la espuma en intención de voto en todas las encuestas.
En España las ilusiones que muchos españoles teníamos con el movimiento surgido del 15-M, se han visto truncadas. Podemos ha demostrado ser un partido al estilo del FSLN de Daniel Ortega en Nicaragua, o del Partido Socialista Bolivariano de Nicolas Maduro, sin más ideas renovadoras que “o estás conmigo o en mi contra”. Pablo Iglesias ha defraudado a sus votantes, de hecho, se espera su caída en picado en estas elecciones municipales y autonómicas, preludio del desastre total de las elecciones generales del próximo noviembre.
La juventud, al margen de este aquelarre, da una impresión de abandono a su suerte que obliga al éxodo masivo de jóvenes entre los 20 a los 29, de los que el 42% están en riesgo de pobreza y exclusión social. Solo el 14,29% de hombres y mujeres menores de 30 años están emancipados de sus hogares paternos, y el 64% optará por la abstención al voto electoral.
Cuando hablas con estos jóvenes y les trasmites tu preocupación y la necesidad de contar con sus votos para cambiar su actual situación, te dicen que ellos no se prestan al este tipo de “aquelarres” donde los brujos prometen historias que jamás se cumplirán. Una de las claves de este “pasotismo” político se encuentra en la inmensa decepción con las promesas de Pedro Sánchez. El salario mínimo vital que ha dejado en la cuneta del olvido a más de 2 millones de personas en pobreza severa, las estupideces de la ayuda al alquiler, las chorradas del cheque cultural, etc., han provocado el insulto a la inteligencia de una de nuestra mejor y más preparada juventud.
Pero no solo es la juventud la que piensa que las campañas electorales son una puñetera mierda llena de mentiras y falsedad “documental”, promesas que jamás se cumplirán que se hacen sin el menor sonrojo, sin la menor vergüenza y sentido de la dignidad de sus votantes, los mayores, los pensionistas, que hartos de estar hartos de ver como la sociedad les trata, como los políticos les mienten una y otra vez con el único propósito de conseguir su voto, prefieren quedarse en su sillón, mirándose el ombligo antes de depositar su voto inútil, para favorecer a un político inútil.
La abstención de este segmento de la sociedad es cada vez mayor, y todo tiene su razón de ser; “los viejos son parte de una historia caduca o en vías de caducidad, no nos sirven sus opiniones y menos sus consejos”. El trato que la sociedad española en general les da a los más viejos se puede resumir en el trato que la banca española les da a sus cuentas correntistas es absolutamente nefasto y degradante. No eres idiota por ser viejo, eres eso para las entidades e instituciones públicas que te tratan como un tampax de usar y tirar, como un producto que, una vez consumido, hay que tirar en el contenedor de basura común.
Por eso y por todo lo demás, por lo que en realidad nos preocupa, nos indigna que nos tomen por idiotas esta manada de gárrulos garrulos, que intentan hacernos pasar por el tubo de las urnas electorales.
Se tratará de votar a la persona, nunca la partido político, como bien decía el admirado Julio Anguita (admirado por su honestidad y su voluntad de servicio al pueblo) “el que vota a un ladrón se convierte en cómplice voluntario” y la más famosa de sus frases y que causo ampollas en la izquierda furibunda, pero real como al vida misma: “Lo único que os pido es que midáis a los políticos por sus hechos y aunque sea de extrema derecha si es un hombre decente y los otros unos ladrones, votar al de extrema derecha. Votad al honrado y no al ladrón, aunque tenga la hoz y el martillo”.
Esto es lo que aún puede salvar la democracia al estilo “made in Spain” Votar a la persona por sus actos y aptitud con respecto al servicio público.