Por lo visto en este país la corrupción, el chupeteo, el choriceo es Ley de vida, ya no es sólo la muerte lo más certero que tenemos los humanos, además parece rotundo que todos tenemos un precio para vendernos.
En la actualidad asistimos a un nuevo estilo periodístico de lo más descalificable, aunque el corporativismo de algunos colegas lo niegue. Mientras algunos denuncian la prensa rosa o amarilla como denigración profesional, estos mismos se venden al mejor postor.
Aunque siempre han existido los “negros”, o sea aquellos que venden su plumilla a un precio dictando discursos, artículos de opinión, columnas, reportajes, etc. donde engrandecen la figura del paganini elogiando su “gran labor en pro de la humanidad” nada tiene que ver con el “periodismo especializado en actualidad política”.
Normalmente se les ve “el plumero” en cada frase, no disimulan lo más mínimo, les importa bien poco insultar la inteligencia del lector, oyente o tele espectador. Los pringaos de la “plumilla” se cuentan por miles y no es extraño encontrar sus artículos en periódicos de distinto signo político, tertulias radiofónicas o televisivas. El caso es escribir y opinar sobre lo que quieren que escribas u opines, cuanto más exagerado es el elogio, el grotesco adulamiento y babosería del “periodista”, mayor será el sobre que reciba del partido político, politiquillo, empresario o gánster de cuello blanco.
Los hay que su demagogia barata resulta vomitiva hasta la náusea, los que se consideran estar en posesión de toda la verdad que al parecer tienen patentada y que sólo sirve para desacreditar con toda clase de improperios al contrario, te dicen con su cara dura que en España todo va bien y somos Europeos y la pera limonera; resultando que ahora estamos saliendo de la crisis y que en poco tiempo todos tendremos un súper –súper curro, que la gente que veo a las 7 de la mañana en las colas del paro es un “daño colateral” y los desahuciados son gente que “han querido vivir por encima de sus posibilidades”, así que cuéntenme que es lo que me pasa; o los colegas pringaos son marcianos y yo un gilipollas, o el marciano y gilipollas soy yo y lo que veo todos los días es un espejismo.
El caso es curioso, porque hablando con ellos se manifiestan en contra de aquellos a los que defienden a capa y pluma, tachándolos de todo menos de bonitos, claro que no se les puede pedir lealtad a un hombre que hace de su profesión una verdadera mierda, un estercolero, una profesión de la que cada día te sientes más alejado y avergonzado.
Es tan bochornoso el espectáculo periodístico que bate récord de miseria informativa, ni siquiera se estudia sobre el tema a debatir, el caso es ridiculizar, insultar y minusvalorar, al contrario, al rival. El delirio llega a tal extremo que son capaces de discutir y negar la teoría de la relatividad al propio Einstein. Sin sonrojarse lo más mínimo, manipulan cifras y datos a su antojo, mejor dicho, a conveniencia del pagador de turno. Procuran enchufar a su mujer, hijos y familiares más cercanos en la administración aprovechándose de los contactos y favores que le “debe” el partido gobernante. No es nada extraño que mientras escribe en un periódico, ejerza de jefe del gabinete de prensa de cualquier reino de Taifas con su reyezuelo ejerciendo políticas bananeras, su mujer de secretaria del alcalde y su tía de mamporrera del consejero de Ganadería. Se disputan como buitres carroñeros un cargo en las radios y televisiones públicas. El problema se les viene encima cuando cambia el tinglado y ya no están en el poder los mismos a los que servía, pero tampoco hay mucha preocupación, como buen camaleón cambian de color con rapidez y si hace falta ponerse de rodillas y con el culito al aire pidiendo perdón y donde dije Diego digo… pues eso.