Jesús Quintero era como un hermoso canto que salía de la voz de un genio y humanista que convirtió la radio en el arte de saber escuchar.
Antes de oírse su último suspiro, en la recta y oscura final de su agonía y su muerte con 82 años, seguramente diría una de las frases más desgarradoras pronunciadas por el poeta y escritor Antonio Gala: “amar es también saber irse”.
Se nos queda en nuestra memoria el retrato de un profesional que hacía magia en las ondas. Ha volado el duende de las noches y del micrófono dorado por donde salía su voz y sus prolongados e inteligentes silencios. Porque, como decía el mismo Antonio Gala: “Hay que darle a cada día su propio afán, pero también su propia sonrisa, su propio gozo, su propio color. Eso es la inteligencia. Porque una inteligencia que no nos ayude a vivir, no la quiero. No me sirve para nada”.
Así era Jesús Quintero, un profesional del periodismo inteligente y sagaz, un poeta y un bohemio de la vida que gozaba con las palabras. Estaba impregnado de un perfume que nos embrujó a todos y que nos olía a sosiego, a calma y serenidad. Jesús Quintero era un romántico. Siempre huía de las estridencias y de la crispación. Su peculiar estilo de preguntar a sus invitados; su fina ironía, la dulzura de su voz y su sonrisa medio burletera, pero siempre elegante como un gentleman inglés, hacían de sus programas en radio y televisión, una liturgia que convertía a sus oyentes y telespectadores en amantes de sus palabras y reflexiones.
Lo conocí en Sevilla. Me lo presentó mi amigo y compañero de TVE, el escritor Fernando G. Delgado en la Expo de Sevilla cuando, durante una semana, TVE-C hizo el Telecanarias desde la sombra del Nervión y tuve el honor de presentar el informativo a orillas del pabellón de Canarias. Fueron siete días en la hermosa ciudad donde nació el poeta Antonio Machado. En palabras del propio Jesús Quintero: “Sevilla ha ganado con el Amor todas las guerras perdidas con las armas”.
Sevilla es como enamorarse de la Luna. Quintero era como el Sol que alumbraba las estrellas de las noches de aquella radio de los silencios y el sosiego.
Jesús Quintero murió como vivió. Era un romántico y un conquistador de sueños. Un periodista brillante que daba voz a los vagabundos y pobres que ciertos políticos humillaban, olvidaban y despreciaban.
Se nos ha ido el poeta de la radio, el mago enigmático y silencioso de la televisión.
Su muerte ha llenado mi alma de tristeza donde solo se escucha el silencio de los pájaros y la música de Pink Floyd “Shine on you crazy diamond”, la mítica sintonía de El loco de la Colina. Jesús Quintero acaba de levantar su último vuelo. En su viaje hacia las estrellas, como ave migratoria, y en su corazón, se escuchan los aplausos de despedida como homenaje a un loco de la radio y la televisión: El loco de la Colina. Un soñador que conquistó con sus silencios a millones de oyentes y telespectadores. Se ha ido en silencio el último romántico. Su voz se ha apagado para siempre.
Sigue la vida.
Descansa en Paz, amigo y maestro.
MUERE LA VOZ DE LOS SILENCIOS.
Por Armando Marcos