CUADERNO DE BITÁCORA
Como todos los años el gobierno de Canarias, formado como siempre por dos de los tres partidos que se reparten el “toco mocho” de la tarta canaria, insisten, con toda martingala publicitaria, en la necesidad que tenemos los canarios de ser felices sobre todo el 30 de mayo, Día de Canarias.
Por la publicidad institucional se denota que los habitantes de este archipiélago somos muy felices con nuestro sol, nuestras playas, con nuestro clima y todos unidos cantamos que somos 7 islas unidas por el mismo “mar”. Pero el quiz de la cuestión es saber si tenemos algo que celebrar, festejar, invitar e invitarnos por algún motivo que no encuentro por mucho que mire a mí alrededor.
Ser canario significa estar moldeados de una forma especial. Los canarios siempre hemos sabido que es el infinito, por mucho que cuando lo queremos tocar sigue muy lejos, estamos seguros de poder alcanzarlo alguna vez. Nuestra batalla contra el aislamiento del hecho insular nos ha forjado duros como las rocas volcánicas. Fuertes y recios como el drago milenario y al mismo tiempo sentimentales como el sentir de una folia. A los canarios, la política mediocre de políticos más interesados en sus poltronas que en el pueblo que han querido ningunear, putear e intentar separar y siguen sin darse cuenta que el mismo sabor de una vieja “jarea”, una papa arrugá o el escaldón de gofio gusta a los isleños de La Palma como a los ídem de las otras 7 islas.
Los problemas de los canarios son endémicos, llevamos años y años sufriendo el alejamiento de propios y extraños, sufrimos una de las tasas de paro más grandes del Estado y de Europa, sanidad, educación, juventud, pensiones, dependencia… me deprime detallar una y otra vez los males que motivan esa epidemia que no han sido capaces de solucionar la casta de politiquillos corruptos y mediocres que nos toca sufrir. Por el bien de todos los canarios se impone un poco de sensatez en los que nos gobiernan, tienen que darse cuenta del rechazo del pueblo a toda esta clase de personajes salidos de un mal sueño, de una mala pesadilla y que desgraciadamente tienen en sus manos el destino de nuestro pueblo, de nuestras familias y el futuro de nuestros hijos. Se hace evidente el hartazgo de la sociedad a tantas cabronadas de una clase de gente que se cree poseedora de nuestras vidas y hacienda. Canarias, los canarios necesitamos un cambio generacional, hay que jubilar a tanto mediocre, totufo y totorota que se creen los ayatolas del pueblo, los reyes del mambo y los padres de la Patria. Seguir votando a CC, PP o Psoe es continuar con la misma pandemia con la que hemos vivido durante los últimos 35 años y un suicidio colectivo imposible de evitar, o cambian o los cambiamos, la otra solución será una abstención que supere el 85% y el rechazo total a la ley electoral canaria y a los que han dejado este “barco” a la deriva en medio del Océano Atlántico.