CUADERNO DE BITÁCORA
Pasados los años, cuando alguien de la familia ponga ese video o esas fotos de lo que fue el ayer, volverán las lágrimas, porque la lava quemando sus casas y todo cuanto a su paso encontraba, quedará grabada para siempre en el pensamiento, en los corazones de los damnificados, familiares, victimas del volcán en Cumbre Vieja de la isla canaria de La Palma.
Cuando la lava haya dejado su terrorífica huella, tendrá que empezar la reconstrucción de buena parte del territorio insular. La gente que ha perdido todo, absolutamente todo necesita respuestas urgentes. No puede esperar a la lentitud e inoperancia a que la burocracia de la administración pública española nos tiene acostumbrados, es decir hacer para ayer lo que se tenía que hacer hoy, esa es la cuestión.
Desde el Consorcio de Seguros, pasando por los peritos, las tasaciones e indemnizaciones tienen que hacerse con una rapidez extraordinaria. Los Ayuntamientos afectados, el Cabildo de la Palma, el Gobierno de Canarias y el Estado español junto con la Unión Europea deben activar sus protocolos de urgencia para llegar con sus ayudas a todas las zonas afectadas por la erupción volcánica.
Esta vez no valen milongas sentimentales, el sentimentalismo no sirve para reponer las viviendas, los enseres, las huertas y fincas arrasadas por el fuego del volcán, demasiada miseria para mirar para otro lado. Ángel Víctor Torres se juega su última baza en una partida donde no puede jugar con las cartas marcadas, aquí sabemos de donde viene el problema y sabemos que el único antídoto posible se llama ayuda y solidaridad, aquí y ahora es el momento donde sabremos si tenemos un gobierno confiable o es un mero reflejo de lo anterior. El gobierno del pacto de las flores y colores ha fracasado estrepitosamente, ya sé que me dirán que la pandemia del coronavirus ha desbaratado todos los proyectos de Ángel Víctor y los suyos, pero se pudo, se puede y se podría haber hecho más por esos 1,3 millones de personas que están bajo el umbral de la pobreza en Canarias. La miseria con la que el gobierno de Canarias ha atendido a la población más débil, más frágil es tan asquerosa que no se olvidará en el momento de convocarnos a las urnas. El pacto de “flores y colores” ha resultado ser un fiasco, más o menos como el anterior. La pandemia no puede servir de excusa.
La riqueza que genera el turismo tiene que repartirse entre los canarios y canarias, de nada nos sirve depender de la economía de la cuerda floja, del funambulismo si, además del riesgo que conlleva, ese producto interior no acaba con la pobreza endémica a que nos tienen acostumbrados, al desempleo al que nos hemos acostumbrado.
Ahora con la tragedia del volcán de la Palma tiene la oportunidad de actuar como un verdadero líder, como un gobernante que empatiza con la miseria de su pueblo. Esta vez no le valen los parches ni las excusas, o se ayuda con prontitud o lo mandaremos al carajo más pronto que tarde.