Según la Real Academia de la Lengua Española, indulto es: ‘Gracia por la cual se anula la pena impuesta por un delito, o se conmuta por otra menor’.
En nuestro país, desde siempre, los gobiernos han ejercido el derecho del indulto para conmutar penas de prisión a toda clase de fauna humana, desde el año 1.996 hasta la fecha se han indultado a 227 presos, la mayoría de ellos condenados por corrupción. Gente afín a los partidos y ex políticos corruptos han sido los beneficiarios de esta medida de gracia cuya potestad está en manos de los gobiernos de turno.
En este sentido siendo presidente del gobierno de España José María Aznar (presidente del gobierno de España desde 1996 al 2004) indultó a 139 personas.
José Luis Rodríguez Zapatero (2004 al 2011) lo hizo con 62 personas.
Por su parte, Mariano Rajoy (2011 al 2018) indultó a 16.
Los 227 se completan con los 10 que concedió Felipe González antes de entregar el gobierno a José Maria Aznar.
O sea, que más del 60% de estos indultos se concedieron durante el gobierno de Aznar. Si tenemos en cuenta la duración de sus mandatos, Aznar concedía, de media, casi 18 indultos a corruptos al año; Zapatero, 8; y Rajoy, 2,6. Pero estas cifras son solo una media. Hay años mucho más fructíferos que otros. Por regla general, los años con los mayores picos de indultos son también aquellos en los que se han concedido más a este tipo de delitos de corrupción política.
1998 fue el año en el que el Gobierno de Aznar rebajó la condena vía Real Decreto a los condenados por el secuestro de Segundo Marey, un ciudadano francés al que confundieron con un cabecilla etarra, en una de las acciones de los GAL. El exministro del Interior José Barrionuevo; el exsecretario de Estado Rafael Vera; el exdirector general de Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal; y los comisarios Francisco Álvarez y Miguel Planchuelo habían sido condenados por malversación de fondos públicos (y por eso aparecen en esta lista) y por secuestro.
En ese caso, como en muchos otros, no importa el color del Gobierno de turno. El del PP aprobó sendos perdones para altos cargos de su antecesor, Felipe González, socialista. Y lo mismo ha pasado en sentido contrario.
Juan Hormaechea, expresidente cántabro, fue condenado por malversación de caudales públicos e indultado en dos ocasiones. Primero, en 1995, tras una primera sentencia que les condenaba a seis años de cárcel, gracias al gobierno de Felipe González. Por segunda vez, en 2011, por Zapatero, tras la repetición del juicio y la ratificación de la pena de tres años por parte del Tribunal Supremo. Los hechos por los que fue condenado se produjeron durante su primer mandato (1987-1990), al que accedió tras liderar las listas cántabras de Alianza Popular.
Entre los 16 condenados por corrupción que ha indultado el Gobierno de Rajoy encontramos miembros de su propio partido -un alcalde y tres concejales de Valle de Abdalajís (Málaga), del PSOE (empleada pública del PSOE de Sevilla y de la antigua CiU ex alto cargo de Pujol, condenado por el caso Treball). También ha perdonado a funcionarios como el condenado por facilitar miles de datos personales a policías y mutuas laborales, que recibió el perdón en Semana Santa, una tradición que nunca falla.
Los indultos a los presos catalanes, condenados por sedición, no parece ser algo inusual, teniendo en cuenta que políticos con delitos de sangre (José Barrionuevo y Rafael Vera) lo fueron, ahora no nos debe causar sorpresa que Oriol Junqueras y su troupe de “gilipolles” puedan obtener tan “digno privilegio”.
Otra cosa será el tema del roquero del “procés”. Charles Puigdemont, que se fugó de Catalunya, huido en el maletero del coche conducido por su fiel escudero, el sargento de los mossos d´esquadra Lluís Escolá, y con actual domicilio en su mansión de Waterloo.
Al jefe del Govern que más ha llevado el ‘procés’ al límite, le «encanta» el chocolate. No solo le gusta, sino que entiende de ello y sabe apreciar el auténtico; quizá tenga algo que ver el legado de su familia, propietaria de la histórica Pastelería Puigdemont, fundada por su abuelo en Amer (Girona), su pueblo local. Quien lo conoce, sabe de la pasión del expresident por el chocolate, por lo que, cuando lo visitan, le traen tabletas y bombones. Y precisamente, si algo se produce en esta casa de la Avenue de l’Avocat, en Waterloo, son las visitas, ya sean formales o informales.
Si Puigdemont aparece en España, sabe que le queda un par de años en otra clase de mansión, eso si con chocolate de la marca que quiera costeado por la Generalitat. Una vez que se le haya juzgado, el roquero catalán podrá solicitar el mismo indulto que sus colegas de aventuras de Rue 13 de la calle del Percebe. Lo mejor son los 4.000 euros al mes que nos ahorraremos del alquiler de la “Casa de la Republica” (nombre con que se ha bautizado el domicilio del roquero) …
Mientras las colas del hambre dan la vuelta a toda Catalunya, a toda España, el problema más tremendo y por el que la derecha ultra se congregará en Madrid con la consigna de “España Grande y Libre” menos mal, como decía Francisco Franco, “en España no hay tantos locos…”
¡¡puta mierda!!