Es cierto que España registra cuatro millones de parados en una coyuntura económica muy difícil motivada por múltiples factores socioeconómicos y políticos de diversa índole.
A lo que hay que sumar la fuerte sacudida de una pandemia sanitaria tan terrible como el COVID-19 que es letal.
Pero no es menos cierto que tenemos que mejorar en derechos fundamentales como son la modernización de la Justicia, la igualdad, la vivienda, la ciencia, la investigación, I+D+I, las nuevas tecnologías, la calidad de la enseñanza, la Formación Profesional, la universidad, así como seguir modernizando nuestra sanidad y enseñanza pública con más inversión y contratación fija y bien remunerada que dignifique el trabajo de los médicos, sanitarios y profesores que están demostrando una alta cualificación profesional en constante actualización y progreso.
En otros escenarios, hay que tomar medidas contra el calentamiento global, apostando, además, por la defensa del medio ambiente, el cambio climático, la biodiversidad, las nuevas energías, la productividad, la reactivación y modernización del sector agrario y el de los servicios como la hostelería y el turismo. Somos el segundo destino turístico mundial después de Francia. Por lo tanto, hay que continuar en esa senda de progreso. Pero, en líneas generales, y en comparación con otros países cercanos y miembros de la Unión Europea, no deberíamos cruzarnos de brazos. Nos queda mucho camino por andar. Ahí tenemos la alarmante cifra de bolsas de pobreza, las colas de ciudadanos ante las sedes de Cáritas y Cruz Roja pidiendo un plato de comida.
Los partidos políticos tienen que ser capaces de alcanzar un pacto de Estado para eliminar todas las formas de pobreza humana en España. Todos tenemos que poner de nuestra parte.
La lucha contra el hambre requiere el apoyo y el desarrollo de iniciativas como los Bancos de Alimentos. España necesita un Programa Nacional de Alimentos que cubra a la población más desfavorecida incluyendo, además, la alimentación escolar.
En ese inmenso escenario de asignaturas pendientes, ¡demos a nuestros jóvenes todas sus oportunidades! Protegiendo a nuestra juventud, protegemos a los demás. Para los jóvenes precarios, lejos del empleo, el Gobierno tiene el deber y la responsabilidad de abrir y encontrar una vía de incorporación laboral. Sin educación no hay progreso.
¿Para cuándo un proyecto de integración profesional y social de nuestros jóvenes? Para cada joven, una solución. Ese tiene que ser el compromiso del Gobierno.
Solo nos falta una clase política más preparada, más universitaria, más educada y respetuosa alejada del insulto, del ruido y de la crispación. Y nos falta un líder político capaz de ilusionarnos desde la confianza, la transparencia y la credibilidad.
España sufre una crisis de liderazgo y de valores. Necesitamos un Capitán que nos guíe hacia un destino de futuro y esperanza. El futuro de España no depende de este Gobierno ni de ningún partido político. El futuro de este país depende de todos los españoles.