El BAR DE PEPE
Lo reconozco, la radio es mi medio favorito. Es lo que nos pasa a muchos, es una droga que te engancha de tal manera que no existe antídoto posible para desengancharte, cuando te metes en el mundo de las ondas no existe posibilidad de escapar a su encanto.
Llevo años enganchado al sistema, años en los que me he sentido unas veces ilusionado y otras desengañado por la arbitrariedad de los poderes fácticos que han querido, muchas veces, acallar mi voz. Nunca lo consiguieron, y cuando lo intentaron mi respuesta siempre fue la misma, el corte de mangas y el adiós para siempre.
He trabajado en Radio Nacional de España durante 9 años. Allí, en la casa de la radio, en la santacrucera calle de San Martín primero, luego en Prado del Rey en Madrid, posteriormente en varias emisoras locales, debo confesar que sentí menos presión “editorial” en la radio pública que, en las otras, con excepción de la radio del Centro de la Cultura Popular Canaria, Radio San Borondón, en todas las demás acabé con mi consabido corte de mangas y diciendo “ahí os quedáis con vuestras miserias”.
Desde el año 2007 colaboro con el Centro de la Cultura Popular Canaria, es mi forma de apoyar la gran labor que realizan Cesar Rodriguez Placeres y su escaso grupo de trabajo.
El público de oyentes (target) de Radio San Borondón está al nivel de las primeras emisoras del Archipiélago, por no decir la primera, incluso en prime time cuando el horario se destina al deporte, la voz del pueblo de canarias mantiene una audiencia elevada.
La pregunta es obvia ¿si tiene tanta audiencia como es que no acuden las agencias de publicidad, los anunciantes a publicitarse en este medio? La respuesta es más obvia: precisamente por culpa de sus contenidos sociales que hacen temer a los anunciantes alguna represalia por parte de los “poderosos”, de los politiquillos de turno, de los mediocres salvadores de la patria y de algún cornudo consentido y les anulen la “subvención” tapa bocas.
El otro día, en una de mis colaboraciones, provoqué cierto grado de cabreo entre algunos oyentes de la popular emisora sobre todo una oyente que dijo llamarse Micaela Sagaseta, mostró su rechazo lanzando toda clase de insultos e improperios a mis opiniones con respecto a Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro.
Al oír sus insultos me hizo recordar cuando tenía 15 años, en el Instituto barcelonés de Torres y Bages, mi profesor de literatura, D. José Maria Roig, en la pizarra empezaba sus magníficas clases escribiendo la famosa frase atribuida a Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, al final del día borraba esa escritura a tiza, pero con la sensación de habernos dejado claro el respeto mutuo a las opiniones diferentes.
Esto sucedía en plena dictadura, el maestro Don José Maria Roig se jugaba el pan de su familia cada día que escribía en la pizarra esa frase famosa.
Algunas personas confunden el libre pensamiento y cuando no es de su misma opinión, atacan e insultan con tanta mala leche que es entonces cuando demuestran su condición de intransigencia nazi.
Y lo peor de todo es que se hacen pasar por gente de izquierda, de demócratas de “toda la vida”, esto es lo que diferencia la democracia española, el nivel de conciencia democrática de algunos españoles y españolas.
Criticar es bueno, yo diría que más que bueno es saludable, pero ¿insultar? por favor!!
Pero si esto te ocurre en inferioridad de condiciones, económicas o laborales, si es tu propio jefe el que te obliga a defender causas que tu no compartes, y al negarte empieza el acoso psicológico, el acoso laboral para hacerte “comprender” que o cambias de opinión o te hará la vida muy incómoda, esto es la copia del nazismo hitleriano en el siglo XXI.
La pena es que no enseñan, como me enseñó a mí el Sr. Roig, que la intolerancia en la sociedad conlleva a la matanza genocida fascista que nos persigue en el siglo XXI.
¿Qué hubiera sido de mi si Mónica Sagaseta tuviera el poder omnímodo de los gobernadores civiles, de la policía de la BIS franquista? les prometo que ahora estaría en la puta checa de los bajos de la comisaria recibiendo una manta de palos …
Suerte que estaba en las ondas de la voz del pueblo, de Radio San Borondón, donde Cesar Rodriguez Placeres hace buenas las palabras de Voltaire; “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.