EL BAR DE PEPE
¿Qué les voy a decir de este personaje que ustedes no conozcan?
Pues verán, a Bertín la izquierda española le tacha de carca retrogrado y facha, es lo de siempre, si usted o yo nos levantamos al paso de la bandera española o al oír el himno nacional, la zona roja nos podrá a caldo pota. Pero si usted o yo salimos a la calle gritando, vociferando cabreados, contra el fascismo asqueroso y nauseabundo del que hacen gala los miembros del PP y Vox y lo hacemos con toda nuestra fuerza y mala leche, nos llamarán rojos de mierda.
Es lo que hay, esta es la “democracia” española. Aquí no se respetan las ideas de nadie, o eres “rojo de mierda” o eres “facha asqueroso”.
Bertín difiere de Unidas Podemos en muchas cuestiones, con algunas de ellas yo estoy totalmente de acuerdo, ¿seré facha por eso?
Por h o por b, a este artista, envidia de griegos y troyanos, alto y efebo galán, cantante y presentador televisivo, la vida le ha dado caña suficiente para, pese a su boyante economía, cagarse en la madre que pario al mundo mundial.
Bertín y esposa son los responsables de la Fundación Bertín Osborne, que nace tras su vivencia personal con su hijo que sufre una importante lesión cerebral. Una plataforma de ayuda a las familias con hijos afectados por el mismo problema. Me consta que hacen una labor increíble, solidaria y sin apoyo institucional, solo el esfuerzo económico del cantante-presentador, amigos y colaboradores.
Bertín, por su acción solidaria y social más bien podría ser un “rojo de mierda”, que un “facha asqueroso”.
El otro día, en la televisión andaluza hablaba, con un cabreo notable, de la cantidad de personas que se dirigían a su Fundación demandando ayuda urgente para la compra de una silla de ruedas. Porque, verán señores lectores, una silla de ruedas es tan fundamental para las familias con hijos con daño cerebral que algunos padres han intentado vender un riñón, y venderían su alma si fuera posible, para poder adquirir tan preciado vehículo, cuyo coste oscila desde los 6.000 euros en adelante.
Bertín explicaba que el desmadre de la política social en España no es cuestión del gobierno actual, disculpaba a Pedro Sánchez alegando que “un gobierno que con apenas un mes de duración se ve inmerso en una guerra sanitaria, no se le puede achacar los males que otros pudieron y debieron solucionar, bastante tiene con lo que le ha caído encima”.
El problema es de todos, no solo de los afectados con hijos con lesiones cerebrales, incluso de aquellos que miran para otro lado como sin con ellos no fuera la cosa.
¿Qué podemos esperar de unos políticos que están más preocupados por sus poltronas que por los problemas que acucian a la gente que ellos dicen representar?
Bertín, bien informado, nos decía que las ayudas para la compra de sillas de ruedas para los padres de niños con movilidad reducida o nula movilidad, en países de nuestro entorno estaba subvencionada con dinero público, con dinero de todos los ciudadanos, él dice que paga un 57% de impuestos, tributa en España, y no tiene cuentas en ningún paraíso fiscal.
Solamente con reducir los gastos de tantas “instituciones” que viven a costa del erario, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, presidido por el vicepresidente 2º, Pablo Iglesias, y el Real Patronato sobre Discapacidad podrían solucionar el dramático problema de miles de familias españolas. ¿Qué se puede esperar de unos políticos incapaces de sentir la menor empatía con los problemas del pueblo “soberano”?
La culpa es nuestra, de todos nosotros, que no somos capaces de salir a la calle para reivindicar temas tan importantes como lo es la integración social de personas discapacitadas.
Según la Base de Datos Estatal de Personas con Discapacidad, recogía que, a 1 de enero de 2016, había en España 2.972.901 personas con discapacidad administrativamente reconocida, 1.477.764 hombres, 1.495.106 mujeres y 31 personas con el dato de sexo no registrado.
Les puedo asegurar que, si esos casi 3 millones de personas inclinaran el voto a un partido determinado, el problema se solucionaría en un plis plas.
No le falta razón a Bertín Osborne cuando apostilla “hay veces que intento no cabrearme con el sistema, sé que existe interés por solucionar el problema, habrá que esperar a los nuevos Presupuestos Generales del Estado y que se normalice la situación·”
Lo de siempre… puedo prometer y prometo.