Entrevista en Radio San Borondón a la Sargento del SEPRONA Gloria Moreno
“Mando un mensaje a la gente que esté en mi situación: que soliciten la responsabilidad penal de sus acosadores, porque es una forma de hacer justicia, no te puedes quedar con el dolor de que te hayan violado en tus derechos fundamentales…”.
SB-Noticias.- La crónica de la persecución a la Sargento del SEPRONA de Lanzarote Gloria Moreno – aun por cerrar – es una muestra de que en muchas instituciones aún queda corrupción por depurar y que quien se enfrente a ello puede estar arriesgando su trabajo, su futuro, su integridad y hasta su vida. Sobre todo si se hace con el único arma de la verdad, la dignidad y la lealtad a sus principios, como ha hecho Gloria Moreno.
Pero también este caso nos ha mostrado otra cara, la de la solidaridad de la ciudadanía concienciada que se ha volcado y ha sido motor fundamental en el devenir de una historia que sin duda ha supuesto un hito en las islas.
La Sargento Gloria Moreno relató en Radio San Borondón el largo y tortuoso proceso desde que en 2015 dirigiera una operación policial que permitió acabar con la caza furtiva de pardelas – ave protegida – en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo y la posterior condena por delito contra el medio ambiente, dictada contra diez personas a las que sorprendió en el islote de Alegranza en una comilona de pardelas. Se trataba de personas de gran influencia en el ámbito de la política, la empresa, el turismo, la propia policía y la sociedad isleña. Una práctica que venía siendo habitual, conocida y permitida por autoridades y responsables de la propia guardia civil.
“Me han perseguido por hacer mi trabajo”, empieza afirmando categórica la Sargento, que relata detalladamente como se desencadenaron los hechos a raíz de dicha operación. Tal como se demostraría posteriormente, no era casual que las redadas realizadas por el SEPRONA no lograran durante años sorprender in fraganti a los pardeleros realizando estas prácticas. Un técnico destinado temporalmente en el islote de Alegranza informó a la teniente de que un guardia, subordinado suyo, podría haber estado avisando antes a los pardeleros de las operaciones de vigilancia del Seprona.
“Tal como era mi obligación, puse en conocimiento de mi superior esta relevante información. Me pidió que la pasara por escrito y ese informe acabó siendo utilizado por el agente chivato para denunciarme a mí y menoscabar mi reputación”, relata Gloria Moreno.
Explica la Sargento que la policía judicial de Tías, que tenía que investigar el chivatazo, hace todo lo contrario: no piden las llamadas telefónicas realizadas por el agente sospechoso, Miguel Ángel Padial, no piden testigos, no llaman a sus compañeros… Solo la citan a ella para que se ratificase en lo denunciado en su informe y al técnico que le pasó la información. Lo más increíble del caso es que unos días antes de que éste tuviera que ir a declarar, había recibido llamadas telefónicas amenazándolo de muerte, circunstancia que justifica que se desdijera en varias ocasiones de la información aportada. Finalmente, el caso queda archivado en el Juzgado de Instrucción Nº 3 de Arrecife.
Es a partir de aquí cuando Miguel Ángel Padial, el guardia subordinado de Moreno, la denuncia por falsedad documental. El ministerio fiscal pide cuatro años de cárcel y la acusación particular, ejercida por el guardia, pide seis. María Jesús Díaz Veiga, letrada de Gloria Moreno afirmó: “sorprende la petición no tanto de la acusación particular – cuya legitimación activa para ejercitarla en este proceso es más que discutible – pero sí la del ministerio fiscal sobre todo por el hecho de que apenas se investigaron, ni por la policía judicial, ni por el juzgado de Instrucción núm. 3 de Arrecife, los hechos referidos por Gloria a su superior”.
Largos meses de suplicio y de acoso tuvo que soportar la sargento hasta que el pasado mes de diciembre de 2019 fuera absuelta por la Audiencia Provincial de Las Palmas. En total ha tenido que sobrellevar 8 expedientes disciplinarios y dos denuncias por la vía penal que se cerraron sin condena.
Tras ser absuelta, ha presentado querellas contra sus superiores, por acoso laboral y por no perseguir el delito. Y afirma que en cuanto cesen a quienes la acosaron, se reincorporará a su trabajo.
Explica la Sargento que este caso es un claro ejemplo de como se pueden usar las leyes de manera fraudulenta para acabar con alguien que denuncia la corrupción. Ella se siente muy afortunada “porque he tenido muchísimo apoyo de amigos, familia, un círculo cercano y porque conozco la casa en que me movía y las leyes…”, pero está convencida de que una persona sin estos medios, o la destruyen o se suicida: “Yo estuve a punto de entrar en la cárcel si no es por la grabación de un periodista valiente…” recuerda con emoción.
Todo este proceso ha seguido los patrones de un caso de acoso. Así lo reconoce la propia afectada: “un hecho común que se produce en todos los casos de acoso es desacreditar a la víctima. A mí me lo hicieron dentro de la guardia civil, incluso en los grupos de WhatsApp de JUSAPOL”.
Una “caza salvaje” que Moreno afirma haber aguantado fundamentalmente por su hija: “no podía rendirme, aunque hubo un momento en que no podía dormir y estuve a las puertas del suicidio…”.
Por todo ello, manda un mensaje a otras personas que puedan estar pasando por una situación similar: “que soliciten la responsabilidad penal de los acosadores, porque es una forma de hacer justicia, no te puedes quedar con el dolor de que te hayan violado en tus derechos fundamentales”.
Nada menos que ocho expedientes disciplinarios por faltas leves, graves o muy graves han sido abiertos contra Gloria Moreno, entre 2017 y 2019, en un claro ejercicio de acoso y hostigación. Y todos ellos han sido resueltos de forma favorable a ella.
Gloria los va relatando con todo lujo de detalle, todos ellos basados en los más ridículos e increíbles motivos. El primer expediente le fue abierto debido a la queja del director del centro Isla de La Graciosa, al interpretar que había existido un trato desconsiderado hacia él por parte de la sargento en una reunión de ese organismo. El segundo se produjo por la queja de una vecina que había puesto una denuncia para que retiraran escombros de un solar sin que se actuara para resolver dicha situación. El tercero caducó sin sanción. Unas protectoras habían denunciado maltrato animal, pero los guardias responsables no abrieron los atestados correspondientes, “cuando le respondo a las protectoras que no constan las denuncias, el capitán Germán García redacta un informe amparando la buena actuación de los guardias y echándome la culpa a mí de no haber dado trámite a las denuncias, pero yo estaba de baja por maternidad”. El cuarto fue por solicitar copias de las declaraciones de los testigos en sus expedientes anteriores “A mí no me daban las copias. El recurso de alzada lo tramitó el coronel Ricardo Arranz que dijo que yo mentía y me abrieron un expediente. Gracias a que un instructor reconoció que no se me habían dado”, explica.
Otro procedimiento tiene que ver con una queja del veterinario municipal de Arrecife, Javier López, por unas inspecciones realizadas a la perrera de Arrecife, pone una queja en la guardia civil y en base a eso le abren un procedimiento sin avisarla, se la aparta de la investigación y se la cesa. “Todo eso se ha ganado con sentencias, pero el veterinario consigue su objetivo: que se me aparte de la investigación”. El veterinario abre un procedimiento judicial contra ella por acoso. En realidad se trataba de tres inspecciones como consecuencia de una serie de denuncias de ciudadanos. También se la acusa de infidelidad en la custodia de documentos públicos: “Yo estaba cesada y no podía acceder a esos expedientes para demostrar que el veterinario mentía; cuando me reincorporé al trabajo comprobé que habían cambiado las llaves del SEPRONA ¡¡por si a mí me daba por entrar!!”. Finalmente el citado Javier López pidió que se archivase su causa contra la sargento.
Por último, también se le abrió otro expediente a instancias de tres de sus compañeros en el destacamento del Seprona de Lanzarote por supuesto acoso laboral, que también terminó sin responsabilidad. “Unos de los hechos que ponían como acoso es que yo les decía que lavaran el coche o que fueran a vigilar a los islotes”, recuerda.
Fotos extraidas de varios medios digitales