Sin duda, el día que recuperemos la dignidad perdida, en el escudo de Canarias no aparecerán animales con collar; y, en la letra del himno de Román, allí donde dice «peñas» diremos «estrellas», y éstas sustituirán a las siete lapas del escudo actual.
Las formas del ejercicio nacionalista institucional en Canarias están totalmente diferenciadas de cualquier otro nacionalismo. La frase anterior la podíamos haber terminado con un «del Estado español»; pero, en realidad, eso sería acotar demasiado, pues no hay nacionalismo que rinda pleitesía a la metrópoli en todo el planeta como lo hace el del Gobierno de Canarias.
Las pruebas gráficas las tenemos visibles en Twitter, por ejemplo, donde vemos la imagen de perfil de Ángel Víctor Torres (actual presidente del “gobcan”) ante una bandera de España y la del Estatuto canario. Esa imagen no se verá nunca jamás en otro representante de un nacionalismo, ya sea de izquierdas o de derecha. Posiblemente, existe una especie de complejo, quizás el documentado como Complejo del colonizado, que hace a los institucionalistas canarios diferentes por algo más que el salto continental o el horario. Como sea, no deja de ser de lo más triste. Parece un intento de dejar huérfanos políticamente a los nacionalistas canarios.
Lo peor es que esta sumisión del «nacionalismo» de Ángel Víctor Torres y Román Rodríguez es una mala imitación del anterior de Fernando Clavijo y Ana Oramas. Posiblemente, por eso le cuesta tanto a Coalición hacer oposición. Todos ellos con ese empeño de ser más españoles que un español y el lloro constante para recibir caricias de la mamá «patria», que en realidad nunca pasó de ser la madrastra mala de los cuentos.
Lo más triste no es esa imagen de perfil de Twitter, ni la simulación de españolidad siquiera. Lo terrible de todo esto es que queda sin demostrar amor por lo nuestro entre los del gobierno de Canarias; y, con eso mismo, falta el compromiso de diversificar la economía e incentivar el sector agrario y el consumo local. Vamos, lo que se llama caminar hacia la Soberanía alimentaria o consumir kilómetro cero. Pero, tampoco hay visos de caminar hacia el autogobierno, lo que debería desear todo el que vea a su tierra una nación o se considere nacionalista de verdad. Ni siquiera se muestran ganas por ejercer el pleno derecho a intervenir en las cuestiones propias que alcancen ámbito internacional, como el tema de las aguas archipelágicas. Económicamente, solo les preocupa volver a inflar a los turoperadores extranjeros y ponerse a recoger otra vez las migajas, aunque eso suponga volver a meter en el Archipiélago la pandemia del COVID-19 a bordo de ese visitante extranjero sin control sanitario en origen. Murcia no se lo permitiría a Madrid, pero…
Quizás están viciados en entretener al auditorio canario con cualquier cosita y obrar con la medida de responsabilidad que les exige el estado colonialista y el concepto de lo políticamente correcto de Madrid. Como sea, lo cierto es que siempre encontrarán voces disidentes en las filas que mantienen íntegra su ideología o un nacionalismo canario de verdad. Por esta parte no estamos de broma y la política de los títeres de Madrid se nos hace imposible de tragar. Así que, llámenme animal si quieren; pero tengan claro que ni ustedes ni sus amigos españoles me van a poner collar.
Pedro M. González Cánovas