Que a la señora Ayuso el cargo de Presidenta de la Comunidad de Madrid le viene grande lo sabemos todos y ella también.
En realidad, a la señora Ayuso le viene grande cualquier cargo y todos lo sabemos y ella también lo sabe, menos el de community manager del perro Pecas de la señora Aguirre. Que la señora Ayuso es tonta y/o estúpida, ella lo sabe y los sabemos todos. Y también sus asesores. Y éstos han tomado nota de la historia: que mientras nos reíamos de las chorradas que decía Mariano, las grandes empresas y grandes fortunas representadas por Mariano hacían lo que les convenía, eso también lo saben los asesores de la señora Ayuso. Porque detrás de las burradas que dice la señora Ayuso, mientras nos reímos de sus ayusadas y de los memes que hacen los tuiteros, detrás de todo eso, detrás de los disparates que a ella se le ocurren y de las burradas que le escriben para que ella las suelte a los micrófonos al aire, están las verdaderas burradas que ella está perpetrando junto con los veinticinco años que lleva el Partido Popular también perpetrando en el ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad de Madrid. Porque, en realidad, el quid de la cuestión está en saber ocultar esas burradas que, como se ha demostrado, han servido para que muchos españoles perezcan en esta crisis del virus.
Es el arte de saber ocultar lo que interesa detrás de cualquier pantalla. Y las ayusadas, son una pantalla en altísima resolución y tamaño gigante, que para eso tiene los medios.
De aquellos polvos de la privatización de la sanidad madrileña, de aquellos siete hospitales de los que tan orgullosa se sentía la señora Aguirre, gestionados por empresas privadas de la construcción, vienen estos lodos de ahora. Porque estas empresas están metidas en el sector de la sanidad para ganar dinero; y eso los sabe la señora Ayuso y el Partido Popular. Y a lo mejor, muchos votantes del Partido Popular madrileño lo desconocen. Porque se sabe que donde hacen falta cuatro enfermeros, por poner, ellos contratan a uno. Porque se sabe, pero no lo recogen los medios de comunicación asociados, que algunos de estos hospitales públicos gestionados por empresas privadas, mantenían, durante los momentos más duros de la pandemia, plantas enteras cerradas mientras nos vendían con gran pomposidad y boato, la maravilla de la construcción en media mañana de un hospital de campaña en el IFEMA de Madrid. Tampoco los medios asociados nos contaban que los sanitarios que trabajaban en el IFEMA se protegían del virus con bolsas de plástico porque la señora Ayuso sólo se preocupó de que los techos del recinto ferial fueran muy altos porque así los contagiados se curaban antes. Y nos reíamos de esta nueva ayusada. O por la importancia de salir corriendo de una reunión con el resto de presidentes de comunidades autónomas de España para hacerse una foto junto a un avión que supuestamente traía material sanitario que no había solicitado ella. O la preocupación de la señora Ayuso por ir a rezar y llorar lágrimas de rímel negro a la Almudena de Madrid por los muertos.
Porque los medios asociados no cuentan que en la Comunidad de Madrid ha fallecido a causa de la pandemia, uno de cada tres de todo el Estado.
Echarle la culpa al Coletas de los ancianos fallecidos en las residencias concertadas y privadas de Madrid es, como poco, intentar jugar con la inteligencia de la gente. Porque, a lo mejor, es que la señora Ayuso y sus asesores, no saben que la gestión de esas residencias concertadas de mayores corresponde a las comunidades autónomas. A lo mejor, es que tampoco saben que tanto los trabajadores de esas residencias como los familiares de los ancianos, llevaban años denunciando el estado de precariedad en que esas empresas concertadas mantenían a los residentes. Empresas concertadas pertenecientes a fondos buitres que nada tienen que ver con la sanidad, pero que han descubierto un filón para ganar dinero a mansalva a costa de la vida de la gente mayor. Y la Comunidad de Madrid hizo oídos sordos a las denuncias para no entorpecer los negocios de los amigos.
O para intentar esconder la maravillosa comida basura con la que la señora Ayuso deleitó a los niños con pocos recursos. Maravillosa comida gracias a la cual a la señora Ayuso le valió el nombre de la Virgen del Pepperoni. Y nos reíamos de este chiste tan gracioso e imaginativo, mientras nos enterábamos que quienes están detrás de esta movida alimentaria y que los medios de comunicación asociados no recogen, es la Federación Española de Nutrición, formada, ¡oh, casualidad!, por Nestlé, McDonalds, Coca-Cola, Quirón Salud —el gigante de la sanidad privada—, Campofrío, Pespsico y, por supuesto, Telepizza; de todos estos podemos decir que son los adalides de la buena alimentación de los niños. Y de los mayores.
También es interesante esconder lo que hay detrás del apartamento de lujo en el que la señora Ayuso domina el cotarro madrileño. Curioso que pertenecen, son dos apartamentos, al mismo individuo que “cedió”, así entre comillas, algunos de sus hoteles para que fueran medicalizados. También “cedió” a la señora Ayuso, al módico precio de 565.749,58€, cuya factura apareció y desapareció de inmediato de la web de la Comunidad Autónoma de Madrid. Luego apareció otra factura por un valor de 240.443,57€. Y curioso el cese inmediatico de quien se supone que subió la factura. Roma no paga traidores. Y ahora dicen que la señora Ayuso pagará dicha factura.
En fin, ayusadas de las que reírnos mucho mientras nos siguen jodiendo la vida los de “es el mercado, amigo”.