Dijo el conocido dramaturgo y Premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente que “como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas”.
Ese concepto etéreo tan utilizado en nuestra ciudad, muchas veces de manera gratuita, de recuperar el orgullo de nuestra comunidad y el buen nombre de nuestro municipio, baja a la tierra y se concreta cuando han sido miles las personas, organizaciones e instituciones que en algún momento de la última década –incluso mucho antes en algunos casos- han visto cómo el Ayuntamiento no satisfacía, ni en tiempo ni en forma, las deudas que con ellos mantenía.
Todos ellos fueron comprobando y sufriendo como la falta de seriedad del Consistorio crecía y crecía hasta reflejarse en las cifras oficiales y posteriormente en los medios de comunicación, originando finalmente un lógico y fundado estado de opinión sobre nuestro Ayuntamiento y sobre nuestra ciudad, tanto dentro como fuera de ella. La bola de nieve aumentó y aumentó durante años mientras las costuras de Telde se descosían sin remisión, o dicho de una manera más rigurosa, los y las teldenses sufríamos un grave deterioro de nuestros servicios públicos y del prestigio de nuestra ciudad.
Para salir de esa complicada situación y ganar el futuro había que parar esa bola de nieve que amenazaba con agigantarse cada vez más y arrasar con todo. Y eso es lo que hemos hecho los hombres y mujeres de Telde. Como haría cualquier familia en su economía doméstica, hemos preferido pagar lo que debíamos para empezar a recomponernos, para mejorar nuestro presente y especialmente recuperar nuestro derecho a tener un futuro en el que aprovechar nuestras muchas fortalezas.
Es faltar a la verdad decir que a la misma vez que conseguíamos el saneamiento económico del Ayuntamiento, pasando de los 153 millones que se debían en 2015 a los 22,1 que se deberán en 2019, el municipio no ha avanzado. Pese al interés partidista de algunos, que solo piensan en llegar al poder a cualquier precio sin pensar mínimamente en el interés general y la recuperación de Telde, las gestiones realizadas con las Administraciones supramunicipales y la financiación llegada de las mismas nos ha permitido lograr objetivos trascendentales en diferentes ámbitos como los servicios sociales y la vivienda, el empleo y por supuesto en lo referente a infraestructuras, entre otros.
El Plan Integral de Jinámar representa un buen ejemplo. Aglutinando los fondos de todas las Administraciones y los esfuerzos y las capacidades de las entidades que ya trabajaban en el Valle, estamos trabajando desde 2017 para mejorar la realidad del barrio en una hoja de ruta que llega hasta 2027. Y como nos hemos comportado de manera seria y responsable pagando la deuda que nos asfixiaba, ahora podremos poner en marcha esta misma iniciativa también en el otro barrio más poblado de la ciudad, San Gregorio, y nuevamente basándonos en el trabajo comunitario, en red, y caminado en tres ejes: la rehabilitación de las viviendas y espacios comunes del casco antiguo, el apoyo a la dinamización económica y la generación de empleo, y las políticas sociales.
Al Centro de la Infancia, la Gerencia y las 1.700 viviendas rehabilitadas en Jinámar queremos sumar en el período 2019-2023 las 3.000 que restan para acabar con todas las del Valle, pero además empezar la mencionada de Los Llanos y también la de las 496 viviendas de San José de Las Longueras, proyecto por el que ya hemos empezado a bregar antes otras Instituciones.
Creo que cualquiera puede considerar de justicia que las viviendas públicas sean objeto de reformas después de décadas, con la consiguiente mejora de la calidad de vida de las personas que las habitan, como ya hemos hecho, atendiendo una reivindicación histórica, con las 132 de los Marinos de Melenara, generando además economía y empleo y renovando la situación general de la zona.
De eso justamente hablamos cuando decimos que las y los teldenses nos hemos ganado el futuro. No decimos que todo sea ya maravilloso y que esté todo arreglado. Por supuesto que queda mucho por hacer, pues del caos a la excelencia no se pasa en un mandato. Pero lo que sí afirmamos es que el haber pagado la deuda significará que en 2020 podamos romper definitivamente el plan de ajuste, esa infame lista de recortes que nos impusieron a las y los teldenses en 2012. Está estipulado que acabe en 2032, pero el esfuerzo realizado por todos y todas lo hará pedazos más de una década antes. Eso es conquistar nuestro futuro.
Ese plan de recortes, por ejemplo, mermó drásticamente nuestro servicio de recogida de residuos. Si Telde continúa por la senda de la responsabilidad que ha transitado estos cuatro años, podremos recuperar al personal despedido y la cantidad de maquinaria que teníamos antes, y por lo tanto una limpieza viaria a la altura de lo que nos merecemos. Igual circunstancia se da con el mantenimiento de los parques y jardines. Nuestro municipio fue ejemplo en esta materia, y hacia ese mismo punto estamos dirigiéndonos si no nos desviamos. Y en este paquete de mejoras se encuentran también los parques infantiles. Hemos mejorado algunos, pero muchos barrios se quejan, con toda la lógica, y por eso serán una absoluta prioridad desde que la Institución local se quite ese cinturón y pueda disponer libremente de sus ingresos. Todo esto representa una meta irrenunciable.
Esa entera disposición de nuestros fondos supondrá la culminación del Plan de Asfaltado iniciado ya. En muchos de los 30 barrios que hemos repavimentado, los propios vecinos y vecinas nos comentaban que hacía más de 10 y 20 años que no veían llegar el asfalto a sus calles. Pero aquí también es mucha la tarea que queda por delante, siendo esta otra de las razonables reivindicaciones de la ciudadanía.
En un posterior artículo ahondaremos sobre más proyectos que Telde, una vez liberado del yugo de una deuda mastodóntica, podrá afrontar en el próximo cuatrienio, pero he querido destacar estos por su carácter general y porque son algunos de los que más me hablan las personas que diariamente me encuentro por las calles de nuestra ciudad. Como siempre, les vuelvo ahora a dar toda la razón y les recuerdo que nada, ni lo bueno ni lo malo, cae del cielo, sino que las deficiencias actuales son consecuencia de las políticas erráticas –e inmorales- que determinados representantes públicos realizaron en el pasado.
Y entonces me recuerdan que nuestra obligación es arreglar el desaguisado, y a eso nos hemos dedicado en cuerpo y alma. La gran losa de la deuda puede ser historia muy pronto, siempre que no variemos el rumbo. Sé también, porque así me lo han transmitido, que muchos y muchas teldenses temen que lo conseguido en estos años con el esfuerzo común pueda irse de nuevo al traste en poco tiempo si las decisiones no son las adecuadas.
Comparto enteramente su preocupación, pues en ningún caso queremos que Telde vuelva a endeudarse, después de haber consolidado los cimientos de su recuperación social y económica y cuando tiene la oportunidad, mucho antes de lo que auguraban los mejores pronósticos, de despegar hacia el lugar que nunca debió abandonar.
Quiero cerrar esta reflexión adaptando la célebre frase de la lucha feminista, esta vez en el contexto que nos ocupa. El despegue de Telde será con seriedad, responsabilidad e integridad o no será.
Carmen Hernández
Alcaldesa de Telde y presidenta local de Nueva Canarias
@CarmenHdezNC