Entrevista al cantautor ALBERTO CAÑETE
La canción de autor en Canarias está encarnada por muchos nombres que, a lo largo de los años, han ido confiriendo distintos matices a un movimiento musical que siempre se ha caracterizado por su compromiso social y reivindicativo. Hoy hemos hablado con Alberto Cañete (1951), sin lugar a dudas uno de los grandes de la canción de autor de Canarias.
Admirado y respetado por la profesión y el público, Cañete ha sido fiel a un estilo muy personal y a un concepto de la canción social, comprometida e incluso política; aspecto que en su obra convive con una exquisita componente poética.
Alberto Cañete ha compuesto muchas canciones, pero la mayor parte de su obra musical está basada en la musicalización de poemas. “Me centro en intentar sacar la música que cada poema creo que lleva intrínsecamente unida a su propia sintáxis y léxico”.
Siendo aún muy joven, sorprendía a todos que desde el fin de la dictadura y la transición ya estuviera actuando en Ciclos por barrios y pueblos de todas las islas, en solitario o acompañado por otros artistas, o formando parte primero del grupo “Tríptico” que posteriormente se transformaría en un dúo, integrado por Inés Gutiérrez y él mismo.
Desde sus inicios sintió profunda admiración por las grandes voces de la canción de autor, manteniendo incluso lazos de amistad con artistas de la talla de Luis Eduardo Aute, Caco Senante, Silvio Rodríguez, Vicente Feliú… (estos dos últimos participaron en su disco “Con la luna vieja”).
¿Qué le influyó para acercarse tan joven a la música?
Quizá fue más la música la que se acercó a mí. En mi casa siempre se vivió un gran ambiente musical. No en vano, mi padre tocaba violín, acordeón, piano, guitarra… Él me enseñó los primeros acordes con 13 años. Pero fue antes, con 10 años, cuando la música empezó a formar parte inseparable de mi vida. Resultar escogido como integrante de la Coral Voces Blancas de la Caja de Ahorros de Tenerife supuso un aldabonazo que marcó mi trayectoria posterior. Allí conocí la poesía de Miguel Hernández, Lorca, Machado, Goytisolo… y la música de Paco Ibáñez o Atahualpa Yupanqui, entre otros. Lógicamente, esa poesía y esa música, a esa edad y en 1972 (con Franco aún vivo), supuso que mis gustos musicales y, más tarde, compositivos, tomaran unos derroteros obvios dentro de lo que se denomina comúnmente ´canción de auto´.
¿Qué acontecimientos contribuyeron para dedicar gran parte de su vida a la canción de autor?
Cuando dejé de formar parte de la Coral, a mediados de 1975, no quise abandonar lo que ya, tímidamente, había comenzado a hacer: componer mis propias canciones. Así, en el 76 formé con otro exintegrante, Javier Galván, el Dúo Tajinaste. Con él estuvimos casi dos años participando en conciertos por toda la isla. Era la época reivindicativa de la transición y diferentes colectivos vecinales, sociales, estudiantiles o políticos siempre aderezaban sus convocatorias con actuaciones. Así, con 15 años, compartimos escenario con gente de la talla de Juvenal, Vicente Umpiérrez, Suso Junco, PepePaco, Alberto y Ákeka o grupos como Pueblo Tanco, Palo o Chácara, entre otros. Éramos casi “las mascotas” entre gente bastante más mayor que nosotros. Pero nos defendíamos con canciones propias sobre poemas de Alberti, Campoamor, Francisco Luis Bernárdez… junto a otras que ya habíamos cantado en la Coral. Personalmente, ese mundo de canciones y poesía, gentes comprometidas y actuaciones ante un público totalmente entregado fue lo que me llevó a escoger el camino que, hasta hoy, vengo transitando.
¿Qué actuaciones destacaría de su ya larga carrera musical?
Es una pregunta muy difícil de contestar. Recuerdo una con un inmenso cariño y una gran emoción. Era diciembre de 1977. El día 12 caía asesinado Javier Fernández Quesada en las escalinatas del edificio central de la Universidad de La Laguna. Aquello supuso una conmoción social y siempre digo que ese hecho despertó en mí la conciencia política que mantengo hasta hoy; veía que algo estaba fallando en las promesas de cambio democrático que nos habían transmitido desde la muerte del dictador. No pude por menos que componer una canción dedicada a Javier y la estrené escasamente dos semanas después, en el festival de Navidad del instituto donde estudiaba. Entre el público, a profesores y alumnos se les escaparon las lágrimas y comprobé que no sólo a mí había afectado aquella muerte incomprensible e injusta.
Por otra parte, ya en 1981, tuve la oportunidad de telonear a uno de mis cantautores preferidos de entonces y de ahora: Luis Eduardo Aute; me considero “autista” de corazón. También reseñaría actuaciones como la Final del Certamen de Canción de Autor celebrada en La Gomera en 1986, la participación y co-organización del Festival “Por todos los Rincones” en el Puerto de la Cruz en 1991, el recital “Porque sí” en el Ateneo de La Laguna, ya integrando TRÍPTICO junto a Inés Gutiérrez en el 94 o la gira canaria de conciertos de presentación de nuestro CD “Con la luna vieja” en 1996. Como más recientes, destacaría el recital “AperitiVoz” en la Sala San Borondón de La Laguna en 2005, la presentación junto a Inés Gutiérrez de “Le ReTOURn” en el Espacio Guimerá de Santa Cruz en 2013 o el recital en “Lavaderos Live Music” también en Santa Cruz en 2016.
Aunque la actuación donde más emociones me sobrevinieron fue en diciembre de 2014 en el “Equipo PARA” en Santa Cruz, con motivo del acto de presentación de “Versolario”, poemario inédito de Meliano Peraile con dibujos de mi padre que ambos pergeñaron durante su cautiverio en la cárcel Seminario de Cuenca tras finalizar la Guerra Civil y que, tras 70 años ocultos, veían la luz. Fue un acto muy emotivo y muy bello, donde cada asistente se llevó un ejemplar del poemario ilustrado de edición limitada y numerada. Esa autoedición la llevé a cabo para solventar, en parte, esa deuda de gratitud que tenía –y aún tengo- con aquella generación de combatientes por la libertad y la República.
Háblenos de su experiencia discográfica.
Desde 1989 y hasta la actualidad, la voz y la compañía de Inés Gutiérrez está presente en casi todos mis proyectos musicales. En 1995 sacamos a la luz nuestro primer –y único- registro “Con la luna vieja”, que contó con las colaboraciones estelares de dos de los fundadores de la Nueva Trova cubana: Silvio Rodríguez y Vicente Feliú, así como con Suso Junco, PepePaco, Ákeka Gutiérrez y Mariola Guanche. Fue una grabación comandada por un jovencísimo Manolo Rodríguez, líder entonces del cuarteto de jazz Macrakantha y hoy uno de los músicos más respetados y con mayor proyección de Canarias.
Después he ido haciendo grabaciones sueltas, bien como maquetas auto producidas, bien como colaboraciones en variados proyectos fonográficos, como el recopilatorio “Recuento y Canción” dedicado a la obra poética de Paco Viña o el primer disco de PepePaco “De andar por casa”, ambos de inminente aparición. Aparte, realicé la producción y grabación de “Cubanarias”, canción creada junto a la cantante cubana Jamila Castillo durante nuestra estancia creativa en la Semana de Autor de la Fundación Sgae de Granada en 2015, que grabé y edité con Inés Gutiérrez como solista en 2017. La última ha sido una canción, “Tablero de Ajedrez”, basada en el libreto original de El Rey de Alberto San Juan. Actualmente tengo en marcha la grabación de una obra vocal-instrumental breve en cuatro movimientos basada en el poema de 1978 “Maguan y los cuatro jinetes” de Argelio Hernández y dedicado a los cuatro mártires más conocidos de la dictadura y la transición en Canarias: Juan García Suárez El Corredera, Antonio González Ramos, Bartolomé García Lorenzo y Javier Fernández Quesada, y que servirá de base musical para el recitado por el propio autor.
¿Cómo se podría frenar el objetivo de ciertos oscuros poderes de reducir la cultura a la mínima expresión?
La Cultura, en general, ni es ni ha sido del agrado del Poder; de cualquier Poder. Siempre recuerdo la inteligente y mordaz parodia de “Les Luthiers” sobre una Junta Militar que se hacía con las riendas de una hipotética nación y que, repartiendo las carteras ministeriales, todas correspondían a Generales, Coroneles y Capitanes, excepto la de Cultura, que le era adjudicada a un Cabo Primero. O aquella en que hacían mención al ´horario habitual de las tres de la mañana´ para la programación cultural. Es de risa, pero –en parte- es la pura realidad. Eso si hablamos del poder político. Pero existen otros poderes: el económico, el mediático o, incluso, el eclesiástico. Y eso ocurre aún hoy, en pleno siglo XXI; pero pareciera que todavía estamos en el XIX.
La Cultura entendida como el conocimiento, la ciencia, la literatura o las artes tiene el inmenso objetivo de incentivar criterios, remover el espíritu crítico y abanderar el progreso intelectual del ser humano. En definitiva, la Cultura es la llave del empoderamiento ciudadano. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que eso no interesa al Poder, salvo que todas esas disciplinas estén a su servicio. Por eso considero tan importante la independencia del creador, del filósofo, del científico, del artista, para frenar las derivas involucionistas. La Cultura debe asumir el riesgo de ser proscrita, de ser incomprendida y hasta vejada por el simple hecho de desarrollar esa tarea para la que está premeditada. Debe vencer miedos, eliminar barreras y sortear obstáculos. En mi caso, y parafraseando a Celaya, “la poesía y la música son armas cargadas de futuro” que debemos empuñar.
Ya casi no hay tiendas de discos, que tan importante papel desarrollaron en la Cultura…
En efecto, el disco tradicional y el CD posterior ya no son tan necesarios para hacer llegar la música al público. Las redes sociales y las plataformas on-line han ido sustituyendo y ampliando el espectro de consumo musical. Pero eso no debe ser considerado malo per se. Hoy, cientos, miles, de grupos y solistas que hacen su música, la mayoría auto producida, son capaces de llegar a cualquier lugar del mundo con un simple click. Aunque siempre quedaremos algunos nostálgicos a los que nos gusta tener el soporte físico, leer con detenimiento los créditos y ponerlo con mimo en el reproductor de casa o del coche. Los discos, como los libros en papel, son una especie de fetiche del que es muy difícil desprenderse. Aunque los hayas escuchado o leído, te ves incapaz de renunciar a saber que siempre estarán allí, en su lugar.
¿Qué grupos musicales y cantautores le resultan más interesantes en Canarias y en general?
Con altibajos, como en cualquier disciplina y en cualquier época, la canción de autor hecha en Canarias ha sobrevivido. Cambiante, mestiza, pero siempre conservando el color y el sabor de una estela creativa que a todos y todas nos precede. Del cantautor combativo de los escenarios de los 70 pasamos a los más intimistas de los 80 y 90, donde los grupos tomaron el relevo hasta mediados de la primera década del nuevo siglo. A partir de ese momento, ha habido una eclosión de jóvenes cantautores y cantautoras que han revitalizado la canción como género y que han bebido de otras fuentes musicales nuevas. En Tenerife concretamente, donde más conozco el ambiente musical, puedo decir que la salud de la canción es envidiable y comparable a cualquier territorio puntero del estado español. Hoy se suben a los escenarios canarios no ya los que antes se les llamaba jóvenes promesas, sino auténticas realidades en el ámbito artístico y creativo. Podría citar muchos y muchas, pero me referiré sólo a unos pocos que, por sus inteligentes y profesionales propuestas merecen todo mi reconocimiento: Fran Baraja, pionero del busking callejero en La Laguna; José Arbelo, sureño del Médano con unas melodías a caballo entre Canarias y Andalucía y gran dominio de la voz y la guitarra; Ida Susal, lagunera de ascendencia vasca y sonoridad fresca y vitalista; Tomás Vera, ´cantautor de acampadas´ como él mismo se denomina con una propuesta de neta canariedad; Kakó Rodríguez, incombustible referente rockero que vive su segunda juventud creativa; o Muriel Sardá, jovencísima lagunera abriéndose camino con paso firme e íntimas composiciones.
En general y sin circunscribirnos a Canarias, ´los clásicos´ aún responden a mis expectativas: Silvio, Pablo, Serrat, Aute… Pero más recientemente han ido apareciendo propuestas que son muy interesantes: Ismael Serrano, Iván Ferreiro, Xoel López, María Rozalen…
¿Qué le diría a las instituciones públicas y a los políticos que van a ser elegidos en abril y mayo?
Por la parte que me toca, ya que formo parte de la candidatura de Unidas se Puede al ayuntamiento de La Laguna, tengo asumido que debemos tener el compromiso firme e ineludible de propiciar, apoyar y facilitar que la Cultura y la creación salgan del ostracismo al que se les ha sometido durante años. José Martí dijo que “solamente un pueblo culto puede ser verdaderamente libre”. No se trata de dirigismo, ni de arrinconar facetas culturales para proteger a otras; es simplemente restablecer el equilibrio y potenciar la calidad, la innovación y el futuro sin olvidarnos del legado patrimonial del pasado. El enmascaramiento de ocio y el espectáculo –lo que verdaderamente les interesa más- trasmutado en oferta cultural es lo que la mayoría de los poderes públicos ofrecen a la ciudadanía. Falta educar para la Cultura y eso no se hace en la actualidad. Los niños y niñas, los y las jóvenes, se encuentran huérfanos de ese aprendizaje; de nada vale saber solfeo y tocar al piano composiciones de autores clásicos si se desconocen, por ejemplo, los pintores o literatos que fueron coetáneos de esos compositores y que, de seguro, se influyeron mutuamente a la hora de crear sus obras. Las manifestaciones culturales son, por principio, interrelacionadas con su época y son sus sociedades.
¿Qué opina del elevado nivel de descerebramiento que se observa en la sociedad?
Vivimos en la sociedad de la información, de la comunicación y de la inmediatez. Queremos saber todo, contar todo y, además, lo queremos ahora. La oferta es enorme en todos los campos, desde los negocios y las finanzas, pasando por la información periodística, el ocio y la propia cultura. Nos falta sosiego, paz íntima para el disfrute de las pequeñas cosas. La mayoría de la gente está sumida en un mar de problemas cotidianos de índole particular; si a eso le sumamos el bombardeo mediático, las trabas burocráticas, las escasas perspectivas de futuro y la lucha de poderes, el coctel es explosivo. Ahí aparecen “válvulas de escape” que, aún pareciendo inocuas, producen un apalancamiento anímico y una volatilidad espiritual que desactivan los resortes del inconformismo. Las personas no pueden dedicar todo su tiempo libre, que es muy poco, a dejarse la piel todos los días en las luchas para recuperar lo que ya consideraban que eran sus derechos. Están cansados, abatidos. Y este es un logro, un éxito, del Poder. Ante esto, ¿qué hacer? Sólo se me ocurre una cosa: pedagogía ciudadana. Y queda mucho por hacer. La Cultura por barrios y pueblos está dejada de la mano; por muchas iniciativas que se pongan en marcha, aún va más gente a la procesión de Semana Santa del barrio y a la verbena de las fiestas que a actos netamente culturales. Y es que en esas procesiones todavía se interpreta el himno español –que, en teoría, es de todos y que sólo puede interpretarse en ceremonias oficiales con presencia o delegación del Jefe del Estado-; y en esas verbenas aún se cierran las actuaciones con el pasodoble ´Islas Canarias´ en lugar de, por ejemplo, el ´Ach-Wañac´ de Taburiente. Esa losa pesa mucho. Pero habrá que intentar levantarla y exhumar lo que hay debajo. Para ello es imprescindible que las generaciones más jóvenes y, por lo que hemos visto en los últimos cinco años, más combativas e inconformistas, reciban todo el apoyo de los que somos más veteranos para que aprendamos mutuamente las unas de las otras. Pasarles el testigo y estar a su lado. No hay otra…
¿Qué proyectos tiene para los próximos años?
Aparte de seguir viviendo (jajajajaja), que no es poco, velar por mis hijos y mi familia, ver crecer a mi nieto y aportar, en la medida de mis posibilidades, mi granito de arena en la construcción de una sociedad más justa, más culta y más libre para todos y todas. Y, por supuesto, seguir componiendo; aunque sea sólo para mí. No podría hacer otra cosa.
¿Qué opinión le merece la división existente entre las fuerzas políticas progresistas/de izquierda?
Esta es una ley no escrita. El tránsito de las ideas progresistas o de izquierdas a lo largo de la Historia ha estado plagado de autocercenaciones. Al contrario que el inmovilismo y las tesis conservadoras, que tienen claro el mantra de “lo que el dinero ha unido, que no lo separe el hombre”, la izquierda adolece de un exacerbado, a veces, espíritu crítico contra el que tiene al lado, en lugar de tenerlo contra el que tiene enfrente. No es nada nuevo. Los últimos avatares de la izquierda no-reformista (léase a partir del partido socialista) pueden ser fruto del ansia (inmediatez), de la inexperiencia o de ambas cuestiones a la vez. Como se suele decir, todos y todas somos hijos de nuestro padre y nuestra madre y las opiniones son como las narices: cada persona tenemos una. La gran diferencia con la derecha –y más con la española actual, fuera de todo límite racional- es que el interés que mueve a estas divisiones coyunturales en la izquierda se debe más a diferencias tácticas y estratégicas que a causas ideológicas de fondo. Por el contrario, la derecha puede ser franquista, democristiana o liberal, pero persigue el mismo fin: el sometimiento de las clases populares a los designios de quienes les pagan sus campañas o sus sedes y a sacar la mayor tajada posible para sus bolsillos y los de sus amigos.
¿Que nos diría de la corrupción que inunda a todo el Estado y en particular a Canarias?
Una lacra a extirpar. Y cuanto antes, mejor. Esto no es flor de un día; muchos años en el poder dan para mucho. Alguien me dijo una vez que “el Poder no corrompe, sino que delata”. Y es cierto. Si tú no eres corrupto antes de acceder a una responsabilidad pública es muy difícil que caigas en las redes de la corrupción; por el contrario, si caes, es que ya venías corrupto de casa…
¿Qué opinión le merecen las condenas y la prisión de los máximos protagonistas del Caso Las Teresitas…?
Es un caso del que conozco poco, sólo lo que algunos medios y periodistas independientes han ido desgranando. Lo que en su momento fue catalogado como “pelotazo de libro” se ha visto confirmado; no me extraña; me indigna, pero no me extraña. El que se ha aprovechado de la buena fe o del desconocimiento de la gente para enriquecerse debe pagar ante la sociedad. Es lo mínimo.
¿Considera que vivimos una democracia?
Incompleta, perfectible, coja en algunos aspectos, pero creo que sí. La constitución del 78, si se hubiese aplicado al cien por cien, hubiera convertido a este país en puntero en muchos aspectos. El error fue que ese texto ha quedado sepultado por la propia inoperancia de los poderes públicos. Reconociendo que los Pactos de la Moncloa que alumbraron el inicio de la transición se firmaron con el ruido de sables de fondo y que la constitución no se refrendó desligándola tajantemente de la forma de Estado –recordemos las palabras de Adolfo Suárez (padre) a la periodista Victoria Prego-, fue un comienzo ciertamente esperanzador. Cuarenta años después, toca batallar para abrir ese melón y reformar aspectos en los que la sociedad ha caminado muy por delante de una norma anclada en un momento histórico que ya pasó. El futuro es inexorable. Y ya está aquí.
¿Qué medidas deberían tomarse para regenerar la vida política y avanzar hacia una sociedad que pueda llamarse democrática?
Todo proceso lleva su tiempo. Y siendo estos tiempos que nos toca vivir “malos para la lírica”, la gran dificultad radica en la desconfianza paulatina, creciente e inexorable de la ciudadanía hacia sus representantes políticos y hacia el propio sistema en sí. Un Estado democrático de Derecho que no dé soluciones a los problemas de sus ciudadanos, sino que les cree nuevas situaciones de desasosiego es un Estado fallido. La defensa de la libertad de expresión, el respeto a mínimas normas de convivencia, la separación Iglesia-Estado, la libre determinación sobre el sistema político y la figura del Jefe del Estado, el respeto a las singularidades territoriales y el reconocimiento al derecho de autodeterminación, la persecución implacable del fraude fiscal y la corrupción política, la redistribución de la riqueza, la lucha contra la precariedad laboral y la pobreza energética, las medidas contra el cambio climático y la contaminación, el anclaje de las pensiones como derecho inalienable de los trabajadores y trabajadoras, la renta básica universal… Son asignaturas que deben llevarse a cabo en los próximos años sin dilación.
Creo que dos conceptos tan aparentemente distantes como la Administración de Justicia y la Educación y la Cultura son los más importantes a la hora de valorar o identificar a una sociedad como democrática. La Justicia al servicio de la ciudadanía impide los excesos del Poder y es la garantía de seguridad de los individuos y del colectivo; la educación en valores cívicos impulsa al ente social hacia las cotas de convivencia deseable y exigible; y la Cultura, en todos sus aspectos, conforma a una sociedad libre de miedos y crítica ante cualquier recorte de libertades. Una creación como la Democracia no puede ni debe ser devaluada tan alegremente como lo está siendo en los últimos cien años. Nos va la vida en ello.
Firma: Yurena Díaz