Hace dos años fue Bourne-5 y ahora le tocó a Rambo-5 poner patas arriba a Santa Cruz. Serán casualidades del destino, pero los títulos de ambas secuelas del género comercial y patriotero yankee poseen una rima facilona en consonancia con las molestias que causaron a los chicharreros.
Si con Bourne-5 partes de Santa Cruz se convirtieron en la Atenas de la crisis, con Rambo-5 (caramba con las rimas) hemos bajado en el escalafón porque esta última americanada, en síntesis, será la crónica de las patadas y puñetazos de Rambo para rescatar a la protagonista femenina de las garras de un cartel de la droga mexicano. Sin duda el producto final será otra americanada totalmente infumable, pero no deja de resultar curioso que a la productora le haya resultado más económico rodar los exteriores en Tenerife que cruzar una frontera por tierra y hacerlo en el propio México, y ello incluyendo los salarios de los “extras” (imagino que camellos locales pagados en euros en lugar de pesos mexicanos), tasas, impuestos, las indemnizaciones por las molestias y costes de transporte y alojamiento.
Nuestro Excelentísimo Alcalde se ha desgañitado diciendo que Rambo-5 vendría a ser una especie de chollo divino por la cantidad de millones que van a caer en Santa Cruz y por la promoción exterior que lleva implícita. En la práctica Rambo-5, como lo fue Bourne-5, se quedará en una especie de “Bienvenido Mr. Marshall” que dejará algunas limosnas en la periferia y el grueso de la pasta en el “Corazón de Tenerife”, promoción internacional incluida. Y hablando de la promoción, imagino que nuestras bien remuneradas autoridades no ignoran que se trataría de la promoción de nuestras infraviviendas y de lo más cutre de nuestras barriadas alejadas del “Corazón de Tenerife”. En Ofra hay infinidad de solares de propiedad municipal que se quedaron en conatos de zonas verdes llenos de auténtica mierda, donde se podrían rodar escenas dantescas dignas de un apocalipsis nuclear sin necesidad de efectos especiales, incluso una barriada conserva intacto un rótulo franquista de cemento con el yugo y las flechas en relieve. En los alrededores del Pancho Camurria también tienen unas localizaciones de lo más “naturales” para una benéfica pelea con moraleja final de Rambo en el inframundo de la droga de México, y en los pasillos de urgencias del Hospital de La Candelaria tendrían localizaciones tercermundistas dignas de un Óscar. Y si quieren imágenes para para un film de ciencia-ficción tienen eventos surrealistas como el Zombie-Walk, equiparable a una caída masiva de “Soma” en “Un Mundo Feliz”, o cualquier machangada de las que organizan en precampaña electoral con nuestro dinero y llaman “dinamización”. Hay que joderse.
Menos mal que los espectadores rara vez se quedan a leer los agradecimientos de la productora en los créditos y las localizaciones del rodaje, el daño al turismo podría ser irreparable.
Álvaro Felipe.