Se llamaba Antonio López Sierra, fue el último verdugo español. Representaba el escalón menor de la administración de justicia (?) en los años del franquismo. Un oscuro funcionario para que ejecutara la muerte legalmente administrada.
Antonio, de origen extremeño, de vida dura, sobrevivía vendiendo caramelos. Malvivía con su mujer y dos hijos. Para salir de su situación alguien le propuso ser verdugo. Atrapado en su propia miseria, incapaz de encontrar salidas en un entorno sórdido, aceptó el trabajo. Pensó, como aquel verdugo de otra obra maestra de nuestro cine, aquel que interpretaba Pepe Isbert en la película de Berlanga, que tendría poco trabajo. Y, además, alguien tendría que hacer ese sórdido trabajo. Hoy en día, no existe el verdugo legal. Existen otro tipo de verdugos que no aplican el garrote vil, pero no son menos sanguinarios.
Las entidades financieras son los verdugos encubiertos. Diariamente embargan a familias enteras sin el menor pudor y con la mayor sangre fría. La Ley Hipotecaria, hecha a medida para la banca, es una ley que se ejecuta con toda rapidez, independientemente de las circunstancias personales del “ejecutado”, basta con el impago de 3 cuotas de amortización para que te conviertas en un embargado. Me consta que una de las entidades financieras más poderosas de nuestro país, el BBVA, ha llegado a embargar la pensión de invalidez de un discapacitado de más de 70 años para cobrar unos intereses de una deuda cuyo capital origen del crédito fue abonado en el año 1979, o sea que han dejado pasar más de 30 años para, posteriormente, cobrarse unos intereses del que no tenía ni pajolera idea el pobre interesado. .
Teniendo en cuenta la crisis, el BBVA ha tenido beneficios, en el tercer trimestre de este año 2018, por el orden de los 4.323 millones de euros y prevé para finales del ejercicio duplicar la cifra. El sueldo del Sr. Presidente roza los 5,7 millones de euros anuales mientras que sus directivos llegan a una media de 3,04 millones de euros al año. En este sentido de las “cosas” hay que aprovecharse hasta de la pensión de invalidez de un pobre discapacitado.
El otro grande, el BSCH, ha duplicado el beneficio del anterior, llegando en el primer semestre de este año a los 3.752 millones de euros tras un cargo de 300 millones por la compra del banco Popular. Mientras ejecuta todo lo ejecutable, mantuvo el patrocinio, a partir del 2010 y hasta el 2015 del equipo de Formula 1 de la escudería Ferrari, con un desembolso de 40 millones de euros/año, lo que supondrá un total de 200 millones de euros en el lustro.
Que las entidades financieras no son ONGs lo sabemos todos, que tienen que vigilar por el dinero de sus impostores clientes, también lo sabemos.
Después del bochornoso espectáculo, la esperpéntica sentencia del Tribunal Supremo, sobre el cobro del impuesto sobre las hipotecas, los españoles ya no tenemos la menor duda que los Bancos son los nuevos Padrinos, los nuevos capos de la mafia a nivel nacional, en definitiva los nuevos verdugos del siglo XXI, con el beneplácito del gobierno y de los partidos políticos, incluso la justicia se pone de rodillas ante las demandas de los padrinos de la banca.
Lo increíble de todo es saber que con el dinero de nuestro dinero (más de 300.000 millones de euros entre efectivo y prebendas) se han financiado estas entidades, mientras sus directivos siguen cobrando pasta gansa y engrosando la bolsa con suculentos beneficios.
No es lógico lo que está ocurriendo, es de urgente necesidad volver a crear la banca pública, un Banco de todos los españoles, creados para que el beneficio redunde en cada uno de nosotros, unas entidades financieras que sirvan para el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, un banco hipotecario nacional, como el que hace años funcionaba de maravilla, que el Instituto de Crédito Oficial, el ICO, abra oficinas al público y sus prestamos sean gestionados directamente y no a través de la banca carroñera.
Ahora es el momento del gobierno de Psoe de dar un puñetazo en la mesa y decir ; Stop a la banca carroñera.
Urgentemente se hace súper necesario la Banca Pública española.