COLABORACIÓN LITERARIA
(Exterior día. Cafetería del Gabinete Literario con mesas fuera. El reloj de la fachada del Gabinete marca las 5 de la tarde).
(Entran en escena por una calle lateral caminando hacia la terraza del Gabinete Literario, Tara y Pino cogidas del brazo. Son de mediana edad y visten de manera formal, salvo Tara que lleva un atrevido escote).
Tara
(Riendo, muy contenta)
¡Qué alegría tengo de haberte encontrado después de tanto tiempo!
Pino
¡Y que lo digas! Yo también me alegro un montón. Vamos a charlar un rato mientras tomamos un té en esta terraza.
(Se sientan junto a una de las mesas, en primer plano, y enseguida sale un camarero para atenderlas).
Camarero
Buenas tardes, señoras, ¿qué van a tomar? (mirando descaradamente el escote de Tara)
Pino
(Mirando a Tara con complicidad)
¿Lo de siempre, no Tara? Por favor, pónganos dos Tés. verdes, el mío con sacarina. (El camarero se aleja introduciéndose en la cafetería).
Pino
¿Te has fijado con qué descaro te miraba al escote?
Tara
Bah…los hombres siempre piensan en “eso”…
Pino
En el sexo, querrás decir…
Tara
Sí, en “eso”.
Pino
Bueno, y ¿Qué me cuentas? ¿Algo que destacar en estos dos últimos años?
Tara
¡La bomba! ¡Qué me han hecho abuela!
Pino
(Asombrada)
Pero mujer, como ha podido ser eso, si aún eres muy joven para ser abuela. Cuenta, cuenta, soy todo oídos.
Tara
Pues verás. Mi hija “Tarita” terminó los estudios de enfermería; pero no consiguió plaza en la pública, y en la privada le pagaban menos que fregando escaleras, así que decidió probar suerte en Inglaterra.
Pino
Sí, ya recuerdo que se la daba muy bien el inglés.
Tara
Bueno, pues marchó con un contrato para trabajar de enfermera en una Clínica Abortista, privada, en la calle Avenue, del mismísimo Londres.
(En ese momento sale el camarero portando la bandeja con el té de ambas)
Camarero
Señoras, su té de las cinco. (Sin dejar de mirar, obsesivo, el escote de Tara, que de forma instintiva trató de subir)
(El camarero se retira, y ambas proceden a servirse el té)
Pino
¡Genial! pero no sé que tiene que ver una clínica abortista con hacerte abuela, mas bien sería lo contrario.
Tara
Calma, Pino, deja que te cuente. La cuestión fue que allí, en Londres, conoció a un chico búlgaro, Stefan se llama, que estaba terminando la tesis de no se qué carrera extraña que se estudia en Bulgaria. Total, que se enamoraron como dos críos.
Pino
Y tanto, como dos críos que son. Pues tu hija no debe tener ni veinte y él supongo que parecido ¿no?
Tara
Sí, ahora ya tienen 21. Total, que no debieron ser muy cuidadosos y mi Tarita quedó embarazada del búlgaro.
Pino
Pues lo tenían muy fácil trabajando en esa clínica: Aborto rápido y santas pascuas ¿no?
Tara
Ah, eso también pensé yo cuando me lo dijo, pero que va, resultó que el búlgaro, Stefan te dije se llama, y sus padres, son cristianos ortodoxos. Y eso del aborto no lo veían nada bien. Además, creo que trabajan en la Embajada de Bulgaria en la capital de Suiza y no querían ninguna nota desfavorable al respecto .Fíjate, Suiza nada menos, que son súper-católicos, salvo para el dinero que llega a sus Bancos, claro.
Pino
¡Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho, que dijo don Quijote! Y encima cristianos ortodoxos, nada menos. (Haciendo aspavientos)
Tara
Bueno, pues que tuvieron que casarse deprisa y corriendo; pero no te lo pierdas, exigieron hacerlo por los dos ritos, el católico apostólico y romano en Las Palmas y por la iglesia ortodoxa búlgara en Bulgaria. Y allí me tienes a mi, que de búlgaro no se decir ni patata, en alemán creo que es kartoffel, escuchando a aquellos popes barbudos dar consejos a la pareja, no se si en latín o en búlgaro. La cosa es que todo estaba escrito con las letras esas al revés, como si fuera ruso.
Pino
En cirílico, querrás decir…
Tara
Sí, eso, en cirílico. La catedral de Santa Sofía, una preciosidad, quizá algo recargada con tanto icono, pero de veras que una auténtica preciosidad. En recuerdo, no se si de la catedral o de la ciudad, a mi nieta le han puesto el nombre de Sofía. (Sacando el móvil para mostrárselo a Carmen) Ya verás que linda es, un bellezón con aires eslavos, de tan solo un añito.
Pino
(Admirando la foto del móvil) Pues si que es preciosa la niña, parece una muñequita rusa o eslava.
Tara
Bueno, pues a grandes rasgos, eso ha sido todo. Que soy abuela por las circunstancias. Pero dime, ¿Cómo te ha ido a ti? Cuenta, cuenta.
Pino
Pues si lo tuyo ha sido la bomba, lo mío ha sido la hostia. No te lo vas a creer, pero me separé, hace ya dos años, de Rayco. Ahora ya es, mi “ex”. Estaba harta de él, ya sabes como son los del profesorado. Todo gira entorno a la enseñanza, no tiene otra conversación. Hasta te regalan un calendario que solo tiene los meses escolares, de Septiembre de un año, a Agosto del siguiente, y se quedan tan panchos. No entienden que el mundo se rija por un calendario diferente al escolar.
Tara
Pues se habrá quedado sorprendido y hecho polvo, ¿no?
Pino
No parece… Ahí anda, en Facebook, presumiendo que tiene cientos de amigos y amigas, mas amigas que amigos. Ya sabes, maestritas, y un montón de alumnas, todas ellas adolescentes.
Tara (sorprendida)
¿Adolescentes? ¡Será guarro!
Pino
Eso mismo le dije, el día que le sorprendí en nuestro baño “cepillándose”… (Tara horrorizada, le interrumpe la frase)
Tara
¡Qué depravado! ¡”Cepillándose” a una de sus alumnas adolescentes, supongo! ¡Y en vuestro propio baño! (llevándose las manos a la cabeza)
Pino (alterada)
Por Dios, Tara, que mente más calenturienta tienes: estaba solo, cepillándose los dientes.
Tara
Ah, bueno eso es otra cosa. Había temido lo peor.
Pino
Sí, pero con MI CEPILLO(remarcando), el muy guarro. ¿Has oído bien? ¡Con MI PROPIO CEPILLO DE DIENTES!
Ya le dije: “Hoy mismo haces tu maleta, y te largas de esta casa a limpiarte los dientes con el cepillo de tu señora madre”
Tara (Asombrada)
¿Eso le dijiste?
Pino (riendo a carcajadas)
Eso le dije… y hasta hoy. ¡Habrase visto, usar mi propio cepillo de dientes! ¡Yo por ahí no paso!
(Tara y Pino se ríen a carcajadas, mientras el camarero se acerca con la bandeja vacía, y un tanto confuso con las risas se queda expectante, hasta que ceden ligeramente en las mismas.
Camarero
Señoras, ¿puedo retirar el servicio? ¿Desean alguna cosa más, las señoras?
Pino
No gracias, nos da la cuenta por favor. Ah, una cosa, ¿no será usted búlgaro, por casualidad?
Camarero
No señora, yo soy de Moya, a mucha honra.
Tara
(Mirando con complicidad a Pino) Es que tal como están las cosas, hay que tener mucho cuidado con los búlgaros y los cepillos de dientes, ¿verdad Pino? (Y ambas vuelven a reír al tiempo, a grandes carcajadas, mientras el camarero perplejo, pone cara de no entender nada y se aleja con la bandeja y los servicios retirados).
F I N
Jesús Gutierrez Diego