Seguro que los que peinen ya muchas canas, o hayan quedado sin un pelo, ni de tontos ni de listos, recuerden aún el vocablo “Contubernio”,
(ablativo latín de contubernium, habitación con otra persona, y también amancebamiento, cum (con), y taberna o tienda), que empleó el régimen franquista para titular la reunión en Múnich (Alemania) los días 5 y 6 de junio de 1962 de unas 120 personas, que contra lo que el Régimen pregonaba, no eran comunistas, y ni tan siquiera filo comunistas, pues en estas reuniones se había vetado la presencia oficial del Partido Comunista de España( en adelante, El Partido), tanto en el exilio, como sus luchadores en el interior de España, en la mas que peligrosa clandestinidad. Se enteraron de la reunión solo dos días antes de su celebración. Realmente en estas reuniones, estuvieron mayoritariamente, personas colaboracionistas del franquismo, tanto en su faceta de falangistas, como de católicos opusdeístas, e incluso algunos de los que habían participado en el bando nacional con las armas en la mano en el Golpe de Estado de 1936.
Seis años más tarde, el 21 de abril de 1968, la policía del Régimen seguía obsesionada con ver más comunistas que los que en la clandestinidad había. Y trataban de demostrar que la HOAC (Hermandad de Obreros de Acción Católica) era, nada menos que la tapadera de “El Partido” en una ciudad balneario como Santander, tan burguesa y relajante que con solo mirar desde el Paseo de Pereda hacia su hermosa bahía, con sus aguas calmas y el reflejo de las montañas, como un lago suizo, adormecían cualquier impulso revolucionario. Pero en su obsesión de ofrecer al Obispado los argumentos necesarios para cerrar dicha Hermandad, idearon una gran operación policial en torno al edificio de la sede de la HOAC, sito en la calle Rualasal de Santander.
A esta operación policial, la denominaron “HOPARCO”, no confundir con el filósofo griego y con otros romanos HIPARCO.
Durante muchos años, el que esto escribe, ha estado tratando de descubrir el significado de estas siglas, siempre mediatizado por los filósofos romanos y griegos. Grave error por mi parte, porque las mentes que parieron aquel engendro de operación, eran muy sencillas, casi rústicas, vamos, de andar por casa. Los comisarios y torturadores, señores Solar y Cuervo, en su elementalidad, tenían que haber ideado algo más propio de cerebros pequeños y condicionados por sus obsesiones demostrativas. Así que, después de descartar formulaciones más complejas, me puse en la mente de este par de inspectores…y ¡Eureka! La cosa estaba muy clara: operación “HOPARCO” no era otra cosa más, que la sencilla combinación HOac-PARtido-COmunista: HOPARCO. Su demostración de que la HOAC, no era más que la tapadera del Partido Comunista en la clandestinidad.
En 1968, yo solo tenía 24 años, a cumplir a finales de diciembre, así que cuando se lanzó la operación “HOPARCO” aún tenía 23, y terminaba ese año los estudios Perito Industrial Químico, en la vieja Escuela de Peritos e Ingenieros Técnicos en la calle Sevilla de Santander. Desde que ingresé en esta Escuela Técnica, eché de menos alguna formación humanística, que no fueran las consabidas Religión y Formación del Espíritu Nacional. La asociación de alumnos editaba una revista muy técnica, denominada “Nueva Aula”, que entrevistaba al profesorado sobre cuestiones técnicas, como por ejemplo un reportaje a un profesor que por aquel entonces decía haber inventado un motor impulsado por agua, Ictiodino creo que lo llamó, pero que realmente había reinventado la electrólisis del agua, siglos atrás inventada por los griegos. ¡Ay, lo griegos, quien los ha visto y quién los ve ahora! Pues bien, una vez que llegué a dirigir la revista, comencé a introducir artículos culturales, y en su fase última, algunas referencias al mayo francés de 1968. Pero no contento con esto, y con la ayuda de otros compañeros, como Enrique Ibáñez y José María Sastre, convocamos sendos concursos de fotografía y dibujo artístico. Y para rematar creamos el Cine-Club “Ingenieros Técnicos”, todo ello sin local apropiado, proyectábamos en un aula con las mesas de estudio como asientos y la pared como pantalla. Pero tampoco teníamos cámara de proyección, así que acudimos a los buenos oficios de Ramón Viadero para que el Cine Club de la HOAC nos prestase su cámara.
Y en este punto de la pequeña historia, es cuando aparece la HOAC. Yo en aquel tiempo de 1968 no pertenecía a “El Partido” en la clandestinidad, sería años después, hacia 1975, cuando viviendo en Laredo y trabajando en GURSA, de forma rocambolesca me citaron en invierno, para mi afiliación, en la playa desierta de Oriñón (Castro Urdiales), donde debía de contactar conmigo Víctor Gijón; pero este no apareció porque había sido llamado a servir forzosamente a la Patria en el Ejército Español en Canarias o en las Plazas Africanas, no recuerdo bien lo que me dijeron. En su lugar apareció al contacto un chico joven de nombre Elías, con barba rubia y gran parecido a Fidel Castro. Así de esperpénticas podían ser las cosas en la clandestinidad de “El Partido”.
Tampoco era creyente, pues aunque cuando nací no creía en nada, salvo en la leche materna; luego fueron acomodándome a la religión católica: pero años después, por ciertos abusos que sobre mi ejercieron algunos sacerdotes agustinos, regresé a mi estado natal, es decir a no creer en ninguna religión. Hasta tal punto que para poder casarme en el verano de 1970, con Pilar, mi novia de siempre, tuve que abjurar de la religión católica a fin de acceder a un matrimonio canónico, no se permitía el civil, que unía a personas de diferentes religiones o sin creencia alguna. Debiendo de celebrarse dicho acto matrimonial en el pórtico de la iglesia, con el contrayente católico por interior y el otro contrayente por el exterior. Cosa que, Pico, el conocido cura párroco del Barrio Pesquero se saltó, procediendo a la unión en la sacristía o cuarto donde acogía a pernoctar a personas necesitadas o indigentes. En este sistema de apaño cristiano, impuesto por la Dictadura y la Iglesia me precedieron Joaquín Palazuelos y Ángeles Alonso, y Ramón Viadero y Conchita Liaño.
Así que mi relación con la HOAC fue circunstancial: El 21 de Abril de 1968, muy poco antes del Mayo del 68, francés, sobre las 21 horas y procedentes del Ateneo de Santander acudíamos, Pilar y yo, a la sede de la HOAC para preparar la cámara de proyección de cine que nos prestaban, para al día siguiente proyectar una película en el cine Club de Ingenieros Técnicos. Pero al subir a la planta de la cabina de proyección, nos encontramos bastante gente, más hombres que mujeres, asistiendo, según nos enteramos después a una charla o conferencia sobre “Cristianismo y Marxismo” que impartía el catedrático y director del Instituto de Santa Clara, D. Eduardo Obregón Barreda. En las habitaciones interiores, también parecía haber más gente, creo que del Sindicato CC.OO. aún en la clandestinidad. Por lo que nos limitamos a esperar que terminara el acto, o los actos, para entrar en la cabina de proyección sin alterar dichas reuniones y desmontar la máquina a préstamo. Terminada esta operación abandonamos el local, dejando allí a varias personas encargadas de limpiar, apagar luces y cerrar el local.
Al salir del portal fuimos abordados, Pilar y yo, por varios policías de paisano que me detuvieron; no así a mi novia, porque según expresión de uno de ellos: “A las mujeres no, que traen complicaciones”. Así que reaccioné con rapidez y le entregué a ella un cliché de impresora a ciclostil con un panfleto sobre el 1 de mayo, que de haber sido incautado habría complicado los interrogatorios posteriores, aunque no tuviera arte ni parte en aquellas reuniones.
Me condujeron a los bajos del Gobierno Civil y la Comisaría de Policía, introduciéndome en un calabozo de aproximadamente metro y medio de ancho por dos de profundidad, sin luz interior, con el piso sobre un elevado de madera, y creo recordar que no disponía de asiento alguno. La puerta tenía un ventanuco por el que podían verse los pasillos exteriores.
De madrugada, a la espera de que me interrogasen, solicité ir al baño, que por cierto estaba tan sumamente guarro que al regreso del mismo le expresé mi queja por el mal estado, al policía armado, o “gris”, que nos custodiaba. Me sorprendió gratamente su respuesta, por no esperada y demostrativa de que algo empezaba a cambiar en el país, o al menos en la Policía Armada: “Es que aquí entran muchos chorizos, no como ustedes que son unos señores”. Bueno, me dije, al menos si me dan de “hostias” va a ser como un señor.
Serían las tres de la madrugada, cuando me llevaron hasta el despacho del Inspector Solar: Un hombre pálido, de mirada vidriosa, acentuada por unas gafas de “culo de vaso”, con un montón de dioptrías. Lo primero que me preguntó, así a quema ropa:
-¿Es usted de “El Partido”?
-¿Qué partido?-le contesté.
-¡Cojones! –Exclamó- ¿Qué partido va a ser? Del Partido Comunista de España.
-Yo no soy de ningún partido.
-¿Entonces, qué cojones hacía usted en la reunión de comunistas de la HOAC?
Le expliqué los motivos de mi presencia allí, y pareció no convencerle en absoluto, porque rápido cambió de tema, pero incidiendo en lo mismo.
-¿Cuántas veces se ha reunido en la Parroquia de San José?
-Pues ninguna, pues ni siquiera sé donde está exactamente.
-¿Tampoco sabe dónde está el barrio de Tetuán?
-Sí, claro, en la calle de Tetuán; pero nunca he estado en esa Parroquia, pues ni siquiera soy creyente.
-Pues si no eres creyente, seguro que eres comunista claro.
-Pues no, ni lo uno ni lo otro. Solo soy el Delegado de Cultura de la Escuela de Ingenieros Técnicos.
-Para ser Delegado de Cultura sabe usted muy pocas cosas, ¿Eh?
-Ya le dije, fui a la HOAC a por una cámara que me prestan para nuestro Cine Club de Ingenieros Técnicos. Por cierto que allí también estudia un sobrino suyo, Viota.
Y, ¡Zas! Me arreó un manotazo en las manos mientras me ayudaba de ellas para explicarme, a la italiana, ante la mirada vidriosa de sus ojos, creo que grises.
-No hace falta que me pegue. Le estoy contestando a todo lo que me pregunta, sino mejor me voy para la celda.
-Aquí el que dice cuando se tiene que ir, soy yo, cojones, ¿me entiende? Se le ha visto, varias veces con Joaquín Palazuelos, un comunista declarado y ex presidiario, ¿Qué hace usted con ese sujeto?
-Pues le conozco porque su padre y el mío son del mismo pueblo: Molledo Portolín.
-¿Y a Antonio Bedia, otro comunista y ex presidiario?
-Pues lo mismo, su mujer, Angelita y su padre son del mismo pueblo que mi padre, así que se conocen de antes de la Guerra y de ahí viene la amistad.
-¿Y también Ramón Viadero, o su padre, son del mismo pueblo que el suyo?
-No señor: Ramón Viadero, es el Presidente de la Sección de Cinematografía del Ateneo de Santander, y yo soy socio del Ateneo y asisto a las películas que proyectan.
-Tenemos fotos suyas…
-¿De Viadero?
-No, ¡Cojones! Suyas, de usted, en una manifestación ilegal en Santander, en Puertochico, cerca de Magistratura. ¿También me va a decir que no estuvo allí?
-Yo no sabía que fuera ilegal. Estuve allí por simples motivos de solidaridad profesional por el despido del Sr. Morante, como Perito Industrial de SNIACE.
-¿…Y solo por eso?
-Pues sí, porque yo ni siquiera le conocía. Así que defendíamos nuestra profesión.
-Ya, pero la defendían ilegalmente, asistiendo a una manifestación ilegal, que no tenía permiso gubernativo.
-Yo no podía saber que era ilegal. Sí puedo decir, que había mucha gente, incluso de Torrelavega…
(En ese momento, entró el Inspector Cuervo, un gigante con bigote, que solo con su presencia y enormes manazas intimidaba a cualquiera).
-¿Jefe, quiere que me haga cargo de este “pájaro”?
-No, de momento no es preciso, mas tarde ya veremos. Bájele al calabozo de nuevo.
(Por el pasillo, vi a Ramón Viadero y a Antonio Ontañón, así como a José López Coterillo, al que por aquel entonces conocía muy poco, y también a Felipe Gómez Coro, sindicalista de Solvay, compañero del grupo de teatro del Ateneo. Me saludaron solo con un arqueo de cejas, pero les vi sin aparentes señales de maltrato físico, lo cual me tranquilizó. Así que me volvieron al calabozo, cuando aún quedaba mucha noche por delante).
Volvieron a sacarme a primera hora de la mañana para rellenar los datos de la ficha policial, momento en el que vi, que ponían en libertad al conferenciante, señor Obregón Barreda, que años más tarde fundaría en Partido Regionalista de Cantabria, previo paso, años atrás por “Cristianos por el Socialismo” y el Frente de Liberación Popular, los conocidos como FELIPES (FLP). Me extraño que al abandonar comisaría mostrara reticencias a prestarnos una manta, que le habían pasado, a los que quedábamos dentro, tal vez porque no nos conociera, y pensara que éramos vulgares chorizos, en lugar de unos “señores”, como dijera el guardia “gris”.
Desde la celda me pareció escuchar gritos del exterior, que en principio no identifiqué y luego supe que eran mis compañeros de la Escuela de Ingenieros Técnicos que se habían declarado en huelga y se manifestaban delante del Gobierno Civil exigiendo mi liberación. También creo que el Director de la Escuela Sr. Acebes Chamorro se había interesado por la detención de un alumno significado de su Escuela, pero creo que le dijeron que la detención no tenía nada que ver con la actividad docente en la Escuela, así que mejor que les dejara hacer su cometido. A las tres de la tarde, tras 24 horas sin probar bocado, me pusieron en libertad sin cargo alguno, ya que había sido un convidado de piedra en aquel “contubernio” que había nacido y muerto en las mentes policiales como presagiando el Mayo francés de pocos días después y el agitado 1º de Mayo en Santander. Tal fue la prisa en materializar sus deseos de “contubernio” comunista, que los últimos en ser detenidos aquella noche del 21 de Abril, fuimos mi novia y yo, de tal manera que, como dije antes, aún quedaban personas en el interior de la HOAC que no fueron detenidas. Por la prensa de días posteriores me enteré que los detenidos habíamos sido 47 personas, todas hombres por aquello de las complicaciones que a su juicio tenía detener a mujeres, aunque otros medios hablaban de solo 14. La verdad es que desde mi celda no acerté a contar todos los que pasaban a usar el indecente baño, tan poco apropiado para unos “señores” como nosotros, protagonistas a nuestro pesar de la Operación “HOPARCO” y el “contubernio” de la HOAC EN 1968.
Jesús Gutierrez Diego.
Las Palmas de Gran Canaria, Julio de 2018