El bar de Pepe
“La existencia de Venezuela como nación, como proyecto de vida común está seriamente amenazada.
Esto dicho así, de repente, suena abstracto, pero se traduce en hechos de mucha gravedad; en gente muriendo de hambre, en personas que pierden la vida por falta de medicamentos, en millones huyendo del país como nunca alcanzamos a imaginar que huiríamos, en los horrores cotidianos que cada uno va teniendo noticias”
Así de esta manera, el tinerfeño Laureano Márquez, humorista y escritor afincado en Venezuela, empieza su escrito a la oposición venezolana a unos días de la convocatoria de elecciones prevista para el 20 de mayo.
Los países sudamericanos, todos, no se escapa ninguno, están llenos de miseria, miserable y asquerosa miseria la del pueblo venezolano
Los que profetizaban las locuras de la política del Presidente Maduro se quedaron cortos, cualquier similitud es mera coincidencia, les puedo asegurar que Venezuela ha tocado fondo y no se ha quedado ahí, siguen escarbando para que la caída sea aún más dolorosa.
La realidad es así de cruda, pero la culpa de tanto horror la tiene el propio pueblo. Los venezolanos son los culpables de tanta ignominia, ellos y la oposición. El mejor escenario para el régimen de Maduro es el de una oposición dividida; con un grupo para legitimar unas elecciones fraudulentas y otro grupo dispuesto a abstenerse para facilitar lo primero.
No se puede llamar a una rebelión contra alguien que no tiene escrúpulos para asesinarte, a menos que estés convencido que solo con la insurrección popular, con las barricadas en las calles y armados hasta los dientes, es posible que hagas claudicar al dictador. Existe historia suficiente para afirmar que los pueblos, cuando están hartos de las cadenas, de la esclavitud tienen dos opciones: o se someten dócilmente a las galeras del amo, o se alzan en armas contra el tirano.
Quien dice que no existe fórmula mágica para salir de esta dramática situación, se equivoca, o es un conformista, o es uno de los aprovechados del sistema.
Es conocido y notorio lo que ha significado para muchos venezolanos, en términos de cárcel, exilio y daños colaterales, claro que nadie adivinó que podían alcanzar estos niveles de horror de quien llegó al poder con el discurso de la redención del pueblo, terminaría aniquilándolo, exterminándolo.
Cuando el tirano se convierte en un iluminado por el haz divino, que ostenta el poder por la gracia de Dios y los que les rodean aplauden sus decisiones y ejercitan su influencia diabólica en sus actos, hay que decidir entre someterte y aceptar una vida carente de libertad y futuro o jugártela a una opción; la vida plena o la muerte libre
A los venezolanos, Maduro, les vuelve a llamar a las urnas, no importa el porcentaje de votos, ni siquiera importa la abstención, el dictador lo tiene todo controlado, todo medido, todo planeado para seguir otra década en el poder.
Y a todas estás, el ejército, que tiene como mandato la obligación la defensa del pueblo, es, precisamente, el mayor cómplice del dictador. Esto no es nuevo, la novedad estriba en la condición de civil de Nicoles Maduro.
Malos tiempos para Venezuela, aunque no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante.