EL BAR DE PEPE
Ya no se escapa ni el tato. La locura parece que nos domina a todos, es una pandemia mundial que se extiende como la pólvora encendida.
Con una rapidez inusitada, la humanidad va directa y por el camino más corto hacia su autodestrucción.
Los índices que me llevan a tan horrible reflexión son múltiples, uno de ellos es que estoy comprobando como se empieza adulterar el jamón serrano.
Si señores, si, cuando el jamón serrano, de toda la vida empieza a fallar en su sabor, su color y su sabor, es índice que estamos llegando al fin del mundo, porque cuando a los marranos les cambiemos la genética y los hagamos “transgénicos” estaremos a un paso del cataclismo universal.
No solo es el jamón serrano, ya casi todo no es lo que era. Los tomates no saben a nada, la lechuga, la escarola, la cebolla, igual, estamos comiendo mierda envenenada de origen, que acompañamos con otra porquería calentita llamada pan.
No solo son los alimentos los que cambian, mutan, se transforman en seres totalmente tóxicos, los humanos c. trata del clásico chaquetero de toda la vida, del tránsfuga miedecillo, lame culos, no, para nada. Ahora se trata de una serie de humanoides, hechos a propósito del momento actual, que han estado preparándose durante décadas bajo el paraguas de la solidaridad, el voto de castidad y el compromiso con las “clases oprimidas del pueblo soberano”, la libertad de la gente a decidir su “futuro”, etc. etc. etc., que subliminalmente, con solo darles una vuelta de “tuerca”, empiezan a enseñar su parte verdadera y con ella las ambiciones, el proyecto final por el que han estado ocultos, detrás de la mascara carnavalera del carnaval de las miserias.
Nunca estuve de acuerdo con Blas Piñar, e.p.d., nunca me gustó su “nostalgia franquista” pero si respeté su coherencia, Piñar fue fascista y murió fascista, y la persona que es leal a sus ideas, merece, por lo menos, desde la perspectiva democrática y la libertad ideológica, al igual que a Dolores Ibárruri, alias la Pasionaria, el máximo respeto.
Uno de los ejemplos que, nunca mejor dicho, claman al cielo, es el de la “entrañable monjita” Sor Lucia Caram, monja dominica contemplativa, de 51 años y nacida en Tucumán (Argentina).
Esta mujer vive entre nosotros desde el año 1990, 27 años viviendo en España, cocinera, tertuliana, escritora… podríamos decir de Sor Lucia que es todo un producto de marketing seudo político – religioso festivalero, en versión show predicador sudamericano en la televisión de Miami.
Sor Lucia supo tocar el alma, corazón y bolsillo de miles de españoles que sucumbimos a tan carismática monjita de la caridad y a su acción social.
Bajo el “epígrafe mis pobres” Sor Lucia ha estado prestando sus “servicios de asesor social” a la Fundación Rosa Oriol, de la familia Tous, digo “ha estado” porque según todos los indicios el próximo día 20 del presente mes será expulsada del patronato de la citada Fundación, como lo han sido Pilar Rahola y la mujer de Artur Mas, Elena Rakosnik.
En una carta enviada por Rosa Tous, hija del matrimonio Tous y presidenta del patronato, le comunica que, como presidenta de la Fundación, debo proteger su reputación y evitar que se resienta por motivos ideológicos y políticos”.
“Me siento profundamente orgullosa de ser española y catalana, como he afirmado públicamente, y por coherencia no puedo permitir que miembros del patronato sean cuestionados por su posicionamiento político o de confrontación”, insiste en su carta Rosa Tous.
Sor Lucia ha hecho, al igual que otros tantos, un negocio con su acción social al mismo tiempo que le ha servido de trampolín para lanzarse a su verdadera afición, la política.
Resulta, como mínimo, curioso que esta “monjita” se dedique a la causa independentista catalana y al mismo tiempo se queje de la tardanza en llegarle las suculentas ayudas y subvenciones del gobierno español. Grotesco el lema de la “religiosa dominica” con el mazo dando y a Dios rogando.
Por suerte para Sor Lucia es que los hombres de Montoro no inicien, de oficio, una investigación para hacer público y notorio donde van los dineros que producen las actividades de “Sor Citroen made in Catalonia”.
Lo dicho señores, hoy en día ni el jamón sabe a jamón, ni el c.. sabe a c…, ni las monjas son monjas.