Nadie se moleste, la lucha de clases es algo tan democrático como defender los intereses de la clase trabajadora, estar por el reparto de la riqueza o defender lo público de los depredadores privados.
Es algo tan democrático como pelear por la igualdad, defender los derechos laborales y no dejarse pisotear o impedir que los poderes financieros y económicos hagan negocio con el estado, a costa del estado –que es su principal cliente- y encima quieran liquidar estado, vender estado en su propio mayor beneficio.
Las tentaciones ciudadanistas nos han hecho olvidar que hay ricos, trabajamos para los ricos y cada vez hay menos derechos, salarios más bajos y menos democracia real. Corrupción y latrocinio privado a la parte con administradores y gerentes políticos corruptos. Porqué la pobreza tiene clase. Los ciudadanos y ciudadanas estafados tienen clase y las personas angustiadas por que no llegan a fin de mes a pesar de trabajar como burros o que nunca saben si les renovaran el contrato, tienen clase. Los y las falsas autónomas cada vez más numerosas ya sean taxistas, informáticos, instaladores o vendedoras a comisión, tienen clase. Clase Trabajadora, clase obrera.
Estamos nosotras y están ellos y eso es así, se pinte como se pinte. Negar esa realidad es negar nuestra cultura y nuestra dignidad. Es ceder ante la derecha y ante la ofensiva cultural de dominio neoliberal. La falacia anglosajona de la clase media es una milonga cobarde, para ocultar la falta de ideas de cambio y de transformación social. Es apoyar lo establecido y al establishment, a los de arriba.
Por eso el movimiento obrero surgió y surgieron los partidos obreros en el siglo XIX, por eso ahora hay que resucitar los partidos de clase.
El movimiento socialista, que es el originario en política de clase trabajadora, debe resurgir con fuerza al objeto de poder denunciar las injusticias, los robos de los poderosos, la corrupción, las privatizaciones y defender los derechos laborales; la lucha contra el patriarcado y por la democracia plena.
La izquierda española ya sea central o periférica vive una gran crisis y una gran división. Estamos más divididos que nunca. No hay partido del espectro de las izquierdas que no tenga una crisis interna. Ninguno está libre de división. Seguramente necesitamos ese debate y esa división para aclararnos.
Pero, esa es la victoria del sistema, de la burguesía. El querer hacernos corresponsables de sus crisis económicas o de régimen. El obligarnos a defender a la corona o ser esclavos de la razón de estado. El hacernos ser fieles a su ley y sus leyes, mientras ellos y el caso del PP es paradigmático, violan la ley, incumplen la ley, roban y ya está.
Cuando la izquierda cambia verde por rojo, comienza a perder el oremus, pues en lugar de reivindicar el ecosocialismo pasa al simple conservacionaismo. El ecosocialismo, no es el verde liberal que nos venden, pues cuestiona el capitalismo. Cuando desde la izquierda se comienza a afirmar que ya no hay clase obrera en lugar de analizar que la clase obrera ha cambiado, porqué la producción capitalista ha cambiado y como dirigirnos a las nuevas clases trabajadoras, hemos comenzado a asumir la derrota y podíamos seguir poniendo ejemplos.
La conclusión es que un nuevo socialismo de clase es imprescindible. Socialismo alejado de la corona y que no sostenga el sistema corrupto que sufrimos. Socialismo democrático que luche precisamente por eso que nos están robando, la democracia. Socialismo que no sostenga el capitalismo. La misión del socialismo desde sus inicios políticos en el siglo XIX no es reformar el capitalismo, sino consiguiendo el bienestar pasar al reparto de la riqueza. Claro como los ricos se van a resistir y nos van a intentar comprar, pues ese es el lugar de la lucha de clases. Sin olvidar algo fundamental, que solo la lucha coordinada internacionalmente, sostenida internacionalmente tiene posibilidades de triunfo y más en esta sociedad global y de la dictadura de los mercados.
Carlos Martinez
Es politólogo y del comité de enlace de SOCIALISTAS