EL BAR DE PEPE
La Ley de 11 de julio de 1912, creó los Cabildos insulares en las siete islas que forman el archipiélago canario, como corporaciones administrativas de categoría superior a los ayuntamientos y con las funciones propias de las diputaciones provinciales.
La verdadera vocación de los Cabildos no era otra que la de llegar, con la inmediatez que no podía hacer la administración centralista de aquellas fechas y posterior dictadura, a los problemas de los ciudadanos y darles solución en la medida de sus posibilidades.
En los años del franquismo, en las islas Canarias los Cabildos fueron definitivos en el desarrollo insular.
Las funciones y el acercamiento al pueblo fue tan importante que los propios gobernadores civiles enviados por Franco a las islas reconocieron su importancia y aquel gobernador inteligente, ayudaba a que los proyectos cabildicios llegaran a buen puerto.
Recordamos el follón que montó D. José Miguel Galván Bello (e.p.d.) insigne presidente del Cabildo Insular de Tenerife, a principio de los años 70, con el Gobernador civil de la época Gabriel Elorriaga y que terminó con el cese de Galván Bello lo que provocó múltiples manifestaciones de la población a favor del recordado y admirado presidente tinerfeño.
Cuando llegó la transición y posterior “democracia” española, los cabildos, al igual que las diputaciones, debieron dejar de existir. Los Gobiernos autónomos asumieron las competencias del gobierno central y fue cuando se empezó a cuestionarse que era mejor, si mantener la situación y duplicar las gestiones o bien terminar para siempre con el tema de los cabildos y dejar que las autonomías llevasen el control de las islas.
El problema que hemos tenido y tenemos los canarios con nuestra auto administración es que la distancia que separa al ciudadano de la gestión del gobierno es tan lejana como la que sentíamos con el gobierno central, de ahí que siga siendo importante para los isleños la existencia de los cabildos insulares.
Pero no es oro todo lo que reluce y en estos pequeños reinados, donde gobierna un rey del mambo, hay sus decretazos donde pasan dinero de uno al otro lado sin el más mínimo escrúpulo ni control, Tal es así que mientras nos rasgamos las vestiduras y gritamos en arameo los casos de fraude y malversación de caudales públicos en el continente peninsular, aquí en el Cabildo Insular de Tenerife, Fernando Sabater, portavoz de Podemos, denunció a la corporación insular por un gasto “de forma irregular” de 204 millones de euros en el ejercicio del año 2015, según se desprendía del informe de fiscalización económica realizado por la Intervención General, departamento del propio Cabildo insular, sobre las cuentas de 2015.
Por lo visto el asunto trataba de “cuatro chorradillas” y que el propio Carlos Alonso a pesar de las discrepancias legales formuladas por el área de Intervención, levantó vía decreto un total de 64 reparos que afectaban a 201.096.281 euros, es normal que en el Cabildo Insular de Tenerife si pasa algo, no pasa nada y si algo pasa, tampoco pasa nada.
Una de las cuestiones que siempre me ha llamado la atención fue el tema de la “supuesta” venta al C.D. Tenerife del estadio Heliodoro Rodriguez Lopez, que por arte de bibirloque, o sea por arte de magia, pasó del erario público al inventario del patrimonio de una Sociedad Anónima Deportiva sin más imperativo que ocultar en la contabilidad del representativo futbolero tinerfeño su quiebra técnica y poder continuar en la liga de futbol profesional española.
No sabemos cómo quedó el asunto de las “irregularidades” denunciadas por Fernando Sabater, más allá de los decretazos del presidente. Tampoco de los 1,3 millones de euros que Turismo de Tenerife gastó con tarjetas de crédito de los años 2012 al 2016. De lo que si estamos seguros es que los socios del amado “Tete” han aumentado el valor de sus acciones por arte de eso… del decretazo del amigote del pueblo, el presi del Cabildo Insular de Tenerife, D. Carlos Alonso al que le deseo toda la suerte del mundo, seguramente y en poco tiempo la va a necesitar.
Ahora volvemos al tema deportivo y nuestra institución prepara 1 millón de euros como subvención para la construcción de un estadio para la ciudad deportiva de la SOCIEDAD ANONIMA DEPORTIVA CLUB DE FUTBOL TENERIFE. Al mismo tiempo, se renueva el césped y se hace obras de mejora en el estadio que fue “regalado” a la SOCIEDAD ANONIMA DEPORTIVA CLUB DE FUTBOL TENERIFE por un importe cercano al millón de euros.
El cachondeo, la prepotencia y chulería con la que esta gente utiliza nuestro dinero es digno de un jefe de tribu de la Republica de Sierra Leona. Quizás la fiscalía anticorrupción no observó delito alguno en la citada denuncia y ni siquiera le dio importancia al hecho que un partido político de la oposición denunciara públicamente las “irregularidades” cabildaticias. De otra forma no se entienden dos cosas: si hubiera sido cierto la denuncia, D. Carlos Alonso habría estado investigado por supuesta malversación de fondos, o bien D. Fernando Sabater juzgado por injurias al honor y falsa acusación. Pues no, ni una cosa ni la contraria. Uno y otro paseando por la calle y aquí no ha pasado nada.