EL BAR DE PEPE
“A VECES HACEN FALTA LOS ANARQUISTA PARA TERMINAR CON LA ANARQUIA”
Para los españoles, el turismo ha representado algo más que la entrada de divisas. Porque en los años 50 del siglo pasado, la España negra de pandereta y tortilla de papas en la fiambrera, de alpargatas de esparto y mala leche, de palos de los “grises” y la ley anti macarra, chorizo y maricón ateo, la emigración era la opción ideal para dejar la oscuridad y pasar, entrar, a la modernidad y la democracia. Alemania, Francia, Suiza, en Europa y Venezuela y México en Sudamérica fueron los países elegidos.
Volvían de vacaciones con sus buenos coches, wolsvagen, peugeot, volvo o mercedes, ropa de distinta, hablando un castellano con acento de “rico” y cambiando marcos o francos suizos o franceses, pesos o bolívares a pesetas, daban envidia oírlos contar de los avances sociales de esos países, quizás esos fueron los primitivos turistas en España; los emigrantes.
El primer programa monográfico en la radiodifusión española sobre el fenómeno del turismo en España, pero especialmente en Canarias, fue una idea del que les escribe; tuve el honor de dirigirlo, presentarlo, hacer el guion y moderar los debates. La cobertura de Radio Nacional de España, el apoyo y la confianza en el proyecto mostrada por el entonces Director Territorial del ente público, José Antonio Pardellas, facilitó todo el proceso que duró más de 6 meses.
El motivo principal era concienciar al pueblo canario que el turismo era un problema de todos y como primera industria de las islas debíamos de cuidar y atender como si en ello nos fuera la vida. Tenemos que tener en cuenta que el 80% del PIB de los canarios provenía y proviene del sector turístico.
Asociaciones de hoteleros, de agencias de viajes, de restauración, de renta car, de centros de iniciativas turísticas de las islas. Consejerías de turismo del gobierno autonómico y de los cabildos insulares, gobierno central, etc., todos participaron con sus opiniones expertas y profesionales en aquellas fechas, año 1990, coincidiendo en algo que ellos veían venir y querían evitar: la fragilidad del territorio y si deterioro por la entrada de turismo masivo.
Todos, como si fueran futurólogos, estaban de acuerdo en que llegaría el momento que tendríamos que poner puertas blindadas a la masificación turística, volver a pensar en el turismo sostenible y apartarnos del de masas. Ya entonces se pensó en una tasa a la entrada de turistas, impuestos para el sol.
Se instó al gobierno central a que dictase una nueva ley de costas que protegiera el litoral, especialmente en las islas, al mismo tiempo una moratoria “turística”, es decir; un control de la oferta de camas hoteleras de forma que, una vez llegado al tope establecido, se prohibiera la construcción de hoteles y apartamentos en régimen de alojamiento. Las medidas iban encaminadas a seleccionar el turismo poniendo un tope máximo de entradas, e incluso estableciendo unas eco tasas por unidad de visitante a los parques nacionales,
Los tours operadores protestaron, e incluso amenazaron con desviar el turismo a otras zonas emergentes como lo era la Rivera Maya en México, Varadero en Cuba, e incluso fomentar la zona del Magreb en Marruecos o Túnez, etc.
Ellos, los intermediarios, sabían muy bien que el paquete turístico de España y la diversidad en el conjunto de la piel de toro no era fácil de encontrar. La oferta hotelera y extra hotelera siempre ha sido de primer orden. Nuestros hoteles siguen siendo los mejores en toda Europa y buena parte de la competencia mundial, el clima es ideal y se combina con la inmensa riqueza cultural y gastronómica, todo esto unido a una seguridad ciudadana aceptable y una sanidad, privada y pública, aceptable, hacen de nuestro país un envidiable destino turístico y así lo demuestran los cerca de 75 millones de visitantes que se esperan en este año 2017.
Nosotros, todos, sabemos muy bien el importante aporte a nuestro PIB que suponen esos 75 millones de visitas. Sabemos que debemos ofrecerles calidad, amabilidad, que sigan sintiéndose en su casa cuando nos visitan y que aconsejen a sus amigos que vengan a visitarnos.
Lo que está ocurriendo en Barcelona es el preludio de lo que ocurrirá en el resto de España y lo que temían y vaticinaban los tertulianos del programa “El turismo en Canarias”.
Masificar el turismo al extremo que han llegado en Cataluña es de locos, y autorizar los pisos pateros es otro error garrafal, del que deben tomar nota todos los sectores implicados. Por muchas razones, pero principalmente por el propio turista, que no puede visitar la Sagrada Familia por las largas e interminables colas de horas, al igual que el edificio de la Pedrea o el Parque Güell lleno de tiendas de campaña y mochileros, las Rambla intransitables al igual que las playas del litoral barcelonés. Para darles un pequeño dato, el barrio de la Barceloneta, lleno de pisos pateras es un verdadero enjambre de personajes sin el mínimo decoro. Claro que ser turista en la ciudad Condal es muy barato, compartir una vivienda por 200 euros a la semana con derecho a cocina, lavadora y aseo, lo importante es la nevera donde guardar la cerveza y la ginebra o güisqui de garrafón. Las constantes borracheras, los altercados de orden público se repiten de noche o de día y los vecinos del antiguo barrio pesquero, asqueados de tanta mierda y acojonados por la impotencia e inoperancia de la policía local y los mossos d´esquadra, aprovechan las ofertas de la mafia “inversora” y venden sus pisos a bajo precio para salir huyendo del barrio sin ley.
Ir a Barcelona se está convirtiendo en un destino turístico peligroso, muy peligroso, o actúan con contundencia prohibiendo el alquiler turístico en pisos pateras, y digo con toda la contundencia, creando leyes que protejan la actuación policial, o en menos de lo que canta un gallo veremos unos de los destinos turísticos preferidos por todo el mundo convertido en una cloaca para turistas ídem. El chocolate del loro es pensar que esa clase de visitantes gastan dinero que influye en la economía del país, muy al contrario, serán la consecuencia, a medio plazo, de la quiebra del comercio local.
Insisto, se deben prohibir las estancias en apartamentos no destinados para el uso turístico, el día que empiecen a ocurrir problemas más graves que la masificación lo lamentaremos y seguramente será tarde, muy tarde para volver a recuperar el vagón de primera del tren turístico mundial