Oigo por la radio a técnicos gubernamentales quitarle importancia al asunto de las aguas contaminadas de las playas tinerfeñas.
Llevamos más de 15 días informando del hecho y mi obligación ética como profesor que fui de DEPURACIÓN de AGUAS, en el ciclo superior de Química Ambiental de Tenerife, es ser explícito.
Las manchas en las playas de las Teresitas, Candelarias, y en otros momentos la Costa del Realejo y el Puerto de la Cruz, Adeje, Arico, etc son debidas a bacterias tóxicas, fotosintéticas (cianobacterias o con clorofila) y captadoras de nitrógeno, atmosférico, en medios limpios, (pero también el N disuelto de los derivados del amoniaco y de los oxonitratos). Desde el punto de vista sanitario están relacionadas a otras bacterias gram negativas, las de las mareas rojas, que contaminan moluscos en las bateas y que, por su mayor temperatura, son frecuente en aguas tropicales.
Esta invasión no es un fenómeno nuevo en Canarias, pero empieza a aumentar la frecuencia del mismo.
En medios de cultivos propicios, como las emisiones de aguas fecales e industriales, se multiplican para formar, en plazos pequeños de tiempo, colonias. El cambio climático favorece ese crecimiento por el aumento de la concentración del CO2 del océano (fabrican glúcidos ) y el incremento de la temperatura del mar por encima de los 22 ºC. Pero si a esto le sumamos el Nitrógeno y Fósforo que aportan los emisarios, tenemos el cóctel perfecto para un crecimiento exponencial, incontrolado y explosivo.
No son exactamente algas, pues no tienen membrana nuclear, pero si un eslabón intermedio con el mundo botánico, por lo que se denominan también fitobacterias. (parece que conviene llamarlas algas para reducir el temor en la población). Su ingestión puede ser peligrosa y crean urticaria e irritación en piel y ojos.
No podemos reducir el peligro pues no está en nuestras manos disminuir en poco tiempo los actuales niveles de 420 ppm de CO2, y el consiguiente incremento medio de la temperatura que ya supera 1grado célcius a la media de 1970. Esos retos son planetarios.
Pero SÍ podemos, a nivel local, en nuestro país insular, bajar el riesgo reduciendo al máximo la DBO y los niveles de N y P de las aguas que vertemos al mar.