Los tiempos cambian y a “Abracadabra” y “Ábrete Sésamo” se ha venido a unir “¡Venezuela!”, el talismán multiusos del facherío. A mí me gustaba más, qué quieren que les diga, “el oro de Moscú” y la consabida “conspiración judeo-masónica”, pero hay que actualizar y adaptar las palabras mágicas de la caverna a los tiempos que corren.
La palabra “¡Venezuela!” pronunciada de forma imperativa es el “hombre del saco 2.0” al que recurre Mariano Rajoy con demasiada frecuencia y, sin embargo, no pierde sus poderes mágicos. En una asignatura de Primero de Informática en la UNED me explicaron que conceptos como “eficacia”, “eficiencia” y “efectividad” se utilizan como sinónimos en la gramática castellana y, sin embargo, no tienen nada que ver entre sí. Pero “¡Venezuela!” es una palabra mágica muy especial porque aparte de su demostrada eficacia, eficiencia y efectividad, tiene el poder mágico de ocultar la verdadera naturaleza de las cosas. Trataré de explicarlo con un ejemplo, porque me resulta harto difícil hacerlo de forma directa.
En la Venezuela de Carlos Andrés Pérez la corrupción era estructural, como si fuera una constante universal. Una conocida leyenda urbana, que además era cierta, decía que detrás del permiso de conducir tenías que llevar un billete de 50 bolívares. Cuando un policía de tráfico te paraba y te pedía que le mostrases tu permiso de conducir, tú le dabas la cartera y él retiraba el billete de 50 Bolívares, funcionaba así. El policía de tráfico, como todos los funcionarios de la Venezuela de esa época, cobraba tan poco dinero que tenía que recurrir a esas artimañas para sacar a su familia adelante, la corrupción estaba generalizada: desde la de las compañías petroleras hasta la de los funcionarios.
hoy “¡Venezuela!”, pronunciada de forma imperativa por Mariano Rajoy, es un talismán que nos induce a pensar que España podría convertirse en la Venezuela actual y quedarse sin democracia y al mismo tiempo sin papel higiénico, de la mano de PODEMOS, por supuesto. Por si fuera poco ese mantra nos recuerda que la Venezuela de Chávez y Maduro financia con su ”Oro de Moscú” al irrespetuoso partido de “el coletas”. Pero es que además “¡Venezuela!” ha resultado ser una palabra mágica tan poderosa -eficaz, eficiente y efectiva, no olvidemos los conceptos- que tiene el poder de hacernos olvidar que quienes están transformando a España en Venezuela son precisamente el Partido Popular y sus políticas.
La Venezuela anterior a Hugo Chávez era el paraíso de la corrupción, aunque esto sigue siendo una asignatura pendiente. Pero aquí, el Partido Popular ha demostrado de forma fehaciente ser una asociación para delinquir; las tramas “Gürtel”, “Púnica” y “Lezo” son la evidencia y no simples “casos aislados“. La “Marca España” que acuñó el PP ha alcanzado con el Partido Popular un nivel de corrupción inimaginable en la época en la que llegamos a pensar que el corrupto estelar era Luis Roldán. La frase ”Sé fuerte, Luis, hacemos lo que podemos” enviada por Mariano Rajoy a Bárcenas -Luis el Cabrón- por SMS, en un país civilizado -incluso Venezuela- habría provocado la caída del gobierno, pero aquí no pasa nada. La España actual, la que nos ha dejado el Partido Popular, apenas es una patria gris en la que personas que tienen trabajo fijo pueden ser pobres de solemnidad, con una “Ley Mordaza” que la oposición no ha derogado pese a que el PP ya no tiene mayoría absoluta, con una reforma laboral que tampoco ha sido derogada pese a las promesas del PSOE, quienes tampoco han derogado la modificación del Art. 135 CE, un cambio que nos retrotrae al liberalismo de hace dos siglos atrás. La España que nos ha dejado el PP es una patria triste e indolente en la que las pocas flores que nacen apenas sirven para rescatar a los bancos de su propia avaricia y para alimentar a las eléctricas.
Ha sido el Partido Popular el que con sus políticas ha venido convirtiendo a España en la Venezuela anterior a Hugo Chávez, un país en el que una persona con trabajo puede ser pobre de solemnidad y sus hijos pueden desayunar y comer gracias al colegio. Sin embargo “¡Venezuela!” es talismán que nos hipnotiza para vincular a PODEMOS con las miserias inherentes a la revolución bolivariana ¿Es que acaso somos gilipollas o qué coño nos está pasando? ¿No vemos que es el Partido Popular el que nos ha convertido en ¡Venezuela!?