Como si se tratara de un célibe que solo ha contraído matrimonio con Dios y con la Iglesia, el presidente de los EEUU, Donald Trump, amenaza a los norteamericanos y al mundo con decretar y firmar una orden ejecutiva declarando que el sexo antes del matrimonio, el aborto y el matrimonio gay son inmorales. Es decir, la intolerancia total, la xenofobia absoluta, las ideas ultraconservadoras, los decretos retrógrados y fascistas cabalgan a lomos de este pájaro loco y su show político-televisivo.
Con Trump, un rico metido en política; un energúmeno nazi y un ultraderechista convicto y confeso, la Justicia y las libertades están en peligro en los Estados Unidos de América. Pues recortar libertades, es recortar derechos constitucionales y derechos humanos. Poco le importa a Trump violar un principio sagrado de la Constitución de los Estados Unidos como es la separación entre la Iglesia y el Estado. Por lo que vemos, el presidente cree estar por encima del Poder Judicial.
Nadie duda que este pájaro loco, un presidente multimillonario y bruto a la vez, vive en estado puro de demencia senil-catatónica. ¡Qué peligro atómico! Estamos ante un demagogo y un populista que está apoyado por la burguesía norteamericana de la doble moral, la hipocresía, el cinismo y la indecencia. Que nadie se lleve a engaño y no generalizo: les hablo de ese segmento de una parte de la sociedad estadounidense rica y acaudalada que practica cada día todo lo que pretende castigar y prohibir ahora Trump como son: las relaciones prematrimoniales, el adulterio, el aborto, el consumo de cocaína, el consumo de pornografía pura y dura y los intercambios de parejas dentro y fuera del matrimonio. Sí. Esa es la otra cara de la verdad de esa cínica sociedad norteamericana que aplaude a Trump. Esos son los ciudadanos ultraconservadores de la doble y triple moral que, después de contravenir en el entorno de sus vidas ocultas lo que el presidente Trump trata de censurar y prohibir, se duchan y van a Misa para aparentar ante los feligreses que ellos están libres de pecado. Sobre todo del pecado de la carne prohibida. Sí, hay que decirlo claro: esos son los votantes de Donald Trump: los que rezan mucho y se dan golpes de pecho. Los que aún miran mal y con asco a la muy digna y honrada raza negra.
Tampoco olvidemos que, Donald Trump, también fue votado en las urnas por ese segmento marginal y marginado de unos Estados Unidos donde los más pobres y los más olvidados no fueron atendidos ni escuchados ni por Barack Obama durante sus ocho años como inquilino de la Casa Blanca, ni por Hillary Clinton durante la reciente campaña electoral americana.
Los discursos y los mensajes del presidente Trump, sobre todo sus insultos y sus amenazas a través de su Twitter (@realDonaldTrump) que utiliza como su estrategia de comunicación, reflejan una sobrecarga de populismo nacionalista y nazi que empiezan a alarmar al mundo.
Con Obama, y en el ajedrez de la geoestrategia de la política del sentido común, el adversario de los EEUU era Rusia; mientras que el «aliado» en el tablero económico era China. Ahora, desde que Trump se sienta en el despacho Oval, Rusia y Putin son considerados por el nuevo presidente estadounidense como sus «aliados» predilectos; y a China, que es la primera potencial mundial, se la señala como el nuevo adversario de los Estados Unidos. Es muy probable que Trump y sus asesores en Whashington D.C. no estén informados que se ha producido un cambio histórico: EEUU lideró la economía mundial desde 1872 cuando superó a Reino Unido. Pero, según un informe del Banco Mundial, publicado el 4 de febrero de 2014, China destronó a los Estados Unidos como primera potencia mundial.
En su último libro, «ECLIPSE: a la sombra del dominio económico chino», su autor, Arvind Subramanian, socio del Instituto Peterson de Economía Internacional, defiende que «un país con ingresos medios como China, puede llegar a ejercer el liderazgo global». Además, y no menos importante, «el sorpasso situaría al frente de la economía mundial a un país como China sin un sistema político democrático», advierte el experto Subramanian.
Sería un error muy grave que este «iluminado» de Donald Trump ignorase que en los próximos cuarenta años seguiremos en un planeta de dos velocidades en términos de crecimiento.
Según he leído en el informe «El Mundo en el 2050: oportunidades y desafíos», elaborado por la consultora PwC, China superará en 2017 a EEUU como la mayor economía del mundo; y la India se consolidará como la tercera potencia mundial en 2050. España, perderá tres puestos hasta ocupar la posición número 15.
Claro, que, todo esto que preocupa al mundo y a la mayoría de sus gobernantes, a Donald Trump, el nuevo Hitler del siglo XXI, le suena a chino…
Queda claro, pues, que en la Casa Blanca vive un pájaro loco que tuvo un sueño: provocar la Tercera Guerra Mundial.