EL BAR DE PEPE
En su discurso de despedida el presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama, detallaba la aportación de todos los norteamericanos para mantener a esa nación como la más poderosa del mundo.
Obama se refería a que cada uno de los mandatos presidenciales el país ganaba, el pueblo recibía más de lo que tenía. Haciendo balance de su etapa presidencialista, dijo que dejaba la Casa Blanca con la tasa de paro más baja de la historia de los Estados Unidos, con veinte millones de personas más integradas en el sistema sanitario público y un crecimiento superior al 6%, pero que su gabinete más allá de promulgar leyes, de idear proyectos de cara a beneficiar a los más necesitados de la sociedad, era la voluntad de los ciudadanos la que hacía realidad ese bienestar social y la supremacía como primera potencia mundial.
Con dos siglos y medio de historia como país independiente, se le reconoce la Constitución más avanzada de la historia de la democracia. Adaptándola a los tiempos actuales, la Carta Magna de los Estados Unidos de América es ejemplo de renovación democrática.
Independientemente de estar o no de acuerdo con la política internacional, con esa “policía mundial” que va dejando “huella” de su acciones por todo el mundo en forma de “daños colaterales”, independientemente de toda la masacre de millones de muertos, de tener el “honor” de ser la primera industria armamentista del planeta, de poseer el “titulo” de ser el primer país en lanzar dos bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima con un costo de más de 400 mil muertos, de invadir Vietnam provocando más de 8 millones de muertes, de inútiles muertes, de participar activamente en las 22 guerras que existen en la actualidad, los yanquis son gente unida bajo la bandera de barras y estrellas y con un lema: “In God we trust” (en Dios confiamos) 324 millones de estadounidenses están dispuestos a perder su vida en pro de defender su bandera.
Desde la perspectiva de un europeo, un país compuesto de 50 Estados y un distrito federal es un sueño. Quemar la bandera de los norteamericanos supone la afrenta mayor que pueda recibir el país del norte de América. La estupidez y mala educación del que fue presidente del gobierno de España, Rodríguez Zapatero, al quedarse sentado al paso de la bandera portada por marines USA en el desfile del 12 de octubre, no costó cientos de millones de euros en exportaciones al país del rey del rock. Los norteamericanos serán lo que sean pero nadie les puede quitar que amen tanto a su bandera y en su unidad por defender su patria, en estos tiempos donde parece que el caos es la mejor solución para esconderse de los problemas.
El sistema federalista ha funcionado en Norteamérica y al igual que en otros países ofrece una total independencia del gobierno central, en el que recae la política global y los presupuestos generales que se reparten equitativamente entre todos los Estados Federados.
Los USA saben muy bien que su juventud como nación les hacía vulnerables al acceso a la ciencia y a la cultura, pero tienen claro el poder del dólar y que todo, o casi todo, se puede comprar, de hecho, hoy en día la mayor parte de premios Nobel provienen de Estados Unidos de América.
Miles de jóvenes científicos europeos (entre ellos muchos españoles) están trabajando en Nueva York, Washington, Massachusetts u Oregón. Y a eso se ha dedicado durante estos dos siglos y medio, a comprar cerebros. Gente de todas las razas han emigrado buscando el “sueño americano” que les ofrece la estatua de la libertad.
Europa no será nunca una Europa de todos los europeos. Es muy pronto para olvidar las dos guerras que asolaron todos los países del viejo Continente y la solución ya todos sabemos que no es la Unión Europea, ese modelo no sirve, o mejor dicho sirve para aumentar aún más las desigualdades sociales entre países ricos y pobres, para incrementar los odios y seguir recordando la esvástica o el saludo fascista de Hitler, Mussolini o Franco.
¿El modelo norteamericano es compatible con los europeos? ¿Es posible un Estado Federal Europeo?