El bar de Pepe
Hemos vuelto al pasado, del empresario emprendedor al patrón, capataz de esclavos.
Me contaban la conversación de dos de estos toletes, patrones con menos sesera que un hámster, que no tiene desperdicio. Lean, lean y opinen:
-Estoy deseando echar a Manolito, el tío lleva conmigo desde que empecé la empresa, era apenas un chaval. A las primeras no le pagaba un euro, con él empezamos a crecer y desde luego que él también aprendió a funcionar, de hecho, es un comodín, Manolito lo hace todo bien, muy bien y lo bueno que tiene es que te puedes ir de viaje que si está él en el tajo todo funciona perfectamente. Claro que le pago 1.500 euros brutos y he pensado en irlo aburriendo un poco a ver si se cansa y se larga, con lo que él cobra tengo a dos o a cuatro becarios de 200 euros y me sobra.
-Pues ni lo dudes, hoy estar pagando a un currito 1.500 euros es una idiotez, con ese dinero pago yo a dos economistas recién licenciados. Y los tengo calladitos porque a la mínima los pongo de patitas en la calle y tengo cola, por 750 euros brutos.
Esta conversación es tan real como la vida misma y más cotidiana de lo que querríamos todos.
Siempre he recordado la frase de D. Vicente Calderón e.p.d., para señas de quien les estoy hablando diré que el Estadio del Atlético de Madrid lleva su nombre. D. Vicente Calderón cuya fortuna empezó en un pequeño local haciendo colchones (de ahí que a los seguidores del famoso equipo de futbol le llamen “colchoneros”) diversificó su negocio y de los colchones pasó a comprar un pequeño solar que edificó y así uno tras otro hasta convertirse en uno de los grandes hombres de negocio de la España de los años 60.
Pues bien, en una reunión en una de sus empresas en Santa Cruz de Tenerife (tenía numerosas empresas en todo el territorio nacional) en Financiera Canaria S.A. para decidir la compra del solar donde luego se construyó el edificio América. En un momento de la reunión se empezó hablar del coste de la operación y D. Vicente con su voz de tenor, dijo:
-No me hablen de costes ni de inversión económica, quiero saber las personas que van a llevar este importante proyecto adelante, eso si me preocupa.
D. Vicente Calderón, empresario hecho a si mismo, sin escuelas, ni facultades de económicas, ni master en marketing financiero sabía que el factor humano era lo imprescindible para llevar al éxito cualquier negocio.
Algo tan simple pero tan importante, invertir en los mejores, cueste lo que cueste, formar y reciclar tu equipo de plantilla es el verdadero negocio. El factor humano, ese factor que los nuevos “patrones” olvidan es fundamental sobre todo en la actualidad.
La reforma laboral ha hecho estragos en la clase trabajadora, que percibe como se deshecha el sentido de la eficiencia por el cálculo indecente del negocio del tratante de esclavos, o sea sacar beneficio sobre el valor depreciado de la nómina del trabajador.
Valores que antes se apreciaban, como la lealtad, la fidelidad, incluso te decías que esas cualidades eran “impagables”, hoy existen pero se pagan con céntimos de euro, minucias que se exigen dentro del salario del miedo.
-El tolete del patrón (utilizando lenguaje coloquial cambullonero del bar de Pepe) se cree que con 4 peones mal pagados puede hacer lo que hago yo y ayer le montaron un pollo de cojones, que le va a costar un “güevo” arreglar el sirio, y yo me dije “pa mis adentros” “que se joda que pa lo que me paga demasio hago”.
Esta forma de ser y hacer de la patronal lo provoca la grotesca situación creada por las nuevas leyes laborales. Lo que no sabía el amigo del bar de Pepe es que en cuanto le salga de los “güevos” a su “patrón” y en menos de lo que canta el gallo y por menos de lo que le cuesta una juerga de un fin de semana en el puti club del pueblo, lo pone de patitas en la puta calle y en la cola del paro obrero a cobrar 570 euros al mes durante los 6 primeros meses y luego a l cola de los comedores sociales, sine die.