A RAJOY, la extraña y «provocada» muerte de RITA BARBERÁ a la vez que la ha utilizado políticamente en el sepelio de Valencia, a través de los medios oligárquicos, paradojicamente, también lo desenmascara.
La muerte de la mujer que, durante mucho tiempo, rindió vasallaje a Rajoy o de su «amiga», que trae causa de la corrupción de su partido, el Partido Popular, le inhabilita politicamente para presidir el gobierno español. Las mentiras, manipulaciones, engaños y el servirse de escuderos para continuar con la indecencia e hipocresía de un régimen plutocrático, austericida, policial, militarizado y liberticida, impuesto por la UE-OTAN, convierten a Rajoy en un remedo o replicante de Luis Bonaparte: «Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpemproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses, que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase. Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos de Gobierno y de Estado como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y los frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable…» (DE «EL DIECIOCHO BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE, capítulo V, Karl Marx *).
La ex alcaldesa de Valencia y senadora derechista, encausada por el Tribunal Supremo en un caso de corrupción (caso «Taula», financiación ilegal por blanqueo de capitales), cuando se dió de baja en el Partido Popular, después de las elecciones generales del 26J de 2016, en su comunicado público llegó a decir: «He solicitado mi baja del Partido Popular porque así me lo ha pedido el Partido y con ello, además de dar una muestra más de mi entrega a él, evito que nadie se ampare en mí para responsabilizarme de cualquier perjuicio o para esconder sus resultados políticos y electorales».
Rajoy, después de esta baja de Rita Barberá del partido conservador español, evitó pronunciarse sobre ella en vida, aún cuando por la prensa se le preguntaba: ya no era del Partido Popular y le estorbaba electoralmente.
Sin embargo, tras la muerte de Rita Barberá, este actor principal, Mariano Rajoy, en la farsa política, aún en contra de la voluntad de la familia de la fallecida, ha protagonizado, junto a otros actores secundarios, que, en su momento, se vieron obligados a dimitir como ministros, por corrupción política ( Ana Mato y José Manuel Soria), en un deleznable acto de oportunismo político en el sepelio de Valencia, con una apariencia de aflicción y de plañidera dijo ante los medios:»Para mí, que compartí mucho con ella en el PP, ha sido un enorme honor ser su amigo y por eso estoy aquí, como muchos otros militantes del partido».
El epílogo para este sucedáneo español de Luis Napoleón, no nos sorprenda que sea el que Carlos Marx escribió al final de «El dieciocho brumario de Luis Bonapate:
«Acosado por las exigencias contradictorias de su situación y al mismo tiempo obligado como un prestidigitador a atraer hacia sí, mediante sorpresas constantes, las miradas del público, como hacia el sustituto de Napoleón, y por tanto a ejecutar todos los días un golpe de Estado en miniatura, Bonaparte lleva el caos a toda la economía burguesa, atenta contra todo lo que a la revolución de 1848 había parecido intangible, hace a unos pacientes para la revolución y a otros ansiosos de ella, y engendra una verdadera anarquía en nombre del orden, despojando al mismo tiempo a toda la máquina del Estado del halo de santidad, profanándola, haciéndola a la par asquerosa y ridícula. Copia en París, bajo la forma de culto del manto imperial de Napoleón, el culto a la sagrada túnica de Tréveris. Pero si por último el manto imperial cae sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de bronce de Napoleón se vendrá a tierra desde lo alto de la Columna de Vendôme «.
En vez de Napoleón, si ponemos Franco, con estatua incluida, el remake bonapartista del siglo XIX se realiza en España en pleno siglo XXI con unos farsantes y mediocres protagonistas políticos neofranquistas. No nos extrañe que los vientos de revolución popular puedan llegar de nuevo, para implantar, esta vez definitivamente, un régimen democrático republicano y, en consecuencia, socilalista, en el estado español.
*Escrito por C. Marx en diciembre de 1851-marzo de 1852.