Audios del día 7/11/2016
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Día 7 de noviembre. Coincidiendo con el inicio del interrogatorio de los imputados, un grupo de personas que se concentró espontáneamente en la entrada del Palacio de Justicia de Santa Cruz, abroncó e increpó a los principales imputados por el Pelotazo de Las Teresitas.
El primero en llegar fue D. Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz durante la génesis y materialización del pelotazo de libro que dio lugar a una plusvalía de 18.000.000.000 Ptas. de las de antes. Junto a Miguel Zerolo, fueron increpados Manuel Parejo, Antonio Plasencia, e Ignacio González, aunque también se llevó su parte el entonces secretario municipal D. José Eugenio de Zárate y Peraza de Ayala.
Tanto Miguel Zerolo como Manuel Parejo, se limitaron a hacer un discurso político y echar la culpa a los funcionarios. La frase que más se repitió fue “pero lo que yo le pregunto no es eso“, pronunciada por la Fiscal María Farnés.
Miguel Zerolo, que no ha perdido su carisma de encantador de serpientes y buen rollito se negó a contestar a las preguntas de la acusación popular, representada por el letrado José Pérez Ventura, con la excusa de que le iba a zurrar “algún medio”. Antes, con su buen rollito habitual, en medio de sus calculados discursos políticos con los que respondía al Ministerio Fiscal, aseguró que fue Ignacio González quien le “impuso” el precio, con un “lo tomas o lo dejas”. Esto habría sucedido en una reunión que mantuvo con él en junio de 2001, en la que este le planteó “un ultimátum”: o el Consistorio pagaba los 52,5 millones que finalmente exigían como precio, o ellos construían en el frente de la playa.
Este argumento, que es nuevo y que si nunca contó en la fase de instrucción fue porque nadie le había preguntado por esa reunión con Ignacio González. También creyó que el precio pagado era “un negocio perfecto para la ciudad”, porque frenaban la edificación del frente de la playa y el Consistorio recibía una parcela que le permitía recuperar la inversión, ya que se construiría un hotel.
También aseguró que en aquellos momentos desconocía que la arquitecta municipal, Pía Oramas, hubiese tasado el valor de los terrenos en 19 millones. Como valor de los terrenos que finalmente adquirió el Ayuntamiento, indicó que las valoraciones que él manejaba iban desde los 72 millones de euros que pedían inicialmente los empresarios, hasta 60 millones estimados por Tinsa o los 47 millones que calculaba la Sociedad de Tasación.
Conviene recordar que cunando la jueza instructora, Dª Carla Bellini, transformó las diligencias de investigación en el procedimiento abreviado, retiró las imputaciones de cohecho. Pese a que sólo se le juzga por prevaricación y malversación de caudales públicos, D. Miguel Zerolo, resultó muy agraciado por la lotería tras la compraventa del frente de la playa.
En la pieza del sumario que lleva el nombre del exalcalde, se detalla cómo aquel año, diez décimos del número 61.941 le reportan más de 43.000 euros en premios de la Lotería de Navidad. Solo unos días después, 135 décimos del número 23.427 de la Lotería del Niño le dejan otros 14.605 euros. En definitiva, casi 60.000 euros en premios. El 18 de enero, Zerolo adquiere, por poco más de 52.000 euros, una finca rústica —que era propiedad de una anciana— situada en el municipio de Granadilla. Las sospechas de un presunto blanqueo de capitales cobran fuerza al considerar que el 31 de diciembre se constituye la sociedad limitada Meunque, de la que Zerolo es administrador y socio único. Meunque, reza la investigación, «no presenta ningún tipo de actividad económica y no posee la titularidad de cuentas bancarias». Su objetivo es la «tenencia de patrimonio», esto es, la tenencia de aquella finca.
La finca fue comprada con los premios de los sorteos, lo que llevó a los investigadores a subrayar que «es mucha concomitancia que tres días antes de la compra, que se presume la existencia de un período de reflexión y de negociación del precio con anterioridad, se ingresen unas cantidades en concepto de décimos premiados por aproximadamente la misma cantidad». El sumario añade que «también es mucha casualidad (la probabilidad es ínfima) adquirir diez y 135 décimos de dos sorteos consecutivos con un desembolso considerable, de 3.000 pesetas por décimo, que suman unas 435.000 pesetas —no había rastro en las cuentas bancarias—, y ser todos premiados».
Remata el estupor de los ciudadanos del archipiélago el hecho de que, previa declaración de una reserva natural especial, la finca acabaría siendo permutada por otros terrenos, los cuales Zerolo vendería por casi 670.000 euros, esto es, por diez veces más de lo invertido con los premios navideños.