Aquel sábado aciago para el PSOE en que se procedió a la eliminación de Pedro Sánchez como Secretario General de un partido hecho jirones, se culminaba un proceso dirigido desde el IBEX 35 y sus lacayos Felipe González junto con el guiñol de Susana Díaz, apoyado por la portavocía de Cebrián y el períodico EL PAÍS.
Es en esos momentos de pérdida de control del aparato del partido cuando algunos nos dicen la verdad: las descalificaciones entre ambos sectores, las denuncias hechas por unos, los presuntos informes de los servicios secretos, las reagrupaciones en función de intereses espúreos que nada tienen que ver con lo que le interesa a la población…
En esas situaciones límite en que parece que alguien pudiera salirse del guión preestablecido, hemos constatado que la multiplicidad de medios de comunicación no implica pluralidad de opiniones ni mayor libertad de expresión. Todos a una se lanzaron a placar al hipotéticamente díscolo Secretario General socialista, por si tuviera la ocurrencia de no apoyar al corrupto PP, que tan eficazmente defiende los intereses de los poderosos frente a los débiles. Había que prestar un servicio al sistema, aunque se produjera un vergonzante espectáculo.
El objetivo común de. los trillizos (PP-PSOE-Cs) ha sido imposibilitar cualquier gobierno del Estado en que se pudiera contar con Unidos Podemos. Y así hemos asistido a movimientos varios del “todo vale”: recogida de dimisiones, guerra fratricida, resucitar de políticos enriquecidos y apolillados que sirven a los poderosos,… hasta alcanzar la excusa perfecta para que no hubiera otra opción que la defendida desde el 20 de diciembre por estos sectores, apoyar a un gobierno del PP.
No hay candidato alternativo, casi no hay órganos decisorios más allá de una gestora sin autoridad democrática, por tanto es impensable que haya unas terceras elecciones que podían ser catastróficas para el PSOE, con un PP que podría alcanzar la mayoría absoluta con su apéndice Cs y un posible adelantamiento de Unidos Podemos. Es la coartada perfecta para que se cumplan los designios profetizados por los sectores antiPodemos. Se mantiene el sistema, que es lo que cuenta, aunque haya que sacrificar a uno de sus partidos que lo sustentan. Ellos saben que cuentan con una frágil memoria colectiva y con unos medios a su servicio que continuarán intoxicándonos.
Sólo falta encontrar argumentos para ejecutar la felonía de propiciar que el corrupto PP siga gobernando mediante una abstención y sólo se discute el tamaño de los abstinentes: si son sólo los 11 imprescindibles (voluntarios sobran), si se aplica la disciplina de voto y todos tienen que abstenerse (misión imposible, porque algunos diputados padecen gastritis y no están dispuestos a digerir esa abstención). Les queda también la opción de la “libertad de voto” para no evidenciar la debilidad del aparato.
Cualquiera de las opciones que tome el PSOE, con el único objetivo de salvar sus propios muebles y permitir que el PP gobierne en contra de los intereses de la mayoría social que no ha votado al partido de la corrupción, colocará al partido de Felipe González y otros “barones” como partido de gobierno por mucho que quieran disimularlo y negarlo.
Es el PSOE, con su connivencia con el PP, quien ha decidido otorgar a Unidos Podemos el papel de única oposición y a Pablo Iglesias de visibilizarse como alternativa real a Rajoy. Efectivamente, es una gran responsabilidad, que seguro va a contar con el apoyo de las movilizaciones en las plazas y en las calles. Será el preludio de algo esperanzador: seguir ampliando la presencia en los Ayuntamientos, Cabildos o Diputaciones y en los Parlamentos autonómicos. Demostrar que se es capaz de gobernar con solvencia para la mayoría social, como anticipo de una mayoría suficiente que haga alcanzar el gobierno del Estado para desarrollar un proceso constituyente, que nos haga iguales a todos ante la Ley y que propicie un reparto más justo de la riqueza. Manos a la obra.